jueves, 23 de mayo de 2013

SOBRES SUS LOMOS HE CABALGADO PREMIO DE NOVELA JUMILLA


capítulo primero.

Poco os podrá decir mi nombre, pues ninguna gesta digna de ser mencionada ni recordada he acometido en 

los años de vida que tengo, más os lo digo, de cualquier forma, pues poco entenderíais mi relato si no sabéis 

bien quién os lo está contando. Siendo así y que valga para ello la licencia de la que he usado, os diré que 

por Santiago me bautizaron y por ese nombre me llaman, las más de las veces, todo sea confesado, casi 

siempre para maldecirme y casi nunca para regalarme de elogios, que son muchos los oprobios que causo y 

pocas las dichas que doy.

No soy mas que mitad de huérfano y un mucho de pícaro, pues qué otra cosa se podría ser en esta España que nos seca con sus guerras sin fin y sus muchas penurias.
Con todo,  no puedo quejarme,  pues techo sobre el que recostar la cabeza al caer la noche nunca me ha faltado y tampoco limpieza de sangre.
No recuerdo a mi padre que murió lejos de nuestra tierra siendo yo muy niño, más sé, por los cuentos que los viejos soldados que lo acompañaron en sus cuitas, que se trataba de un tal Jerónimo Guzmán, soldado aguerrido, de mirada fiera y poco amigo de chanzas y bromas, mas diestro en el uso de la bilbaína al degüello que en el manejo de la espada o el mosquete en la batalla.
De su imagen solo soy dueño en sueños , apareciéndoseme en las neblinas que separan la duermevela de la vigilia  , luciendo toscamente una barba áspera ,negra y cerrada ,  que perfumaba toda la casa ,  desde su llegada ,  del olor agrio ,  de no sé cuantas guerras padecidas.
No consigo discernir con claridad si es cierto que mi padre llegado a nuestro humilde hogar de amanecida o de sobrenoche , siempre con prisas de voz grave, pasos quedos y huidizos , prendido el nombre de mi madre en sus labios, después de beber y comer de lo poco que en nuestra despensa siempre hubo, gustaba de charlar, con la mirada perdida en la lumbre, de los muchos lugares que sus pies habían hollado, de las muchas pocilgas y enlodados donde su alma quedó presa y de los muchos padecimientos que su cuerpo sufrió, luchando en los ejércitos de nuestro señor Don Felipe .
Como os decía, no sé bien, si aquello que tan nítidamente recuerdo, que hasta os podría relatar cuál era el fuego de su mirada o el despecho con el que tiraba al calor de la lumbre una brizna invisible de paja de su sombrero, fue realidad o simple sueño de niño, de niño criado en la calle como tantos otros, siempre a la espera de noticias, zascandileando y languideciendo.
Lo que sí sé   , es que mi padre nunca regresó definitivamente del mundo aquel de los sueños ,  donde yo lo había ido prevaleciendo de las heridas de las guerras, y no lo hizo ,  porque nunca supimos de él ni como vivo ni como muerto, nunca lo pude ver por las calles de nuestra ciudad  , vagabundeando como a tantos otros compañeros suyos, luciéndose de sus heridas de guerra como las galas que era y compadeciéndose en la mirada lastimera de aquellos a los que elogiaba, vituperaba o adoctrinaba ,siempre a la entrada o salida de misa, según fuese el humor y la limosna que se pretendía.
Con el tiempo, llegué a saber mucho de esto que os cuento, pues esa misma iglesia por la que yo perdí mis pasos de zagal, observando con ojos siempre inquietos la realidad que me fascinaba, llegó a ser ,  en cierto momento de mi vida ,  mi lugar de trabajo .
Pero no nos entretengamos ahora en aquella otra etapa  , que  ,  aunque  siendo posterior no por ello menos importante en mi vida , todo sea por llevar las cosas a su justo término y para que entendáis ,  que   , lo que soy o llegué a ser ,  no lo fue ,  sino por un cúmulo de calamidades ,  a las que el destino me condujo.



lunes, 20 de mayo de 2013

VISIBILIDAD


Las enaguas crujen si están bien almidonadas, aunque no se vean debajo de las faldas. Las flores se despiertan al sol cada día, despiden fragancias y se alzan altivas para morir pisadas a ras de asfalto.    El amor nos retuerce las entrañas y nos discrimina y nos exterioriza, cuando lo aceptamos , aunque nos incrimine, porque amamos al que no dictan las reglas .  Pero…¿ quién dictó reglas tan absurdas, como decir quién puede y quién no , ser amado?, ¿qué mano nos golpea , porque le mancha nuestra presencia?, ¿quién nos borra, ignorándonos?, ¿quiénes, son los que nos insultan, y quienes, los que nos desprecian? …Algunas veces callamos para sentirnos normales, en una normalidad que nos ciega, nos ahoga y nos quema.                                                                                                                                       Muchas veces nos vestimos el alma de tragedia griega , de no querer a quien queremos y no gustarnos quien nos gusta, porque no nacimos para vivir en una eterna batalla de dioses paganos, simples mortales, cuando los demás lo tienen tan fácil con solo aceptar que no son lo que son y que no piensan , ni aman , ni esperan , ni confían…Pero todos estamos aquí, hoy, aunque a muchos les duela , y no nos vamos a ir. No vamos a desaparecer en la inopia, ni moveremos un ápice , para retroceder en nuestras exigencias, porque adoramos este mundo hecho a nuestra medida, que nos hace libres, para amarnos como somos. Nos hemos dado cuenta de que estamos hechos a imagen y semejanza de nosotros mismos, de aquello en lo que creemos y de aquello por lo que luchamos y lucharemos hasta el final de nuestra existencia entre iguales, cada uno con nuestras diferencias, almas parejas en un mundo flexible y variable, como la promiscua vida, como la cambiante veleta.