UN TIRO AL CIELO
"...Siempre supe que sería famoso, pues ya de niño se lo
decía a los chicos y no pocos mamporros que me llevé por ello. Pero ve usted,
finalmente, madre, me he salido con la mía, pues soy conocido en todas partes,
siendo lo único que me pesa que la mala sangre de muchos, me hayan traído hasta
aquí, tan lejos de su cariño.
No crea que me olvido de las muchas cosas que hizo usted por mí. Pero ya
ve lo que es la vida , a poco que crecí
, bien pronto que supe buscarme un trabajo y enchaquetarme . Si no me la llevé
conmigo , no fue como dijeron las malas
lenguas del pueblo , porque me
mangoneara hasta hartarme , sino porque
qué hubiera sido de usted en esta capital tan grande ,
donde las mujeres de su edad están tan desesperadas por encontrar
alguien que las dé un poco de cariño que son capaces de cualquier cosa . Que si
yo le contara madre…Pero no , que ya debe saber por lo periódicos demasiado
,que a mi caso le han dado mucha publicidad. Mucho me debía de extrañar usted
en aquella época que tuve , que no
paraba de trabajar, ansiando que
llegaran las Navidades y el verano para que retornara al pueblo . A su lado ,al
calor de sus brazos y la hendidura de su cama, de pelo de borrego viejo . Me
explicaba siendo bien chico ,que estaba relleno el colchón, de tiros al cielo,
mientras me sobaba con lentitud , los testiculillos infantiles ,arrugados y
fríos, que pronto se envelludarían con la llegada de la adolescencia , para hincharse de deseo en cuanto la veía a
usted quitarse la bata negra y desnudar sus carnes vencidas , para meterse en la cama conmigo.
El
psiquiatra de la prisión que viene cada poco a verme, me harta con sus teorías
, para intentar explicarle, a la sociedad y a los familiares, de las que
maté, el porqué del asunto. ¿Sabe que
más de uno dice que es porque usted abusó de mí? . Usted fue una buena madre .
No crea eso que dicen que al monstruo lo alimentó usted de sus propios
pechos , porque yo solo he sido un
enfermero de amor. Tal vez me pasé un poco , que no debía haberlas matado ,
pero me era imposible evitarlo , pues una vez en marcha la máquina que me
impulsaba a actuar , ya era incapaz de
parar , hasta ver a la mujeres muertas
entre mis brazos.
¿Y sabe lo
más absurdo de todo?... Que digan que en cada una de las mujeres que mataba, la
mataba un poco a usted. ¡Valiente idiotez!
, con lo mucho que yo siempre la he querido , que solo por ese cariño
que me faltaba en la capital me busqué aquel trabajo por las tardes, asesorando a señoras de su misma edad, que me
entraban en su vivienda y en su vida, con amabilidad y confianza, abriéndome a
la par las puertas de su casa y de su corazón.
Y de cada
una de ellas me enamoraba, como siempre estuve enamorado de usted, y en cada
una de ella veía su reflejo, sus carnes flácidas y sus pechos hechos al cuenco
de mis dedos. Esa risa ronca, profunda,
cuando me frotaba contra usted y esa energía infinita, tan
desacostumbrada en las muchachitas de hoy, que mismamente parece que con dar su
juventud, ya han cumplido en el amor por entero.
No, no es
cierto, que las odiara. Aunque tal vez mi cariño fuera desmedido. Pero ya ve,
aún así, no me ha ido mal, porque con los compañeros de prisión casi ni me
trato. Estoy alejado de los comunes y los que son como yo, evitan mi compañía, al igual que yo evito la suya.
Nunca pensé
que tuviera un problema, pues con los funcionarios me trato de igual a igual.
No he llegado nunca a ser chivato , no
por falta de ganas , sino por temor a
las represalias del que no tiene nada que perder , que aquí hay tipos que no
saldrán nunca , mire usted si les puede dar igual o no que les sumen unos pocos
años más por rebanar una nueva vida . Pero no es ese mi caso ,afortunadamente ,
pues debe saber , madre , que por buen
comportamiento , buen hacer de mi abogado , al que no olvido , y las
telarañas legales , en pasando unos tres años más , estaré fuera de aquí , para retornar a mi
antigua vida.
Ya me
tienen incluso ofrecido escribir un libro, con alguien que me asesore. No se me
asuste, que sabe bien que no soy malo en las letras y en la escuela era uno de
los mejores. Pero dicen estos de las editoriales que para escribir y vender el
libro, que es lo que les interesa a
ellos, se necesita alguien que tenga oficio, vaya usted a saber qué querrán
decir exactamente con eso.
En fin, a
lo que a mí me interesa, que me van a dar trabajo y dinero en cuanto salga de
aquí. Que seré aún más famoso, pues ya lo soy un tanto, y envidiado, y todo por no aguantarme las
ganas de hacer felices a las mujeres de una edad y complacerlas en sus más
mínimos deseos, por muy secretos e inconfesables que fueran.
Y es que yo
la he querido y la quiero mucho a usted
, madre , que no se me va de la cabeza ni por un momento y ahora que estoy en el patio escribiéndole
esta carta mentalmente , como siempre hago antes de hacerlo por escrito , no me
quiero callar nada , y sintiendo como
estoy sintiendo el sol en los ojos cerrados , menos , porque de tan feliz que
soy se me sube el calor a la cabeza y me entran ganas de gritar y asustar a los
otros con los que comparto esta media
hora de asueto..."
-¡Mataviejas,
eh, mataviejas!-se escucha un grito.
Siente el
peligro a sus espaldas y ese instinto puramente primitivo, sin refinar, que
siempre le ha acompañado, le hace darse la vuelta rápidamente, solo una décima
de segundo tarde, para evitar que la piedra que le ha tirado Felipe Montés, uno
de los reclusos más peligrosos, impacte contra su cabeza de rizos negros,
llenando sus manos de sangre, al contacto con la herida.
El odia la
sangre . La odia desde que puede recordar , por su olor dulzón y su tacto
pegajoso , y jamás
, por pequeña que haya sido su víctima , pues solo con tres años ya asfixiaba
a los gatitos que paría la gata de su madre , nunca ha derramado su sangre .
Medio
mareado y temiendo desmayarse , ve acercarse a Enrique " el tiznao" y
Daniel Mejías a su encuentro, y sabe que lo que siempre temió está a punto de
llegar. Vienen a acabar con su vida, se les ve en los ojos de muerte que
llevan. Grita como un poseso , como un cerdo sabedor de su destino y de que
nada puede salvarlo , mientras recibe la primera de las puñaladas , proferida con un trozo de sierra . Grita
más fuerte, al cielo seco. Ve a los funcionarios , amenazados por Mejías con
algo que no puede distinguir , retirándose a la seguridad de su caseta, donde
se encierran .
-¡¡¡¡¡Hijos
de mala perra!!!!!- masculla con saliva amarga.
Los demás
presos hacen una rueda a su alrededor, gritando para animar al
"tiznao", que le ensarta una y otra vez, con el trozo de sierra bien
afilado...Se huele el miedo como si tuviera vida.
"...Madre,
ahora que sé que voy a morir. Que nunca más nos veremos. Es por eso que quiero
terminarle esta carta, aunque sea mentalmente,
mientras este animal, que mata con la misma saña que los depredadores, sin
aprecio ni cariño, acaba conmigo ...
Ya sé que
nunca volveré a su lado , pero no estoy triste , ni frustrado , aunque un poco
sí , que ya veía mi nombre impreso en
letras doradas en la estanterías de una librería . ¡Madre qué gusto! , no me lo
niegue , escritor yo , yendo a las tertulias de la tele a sacar todos los
trapos sucios y a las conferencias de prensa y todo lo que ya nunca veré , porque el gitano está sobre mí claveteándome
con saña , embabándome la cara . Mira al cielo, mientras se para porque acaba
de romper la sierra , al empujarla contra una de mis costillas, que ha
estallado en el pecho, dejándome
tan asfixiado y yermo como las mujeres que yo mataba.
-Déjame ya - me dan ganas de decirle .-¿No ves que estoy muerto?
Pero él,
sigue en su afán, estrangulándome , mientras que yo no siento ya nada, más que
su ausencia, madre . Cuando se va dando cuenta de que la presa se le escapa, me
alza un poco la cabeza con sus manos rudas y rojas de mi propia sangre , para
decirme al oído:
-Te manda
recuerdos la Susanita...
Y como un
proyectil me llega al cerebro su cara pálida y sus carnes escasas . El azulón
vahído de sus ojos y el deseo sin freno de debajo de sus faldas . Me hiere el
orgullo , pues jamás nadie entenderá mi
muerte . Nadie comprenderá que no morí por la ley de la cárcel , ni por
venganza de una hija , pues maté a la madre de Susanita . Pero fui antes amante
de ella . No pudo perdonarme nunca , no ya que matara a su madre , sino que la abandonara a ella por los pechos
flácidos , las carnes blandas y los deseos de una mujer completa ,
prefiriéndola a una niña asustadiza.
-Las
mujeres no perdonan y una de ellas te dará la muerte, aunque yo no lo vea -
me dijo usted muchas veces, madre. -
Siempre serás, Antoñito , un tiro al aire.
Y bien que
me lo demostró , cortándose las venas
las primeras navidades que no volví a su lado , condenándome por siempre a
vagar en busca de otras , que me
devolvieran el calor de sus pechos
flácidos , sus carnes viejas , y la hendidura de su cama , colchón de borrego
viejo.
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