jueves, 23 de mayo de 2013

SOBRES SUS LOMOS HE CABALGADO PREMIO DE NOVELA JUMILLA


capítulo primero.

Poco os podrá decir mi nombre, pues ninguna gesta digna de ser mencionada ni recordada he acometido en 

los años de vida que tengo, más os lo digo, de cualquier forma, pues poco entenderíais mi relato si no sabéis 

bien quién os lo está contando. Siendo así y que valga para ello la licencia de la que he usado, os diré que 

por Santiago me bautizaron y por ese nombre me llaman, las más de las veces, todo sea confesado, casi 

siempre para maldecirme y casi nunca para regalarme de elogios, que son muchos los oprobios que causo y 

pocas las dichas que doy.

No soy mas que mitad de huérfano y un mucho de pícaro, pues qué otra cosa se podría ser en esta España que nos seca con sus guerras sin fin y sus muchas penurias.
Con todo,  no puedo quejarme,  pues techo sobre el que recostar la cabeza al caer la noche nunca me ha faltado y tampoco limpieza de sangre.
No recuerdo a mi padre que murió lejos de nuestra tierra siendo yo muy niño, más sé, por los cuentos que los viejos soldados que lo acompañaron en sus cuitas, que se trataba de un tal Jerónimo Guzmán, soldado aguerrido, de mirada fiera y poco amigo de chanzas y bromas, mas diestro en el uso de la bilbaína al degüello que en el manejo de la espada o el mosquete en la batalla.
De su imagen solo soy dueño en sueños , apareciéndoseme en las neblinas que separan la duermevela de la vigilia  , luciendo toscamente una barba áspera ,negra y cerrada ,  que perfumaba toda la casa ,  desde su llegada ,  del olor agrio ,  de no sé cuantas guerras padecidas.
No consigo discernir con claridad si es cierto que mi padre llegado a nuestro humilde hogar de amanecida o de sobrenoche , siempre con prisas de voz grave, pasos quedos y huidizos , prendido el nombre de mi madre en sus labios, después de beber y comer de lo poco que en nuestra despensa siempre hubo, gustaba de charlar, con la mirada perdida en la lumbre, de los muchos lugares que sus pies habían hollado, de las muchas pocilgas y enlodados donde su alma quedó presa y de los muchos padecimientos que su cuerpo sufrió, luchando en los ejércitos de nuestro señor Don Felipe .
Como os decía, no sé bien, si aquello que tan nítidamente recuerdo, que hasta os podría relatar cuál era el fuego de su mirada o el despecho con el que tiraba al calor de la lumbre una brizna invisible de paja de su sombrero, fue realidad o simple sueño de niño, de niño criado en la calle como tantos otros, siempre a la espera de noticias, zascandileando y languideciendo.
Lo que sí sé   , es que mi padre nunca regresó definitivamente del mundo aquel de los sueños ,  donde yo lo había ido prevaleciendo de las heridas de las guerras, y no lo hizo ,  porque nunca supimos de él ni como vivo ni como muerto, nunca lo pude ver por las calles de nuestra ciudad  , vagabundeando como a tantos otros compañeros suyos, luciéndose de sus heridas de guerra como las galas que era y compadeciéndose en la mirada lastimera de aquellos a los que elogiaba, vituperaba o adoctrinaba ,siempre a la entrada o salida de misa, según fuese el humor y la limosna que se pretendía.
Con el tiempo, llegué a saber mucho de esto que os cuento, pues esa misma iglesia por la que yo perdí mis pasos de zagal, observando con ojos siempre inquietos la realidad que me fascinaba, llegó a ser ,  en cierto momento de mi vida ,  mi lugar de trabajo .
Pero no nos entretengamos ahora en aquella otra etapa  , que  ,  aunque  siendo posterior no por ello menos importante en mi vida , todo sea por llevar las cosas a su justo término y para que entendáis ,  que   , lo que soy o llegué a ser ,  no lo fue ,  sino por un cúmulo de calamidades ,  a las que el destino me condujo.



lunes, 20 de mayo de 2013

VISIBILIDAD


Las enaguas crujen si están bien almidonadas, aunque no se vean debajo de las faldas. Las flores se despiertan al sol cada día, despiden fragancias y se alzan altivas para morir pisadas a ras de asfalto.    El amor nos retuerce las entrañas y nos discrimina y nos exterioriza, cuando lo aceptamos , aunque nos incrimine, porque amamos al que no dictan las reglas .  Pero…¿ quién dictó reglas tan absurdas, como decir quién puede y quién no , ser amado?, ¿qué mano nos golpea , porque le mancha nuestra presencia?, ¿quién nos borra, ignorándonos?, ¿quiénes, son los que nos insultan, y quienes, los que nos desprecian? …Algunas veces callamos para sentirnos normales, en una normalidad que nos ciega, nos ahoga y nos quema.                                                                                                                                       Muchas veces nos vestimos el alma de tragedia griega , de no querer a quien queremos y no gustarnos quien nos gusta, porque no nacimos para vivir en una eterna batalla de dioses paganos, simples mortales, cuando los demás lo tienen tan fácil con solo aceptar que no son lo que son y que no piensan , ni aman , ni esperan , ni confían…Pero todos estamos aquí, hoy, aunque a muchos les duela , y no nos vamos a ir. No vamos a desaparecer en la inopia, ni moveremos un ápice , para retroceder en nuestras exigencias, porque adoramos este mundo hecho a nuestra medida, que nos hace libres, para amarnos como somos. Nos hemos dado cuenta de que estamos hechos a imagen y semejanza de nosotros mismos, de aquello en lo que creemos y de aquello por lo que luchamos y lucharemos hasta el final de nuestra existencia entre iguales, cada uno con nuestras diferencias, almas parejas en un mundo flexible y variable, como la promiscua vida, como la cambiante veleta.

domingo, 28 de abril de 2013

Los jóvenes de la Puntilla


Se levanta un día nuevo, con presagios de bonanza y calor extremo ,en un cielo turquesa y estático que lo envuelve todo.Las nubes, de blanco algodón ,decoran un horizonte que se pierde sin saber donde acaba el mar y donde empieza el cielo.
Es temprano   y los sudores y las prisas  aguardan  tras la salazón que impregnó la noche ,pero aún así, ya ,  los más jóvenes del Puerto( aquellos a los que la vida regaló salud y entereza a raudales a pesar de sus buenos setenta u ochenta años que portan en sus cansadas espaldas ) se dirigen a pasito lento  a la playa de la Puntilla.
Sombrilla en mano , silla a cuestas, gorra, gorilla o pamela ; Con bata o en pantalón corto, barrigones o escuálidos , con mermas de una  vejez que disimularse quiere con ganas y alegría ,con chanclas o en zapatillas de goma, van a la cita ineludible que año tras año tienen con la vida.
Algunos siguen sus pasos solos sin mas compañía que la de sus descalzos pies, porque esa puñetera que es la Canina les arrebató  al compañero que mas querían, dejándolos un poco mas solos y un mucho mas viejos. Pero se repusieron y vivieron para gozar de un verano más sin olvidar al que se fue, pero tampoco dejándose bambolear por los hilos caprichosos del destino.
Los hay que van en pandilla, alborotadores  , con sus risas y sus comentarios festivos.
Y están también los mas afortunados , aquellos a los que la vida aun les permite seguir juntos el camino que alguien trazó en alguna parte para que ellos siguieran ,echándole ganas y animo, entrega y valentía.
Todos van llegando, orquestados en silencio y sin director que los invite , al igual que las gaviotas
,que se posan suavemente tras un tímido aleteo en la dorada arena  , con caras  de reinas perpetuamente ofendidas sin que el viento (  ni el mar ) sepan en que las afrentaron .
La pasarela de madera- que da acceso a un mar tranquilo y sereno- se llena con sus andares tranquilos con sus pasos sabios  , con sus arrugas bien llevadas, transportándonos a un mundo más humano y mejor donde las horas y los minutos dejaron de importar, donde solo están ellos intemporales y eternos ,  como las mejores baladas.
Asientan sus pocas pertenencias en una arena que nunca es fría y se van al mar habiendo despojado antes a su alma de sus vestiduras, yendo como llegaron  , por parejas ,en grupos o en solitario ,  y como las gaviotas se ven , pero no se miran porque se reconocen como a iguales , como una roca a otra roca ,como un dios a otro dios.
Nadan en un cálido mar que los acoge con su tibieza y reposo. En un mar que vio galeras buscando oro y capitanes que morían por encontrar su fortuna. Pisan conchas que son tataranietas de aquellas otras que viajaron a las minas de oro de Guinea, en los vientres fértiles de las Naos . Se cruzan con pequeñas lisas que buscan su ración diaria de alimento ,al amparo de una playa  , libre de redes y de pescadores que las capturen.
Después pasearan hundiendo sus gastados pies en la mullida arena, sintiendo en las pantorrillas el frescor de un agua que activa sus deseos de vivir y ver un verano más y otro y otro. Y con un poco de suerte (solo con una pizca de suerte ) cruzaran sus pasos con los de otros amigos que les ofrecerán sentarse a su mesa y a su mantel donde arrimarán su silla de plástico y su buena voluntad, su apetito y sus ganas para saborear con aquellos que le  sonríen ,  como al joven de alma que es ,  a la espera de una tostada de manteca colorá y un café con leche del termo.

LA ESTIRPE DEL DRAGÓN


Hubo  , en los lejanos tiempos ,un dragón que asolaba campos y aldeas. Se paseaba ,por aquí y por allí, provocando el mas grande de los caos y la mas cruenta de las desolaciones. Incendiaba los campos con su fétido aliento y mataba a doquier ,sin importarle a quien ,  si noble o mendigo, si recién nacido o anciano, si hombre o mujer.
Era tan inteligente y despiadado , que pensaron que sería imposible de vencer , pues aunque los reyes ancestrales se habían aliado para intentar su fin , ni con los mejores guerreros ,  ni con la élite de sus ejércitos ,  lograron superar su astucia y determinación. Mas  , cierto día  , llegó  , de un reino extranjero ,  un asceta, alguien que solo cubría su escuálido cuerpo con una túnica y que portaba  , con descuido ,  un misero zurrón. Los pobladores de aquellas tierras pronto supieron que había sido llamado por el Consejo de Ancianos , muy bien impresionados por sus logros de hombre sabio y negociador.
-¿Pero que podrá hacer un político para solucionar nuestros problemas con el dragón?-se preguntaron ,  pesarosos ,  unos.
-No es un político, es un hombre de paz-contestaron otros ,bien enterados.
-¿Y qué podría hacer un hombre de paz, contra un animal tan destructivo como el dragón?-se quejaron ,no flatos de razón, muchos .
Pero el asceta no escuchaba a ninguno , porque iba camino de la cueva donde moraba el dragón y no detuvo sus pasos hasta encontrar el sitio donde aquel dormía un apacible sueño. Llegado hasta ese recóndito lugar, se dispuso a hablar con el dragón, mas antes, soltó la carga de su zurrón ,justo en las fauces ,ya abiertas y dispuestas a tragárselo, del animal.
-¡Maldito mendigo!-le recriminó la bestia-¿es que acaso me has envenenado?-le preguntó, tosiendo sin parar, privado  , momentáneamente  , de su don de lanzar llamaradas.
-Nada de eso-le contestó el asceta, despojando su cara de la capucha de la túnica-pues solo te he invitado a compartir mi más preciado tesoro
-¿Tesoro?-se indignó aún más el dragón,llorando y sin poder parar de toser ,  por el mucho polvo que se había desprendido –si no ven mal mis ojos milenarios –aseveró-no es mas que basura y podredumbre lo que ahí atesoras ,pobre hombre.
 El asceta, fue escogiendo cuidadosamente entre los muchos legajos y papiros que ahora besaban el suelo pétreo de la cueva y los separó  , con el mismo amor que una madre cubría a sus hijos en la anochecida.
-Mira éste-le decía al dragón-mira que ilustraciones tiene este otro-le indicaba-¡oh, éste es de los mejores!-aseguraba-¡no ,  éste aún más!-continuaba, emocionado.
Y el dragón que nunca había sido tratado así, sin poder salir de su asombro ,  fue mirando lo que se le ofrecía ,  y ni uno ni otro se dieron cuenta de cómo pasaba el tiempo ,suave y dulcemente ,  como solo transcurre cuando dos amigos se encuentran.
Durante mucho tiempo no se supo nada del dragón, mas que de largo en largo era visto sobrevolando capillas o casonas ,donde se decía se guardaban los saberes antiguos, saqueándolas con el mismo afán que antes lo hiciera con las cosechas y las doncellas.
No se preocuparon ni los aldeanos de las cercanías ,ni los lugareños de otras poblaciones ,  mas que cuando fueron desapareciendo personas de las que nunca se volvía a saber nada mas. No eran jóvenes ,ni hermosas, los que nunca volvían, sino padres de familia ,estudiosos ancianos, gente enferma y principales o vasallos, pues de todo se supo que había...No había nada  que relacionase aquello con el dragón, mas la sabiduría popular pronto supo que algo tenía que haber y sin palabras ,pero hombro contra hombro, hermanados como siempre habían hecho cuando algo les afectaba como pueblo ,se acercaron ,hasta la cueva del dragón ,  a pedirle cuentas .Pero ya no era la antigua cueva del dragón la que allí vieron, ni había olores a azufre ,ni ese tufo característico de los animales ,pues había sido sustituido por papiros y pergaminos  , amontonados por cualquier parte, con el olor al papel viejo y nuevo invadiéndolo todo ,con mujeres y hombres, ancianos y niños, sentados leyendo ,  tantos y en tan gran número ,  que los del pueblo quedaron asombrados de la mucha gente que allí se escondía ,en un lugar que siempre habían creído tan pequeño .
“Los hijos del dragón” dieron por llamar a  aquellos que allí se quedaron para siempre ,  perdidos entre pergaminos y papiros ,  y a los muchos que tras ellos, celebraban el encuentro con el conocimiento y la vida a través de unas hojas de papel, a todos aquellos que celebraban el día que el dragón había visto la sabiduría y la bondad gracias al ese hombre de paz, que se llegó a su cueva , gracias a ese asceta llamado Jorge que le regaló la posibilidad de abrir los ojos a la verdad.

lunes, 1 de abril de 2013

LIBERTERA


                                      

 

Tenía cincuenta achacosos años que arrastraba con la misma desesperación que aquel par de chancletas viejas, que ni mi madre ni yo misma, habíamos conseguido que mi abuela abandonara al igual que la obligamos, en pro de la familia unida, a dejar el pueblo en el que nació y al que tanto quería.

Me inundan sus recuerdos al compararme a ella y quedar en tan mal lugar, porque su imagen me llega nítida y esplendorosa, altiva, a pesar de doblarme casi la  edad que tengo ahora. Y en cambio, frente a mi actual laxitud y gordura, me hiere y me enorgullece, al mismo tiempo, su delgadez y actividad desde que clareaba el día hasta que la noche se hundía en lo profundo del cielo.

La revivo siempre vestida de negro, como si todos los trajes fueran una prolongación del mismo. Bajo él, la piel morena, arrugada  hasta el extremo, con surcos profundos que le recorrían la faz de un extremo a otro,  componiendo paisajes imaginarios que me hacían elevar el pensamiento con solo mirar su cara querida.

Presidiendo su estampa, los ojillos relucían inquietos y negrísimos tomando personalidad propia dentro del conjunto, coronado por un moño diminuto y grisáceo, que lograba amansar pacientemente cada mañana sin necesitar la ayuda de un espejo, únicamente, manejando con trabajosa habilidad el poquillo pelo que le quedaba, que como su dueña, se conservaba en un afán rebelde, pegado firmemente al casco, tras pasar por el tamiz de sucesivas peinadas. El resto de sus hermanos, caídos en la batalla, quedaban abandonados en el peine de carey, recordándole a mi abuela que a pesar de la bondad de su salud, la crueldad del tiempo también horadaba en ella.

Yo fui su nieta favorita, aunque la verdad , es que tampoco tenía mucho donde elegir ,  porque salvo mi madre que la arrastró en su desesperación por encontrar el bienestar sin verle jamás la cara allá donde óvanoslas demás hijas la olvidaron  , con la misma facilidad que se olvida todo aquello que dejas atrás  perdido en pro de una mejor suerte. Nunca me premió la vida con hermanos ni hermanas, así que mi abuela acostumbrada a la chiquillería del pueblo  , que solía arrasar su pequeña casita en busca de las galletitas , rosquillos y demás delicias cargadas de azúcar que sus manos expertas de mujer trabajada por la vida , sabían confeccionar a la perfección , buscó en mi ,tras nuestra marcha con ella hacia mejores destinos , la compañía infantil que tan tristemente había tenido que dejar en su pueblo natal.

Siempre me sentí una niña especial, tan mimada y  cuidada por ella, que considero una proeza que nunca haya tenido que visitar un psiquiatra ,aunque por descontado elimino al instante en cuanto surge la posibilidad ,que esa circunstancia haya perturbado mi estabilidad mental ,como el perro Manfredo, como tengo por bien llamar a la bazofia con la que me casé , me acusaba una y otra vez en nuestras comunes disputas a causa de su afición por cualquier tipo de bebida ,droga, o faldas, siempre que no fueran las miasma pesar de ello, como la mente de los humanos no deja de ser un laberinto sin comprensión, algunas veces después de aquellas acusaciones bajunas , pienso si no hubiera sido mejor que la abuela se hubiera quedado en el pueblo , aunque al instante , recuerdo las veces que ella y yo acompañábamos nuestra tristeza y soledad con cuentos que aun atesora mi memoria ,canciones que de haber nacido , habrían acunado a mis hijos y de refranes, dichos populares y lemas ,que tortas se darían catedráticos y psicólogos porque hubieran salido de sus cabezas y no de la de una pobre mujer analfabeta como mi abuela. Tal vez por todo eso, no me extrañó que a su muerte me llamara un abogado para decirme que la pequeña casita del pueblo que tanto había amado mi abuela,  era ahora miaga mi, en aquel entonces, me importó un pepino, tal vez porque era demasiado joven para darle la importancia que el hecho en sí tenía y a la vez, porque la perdida de mi abuela había afectado seriamente mi línea de flotación espiritual, hundiendo mis sueños infantiles de un solo torpedazo.

Al pasar los años, y llegar algo parecido a la estabilidad, me empecé a cartear con un amigo de la abuela, un señor mayor que se quedó encargado del cuidado de la casita tras marchar mi abuela y que se me ofreció con la amabilidad propia de las gentes del sur a hacer otro tanto por mí, si ese era mi deseo.

A lo largo de todos esos años, como si se tratase de una tradición familiar que respetar, el cuidado de la casita fue pasando de padre a hijo. Yo, cuando podía, que he de reconocer que era de higos a brevas, les mandaba algo de dinero para que le echaran encima y les permití, sin reembolso alguno, que la alquilaran a quien ellos consideraran que la iba a cuidar bien, pero por lo demás, nunca deseé ir a visitarla porque pensé que el espectro de mi abuela estaría allí esperándome para reñirme por mi deserción de tantos años.

Nunca me hubiera planteado  siquiera la idea de acercarme hasta aquel lugar perdido en la sierra gaditana, si no hubiera sido por las complicaciones que atravesaron mi vida, convirtiéndola en un infierno del que no sabía cómo salir...Todo empezó con el divorcio del perro Manfredo y la salida a escena de todas las porquerías que en veinte pútridos años de matrimonio se habían ido acumulando bajo  la alfombra nupcial. A esto se le unió la perdida de mi trabajo en la editorial en la que había estado dando el callo durante mas de diecisiete años por un reajuste de plantilla,...En resumen,  me quedó un poco de dinero, mucha mala leche que dar a diestro y siniestro, y sobre todo, unas enormes ganas de perderme en el último lugar del mundo hasta que se aclarasen mis ideas, y para ese fin ¿podía existir un lugar mejor que Algodonales, el pueblo de mi abuela? Llegué en mi pequeño coche tras perderme por las sierras escarpadas y rebosantes de vida una y otra vez, en un intento loco e infantil de recordar el camino por medio de la memoria genética heredada de mi abuela, ayudada por los retazos vividos, pero irreales, del viaje de mi infancia para recogerla y llevarla a nuestro lado. De todas formas, no me importó la posible pérdida de tiempo, porque el clima era magnifico; el anuncio de la  primavera había desatado todos los aromas del bosque y el paisaje relucía en mil tonos verdes, contrastando con las punzadas de color que regalaban las flores, mientras entablaban una pacifica pelea en la que rivalizaban en hermosura, jactándose de sus mil colores y  múltiples formas a fin de atraer la atención de los insectos que las llenarían de vida.

La casa de mi abuela era una casona de pueblo, pequeña y cuidada, blanca como la leche y con un tejadillo plano de un rojo fervoroso, que acababa en lo que me pareció una terracita cubierta de macetas. Desde el frontal se podía ver la puerta, de madera recia, y dos amplios ventanales, cubiertos por sendas cortinillas de ganchillo, que debían su origen a la artesanal labor de unas manos expertas.

Me gustó en cuanto la vi, y tomé la decisión de quedarme; la acomodaría a mi gusto y pasaría una larga temporada en ella.

Estaba intentando bajar las maletas del techo del coche, cuando sentí tras de mí, la llegada de unos pasos recios y seguros. Me volví y vi una figura masculina, que me miraba intentando descifrar lo que mis pensamientos ocultaban. Se presentó tendiendo una mano callosa y firme, llamándome por mi nombre y reconociéndome como nieta de la Libertera. Este apelativo me sorprendió, no sabía que tuviéramos un mote en el pueblo, pero el hijo del hombre que siempre se había encargado de cuidar la casa de la abuela me dijo sonriendo enigmáticamente, que tiempo tendríamos de conocernos y contarme el porqué de aquel nombre.

Como la casa estaba perfectamente acondicionada para quedarme en ella, decidí instalarme de inmediato e intentar con ello darle un nuevo giro a mi vida. Había traído de Madrid las pocas cosas que había conseguido arrebatar a la codicia del perro Manfredo, con ellas a mi alrededor me sentía bien ,por primera vez en mucho tiempo. Sin embargo a medianoche tuve la primera pesadilla en aquellas tierras, a la que siguieron en las noches posteriores, como hermanas bien adiestradas, una por noche, cada cual peor que la anterior, aunque siempre con el mismo argumento:

"Me encontraba en aquella casa, era la misma, con pequeños retoques que la hacían parecer diferente; cuadros en las paredes de fotos de gente vestida de un modo extraño que yo no conocía muebles que me parecieron de un museo. De pronto, me daba la sensación de que estaba frente a un espejo, pero no era mi imagen la que me devolvía el reflejo del cristal, sino la de una chica joven de unos veinte años de edad, que se acicalaba, mesándose los cabellos negros y largos, pellizcándose las mejillas, y estirándose con cuidado la blusita bordada que llevaba sobre la falda ancha y larga. Al poco rato ,  se escuchaba fuera de la casa un silbido entonando una melodía, pi-piri.pi-piripiri-y la chica salia a encontrarse con unos fuertes brazos que la rodeaban...Pero antes que los amantes pudieran unir sus labios ,  estallaba a lo lejos una explosión seguida de gritos y raudos que parecían de disparos,...No lograba entender lo que el muchacho le decía a la chica, aunque veía como le entregaba lo que me parecieron un par de pendientes, que ella se guardaba a apresuradamente en un bolsillo de la falda, mientras corría hacia la casa. La figura del chico se perdía camino de lo que me pareció el centro el pueblo. Más tarde la chica, salía de la casa, corriendo hacia donde se había perdido el chico horas antes, sin prestar atención a que desde la casa la llamaban los gritos desesperados de una mujer !Adela, Adela! la llamaban en la noche, pero ella no frenaba su carrera, que la llevaba hasta el centro mismo del pueblo . La imagen que tenia ante sus ojos era aterradora; las calles estaban llenas de soldados vestidos con el uniforme francés, (lo reconocí rápidamente por los grabados y pinturas de Goya), enarbolaban banderas tricolor y chapurreaban un español trabajoso, diciéndole a gritos a los vecinos que se rindieran, o “los martirian como a pegdos”. Más de una vez estuvieron a punto de atraparla, pero siempre la valentía de algún vecino la socorría en el momento justo, aporreando al francés de turno, que quedaba inconsciente, permitiéndole así continuar su marcha. La gente del pueblo libraba una batalla con hoces ,cuchillos de cocina ,palos recogidos en la sierra, hachas,...cualquier utensilio era válido para liberar al pueblo del dominio de los barbaros... mientras el ejército francés se veía bien equipado y deseoso de derramar sangre española que osaba combatir contra el mejor ejercito del mundo...Entre una enorme humareda consiguió vislumbrar una casa grande, blanca, en una plazoleta, a traspiés se dirigió a ella, pero no pudo acercarse porque de sus ventanas salían grandes llamas y la gente que luchaba dentro intentaba en vano impedir que  el fuego los abrasara , los que conseguían salir se encontraban con que la casa había sido rodeada por un flanco del ejercito francés, que los esperaba  bayoneta en mano para golpearlos y capturarlos . Pudo reconocer desde lejos a Francisco con su camisa blanca manchada de sangre, mal tirado a la puerta de la casa. Incluso en el suelo, sangrando y siendo apaleado cruelmente por un capitán francés, seguía escupiendo su odio y orgullo en la cara a los invasores. Las lagrimas de dolor se unieron a las lagrimas de rabia, e intentó a cercarse a ellos, pero unos fuertes brazos la retuvieron y lucharon contra sus ganas de morir al lado de su amado, para llevarla lejos de allí, cargada sobre una espalda fuerte, transportada a saltos como si se tratase de un fardo, mientras a lo lejos resonaban los disparos, los gritos de los inocentes y el crepitar del fuego..."

No podía olvidar aquellas escenas que se repetían noche tras noche e indagué por el pueblo, así me enteré de la matanza cometida por los franceses durante la guerra de la independencia, pero aun no tenía claro quién era la chica y por qué se me aparecía en sueños. Tan desesperada estaba que decidí excavar el jardín en un presentimiento tan fuerte como absurdo, de que ahí encontraría la respuesta a mis dudas. Casi cuando todo el jardín estaba levantado y los vecinos empezaban a mirarme como un bicho aun más raro, hallé una pequeña cajita de hierro completamente oxidada, que solo con el roce suave de la brisa se caía a pedazos. El hombre que me había recibido a mi llegada, al que avisé de mi hallazgo por teléfono, me ayudo a abrirla y sacar su contenido. Estaban dentro de ella los pendientes que vi a la chica guardarse antes de los disparos y las explosiones, unos antiquísimos corales engarzados en oro, acompañados como fiel mortaja por una pequeña libreta en la que Adela había apuntado los días en los que tras la huida de Algodonales el 2 de mayo de 1810, encontró un hogar y unos amigos en lo más escarpado de la sierra con Cristo, el guerrillero que la había salvado y sus bandoleros. Allí tuvo al hijo de Francisco Jiménez , al que llamó Francisco el libertero, ,al que al poco de nacer y para su seguridad, dejó al cuidado de una mujer en el pueblo para seguir combatiendo hasta expulsar al ultimo francés de suelo español, como había jurado a la muerte de su amado.

Y por último, pegada por el tiempo y teñida de amarillo, estaba una carta de su puño y letra en la que decía:

"Nunca descansaré en paz hasta que mis restos acompañen a los de Francisco Jiménez,  al que amé y amaré por encima del tiempo y la razón".

Firmaba como “Adela la Libertera”.

Mi amigo y yo buscamos su cadáver durante días, hasta que en una tarde soleada de primeros de mayo, apareció un pequeño esqueleto que conseguimos trasladar al cementerio, para,  usando los permisos oportunos,  enterrar junto a  Francisco Jiménez, muerto por la independencia y libertad de su tierra.

Desde entonces llevo con orgullo mi mote de Libertera , al mismo tiempo, que lucho cada día para honrar la memoria de una mujer valiente que creó mi familia , gracias a  su coraje, esfuerzo y arrojo, y a la que debo mucho más que el nombre que procuro llevar con la dignidad que se merece, Adela, de la que aprendí que existe en cada uno de nosotros una fuerza interior que nos ayuda a luchar por la vida y la libertad de nuestro pueblo, por lo que perdimos y por lo que deseamos hallar.

 

A LA TIERRA TE CONDUCIRÉ PARA QUE HOLLES TUS PIES EN ELLA


Cada mañana disputo entre el trafico, con los grises de la humareda amarga
acongojando mi alma, pisotones de asfalto, rostros que no me dicen nada,
inmersa, como estoy, en una ciudad opresiva, Ciudad Maldita,
de la que no puedo menos que desear escapar -aun en mente-
hacia unos campos de suaves espigas, campos soñados ,recortados por la luz del sol,
donde artesanos de manos ásperas esperarán para segar lo que la tierra les ha brindado,
y mujeres de limpia mirada darán vida con sus manos al corazón de la siembra...
Sueño, callejeando con las bolsas de la compra acuestas,
que mis pies pisan la negritud de la bondad de una prospera tierra,
miro- sin ver- los escaparates, los guardias de tráfico o los camiones que me rodean,
porque mis ojos se recrean en la lejanía de un campo sembrado que termina en un bosque que no existe más que en mi imaginación,
en unos árboles que me llevan a un sendero iluminado por el verdor
y saciado con los aromas de los pinos.
Allí, dejo mis pies libres de atadura, descalzo mi alma y libero la mente
de todo lo que no sea ese maravilloso sueño, porque yo sueño, sueño mil sueños,
en los que no puedo dejar de soñar, porque sin ellos moriría.
En ese lugar donde no entran las pitadas de los coches, ni los chillidos,
donde se veda la entrada al rugido del motor o la voracidad de una excavadora
en pie de guerra, en ese mismo lugar, acabo de descubrir un nido, y mi corazón late lento para no molestar a los desplumados polluelos. Puedo observar-con lágrimas deslizándose por mis mejillas-
como la madre los alimenta con empeño, mientras el sol se refleja en las hojas tupidas de las ramas que les dan cobijo...Una pitada estridente y amarga me devuelve a la cotidianidad: el gris acecha, el verdor ha desaparecido......en esta ciudad maldita no hay pájaros, ni flores, ni se escucha el zumbido de los insectos
Esta realidad, es la mia, este conjunto de certezas, me obligan a abandonar lo que tanto quiero, partiendo con la cabeza gacha y las bolsas del supermercado hundiéndose en el gris más que nunca.
Cuando, de repente, el corazón se me escapa, a punto de estallar, al darme cuenta de que mis pies van descalzos y manchados con el negro de una prospera tierra, donde los pájaros trinan y los pinos elevan sus ramas hasta atrapar la luz del sol.


 

jueves, 7 de marzo de 2013

DISCURSO DE INGRESO EN EL ATENEO LITERARIO GADITANO


OJOS  , QUE NO VEN

Se despierta el día, con ecos de palomas que barruntan la bonanza de un cielo azul turquesa  y un mar en calma. El levante que azotó días pasados ,  calles y plazas ,
ha cesado ,       a impulsos de una brisa suave que lo desterró  , mas allá de la bahía.
Llorándolo ,están , desde entonces, tendederos y azoteas, miradores y macetas,
que secó y estrujó entre sus volátiles manos, amante sin forma  , ni mesura,
pero por siempre ,  inagotable y eterno. Ya no se levanta en polvareda  , la arena torera de la Plaza de España, ya no tendrán los turistas  , que invocar clamando ,  en sus lenguas natales  , a todos los santos  , para recuperar el folleto del ayuntamiento  , que miraban sin ver , o el billete de cinco euros ,  que sacaron con las prisas  , para la propina del chófer  y que voló de entre sus manos ,como vuelan las palomas,
 medio despistadas ,por siempre perdidas. Las madres que lleven hoy
al colegio a sus hijas ,no tendrán que maldecir en callado ,sujetándoles faldas de uniformes caducos ,  ni coletas, ni pasadas  , o lazadas  , que quieran correr libres  , al igual que las hojas caídas y las hazañas olvidadas.
No tendrá que regar ,una y otra vez  , el jardinero, el amarillo ancestral de esa vieja plazoleta, para intentar domesticar a una arena que nació ,al mismo tiempo, rebelde y vieja. E irán pasando por allí, de camino a ninguna parte,
vida y gente ,que es igual, madres e hijas ,padres y perros, parejas que van a los Comes y parejas de tres ,que vienen a buscarse la vida, a la capital de todas las metas,
 a la Universidad, a la facultad, a los museos, a la Biblioteca ,  o ,  sin mas , a comprar o al médico. Es temprano ,aún duermen las pérfidas palomas,
por siempre su grito acallado, en palomares vacíos ,tranquilas están las estatuas, de ojos vacíos, que no ven al que pasa ,ni al que llega, ni se dejan ver por nadie, pues nadie las mira  , más que aquellos que no las ven  , y nadie ,para su desgracia , las vela ,más que ,  los que de la vida ,ya nada esperan
Y poco a poco  , correrá el día, tras la marcha del reloj y los pasos se harán mas hondos
y la gente más presente y entones   ,el amanecer se hará día y el día ,  tarde
y la tarde anochecerá y se encenderán las farolas, pareciendo que ni los niños se recogieron del colegio ,ni los bocadillos se comieron, ni los bares de tapas se cerraron ,
ni la farmacia bajó la baraja ,ni el jardinero se fugó, montado en una moto petardera, sin silenciador…
Es entonces cuando ellos toman la plaza,
cuando sienten el rechinar de los cierres metálicos ,el desplomar monótono de las persianas, el apagar de luces por doquier y el de las voces que se van perdiendo en la nada.
Es entonces  , cuando ellos toman presencia y forma , 
y sus ojos vuelven a ver, ojos  , que parecían cerrados a todo ,pero que han visto historia y leyenda, y el trastocar de la vida ,  en décadas pasadas  , por sus espaldas pétreas.
Es el abrir de ojos de todas las noches  , de su ya larga vida y es el intentar otear el mar que tanto le falta.
Ese mar ,  que divisó por primera vez ,sin tanto cemento ,ni tanta piedra  ,
 como ahora la ciegan.
Es ella, con sus cienes de años, a cuestas , siempre la misma ,la eterna, porque parece que nada pudiera con ella  , y sin embargo… en noches como la de hoy, mitad negrura  , mitad verbena ,es cuando más presente se hace, pues como la misma noche pierde los ojos en vela
Porque desde su bastión en medio de la pazoleta, se viste de blanco perpetuo, inmaculada por dentro y por fuera, altiva como una diosa y elevada como debiera ,por su rango y fortaleza
Es ella  , quien ahora, cierra ,
 de nuevo los ojos ,entornándolos y moviendo la cara de lado,
aspirando fuerte y diciendo como sentencia;
-Ya se fue el levante, pero está a la vuelta de la esquina, que lo mismo  , antes que acabe la noche ,ya regresa
La escultura de mármol que preside el monumento a las cortes, brilla mismamente como etérea ,con los ojos entrecerrados y la nariz fruncida ,  como queriendo aspirar la misma esencia de Cádiz, su alma entera
-Sí-se dice convencida-antes que acabe la noche ,  tenemos de nuevo levantera
Mira a su alrededor y ve la ciudad emergiendo de la oscuridad ,imagina esas aguas negras azuladas, de las que la separan tanto cemento y tanto asfalto ,pero que anhela como el primer día que nació ,entre jardines y aguas quietas, que salieneaban su cara y perfumaban su túnica griega
Va viendo a su alrededor cómo la ciudad  mas hermosa , va perlándose de colores que iluminan miles de bombillas, subiéndose a los cielos de los sueños sin escalerilla de incendios ,pareciendo que las calles se hacen más pequeñas ,los callejones más estrechos y los bloques ,de la punta de San Felipe , más ásperos y secos.
Pero de todo ello  , que ya de tanto conocerlo de noche tras noche casi forma parte de ella , solo ese aroma de mar añejo  ,  es el que la hace suspirar por entero
Baja de su pedestal con cuidado, pareciendo que interpreta una danza, mil veces ensayada, hasta que vadeando el sillón que no holló Fernando con su peso, llega a la explanada central del monumento
Es entonces cuando suelta sobre los escalones laterales la espada que llevaba en su mano izquierda y deposita con suavidad la ley escrita de su mano derecha,
posándola ,  como si fuera frágil pajarillo  .
 Alza ,entonces , las manos ,  grácilmente , hacia el cielo y despega su casco de la rotundidad de sus cabellos ,espolvoreándolos por doquier, libres y espesos.
-Ya estamos como todas las noches-se escucha que farfulla el jinete vestido con casaca  , del grupo que representa a la ciudadanía-ya empezamos otra vez
-¿Y a ti que más te da?-le espeta la mujer que sujeta ,  al caballo por las riendas-¿es que nunca vamos tener derecho a nada?
El soldado que toca el tambor, les dice, con un repiqueteo de anuncio;
-Haya paz  , compañeros
El niño ,que parece silbar una cancioncilla ,desde que le arrancaron la corneta unos desalmados ,  salta de la peana y corre ,como alma posesa ,  hacia la punta de San Felipe ,perdiéndose en la negrura que lo invade todo
-¿Y ese adónde va?-dice el jinete , perdiendo por un momento su estatismo e indiferencia de pose altanera
-Mal de amores  , compañero , mal de amores-le responde el hombre que abraza a su mujer- que una sirena lo tiene perdido en sus entrañas saladas y ya no ve mas que mar y pierdas hostioneras
-Pues bueno será que alguien piense mas en el amor que en la guerra-replica como ofendida la mujer del caballo , presa también ella de un amor imposible y centenario ,  tan antiguo como el día que la encastraron ,en el monumento, volcándola en la sujeción del caballo y sin poder mirar atrás ,  adonde se pierden sus desvelos
El caballero que preguntó, que nunca repara en la hermosa mujer que sujeta  con firmeza las bridas de su caballo , otea el horizonte por donde escapó el niño de los amores marinos, sentenciando:
-A este va no le vemos el pelo hasta que amanezca
El abanderado, ajeno a todo , mece la bandera con entusiasmo y entrega ,levantando el polvo que quedó dormido  ,  haciendo balbucear de contento a las farolas
Y el de la casaca vuelve a decir, con ánimo circunspecto;
-Y así…cada loco con su tema ,  como todas las noches
El niño, rellenito y angelical que reposa entre sus padres ,en brazos de la madre ,mientras éstos se despiden, se aburre y llora fuertemente .
La Constitución se vuelve y mira al grupo, ordenándoles:
-¡Pero queréis callaros todos de una buena vez!... Y tú mujer –le dice a la madre -¡deja ya de abrazar a tu marido , que no se va a ninguna parte y dale de mamar al niño¡ ¿no ves que tiene hambre?
-Mírala que aires tiene-se escucha una voz femenina desde el grupo escultórico de la derecha ,el que representa a la agricultura-cada día peor y eso porque con todas las visitas y los parabienes y las cosas que dicen de ella, se cree por encima de todos nosotros…Pero de mi,  no-estalla envidiosa Ceres-que yo soy una diosa, no lo olvides bonita  , y tú solo una constitución más del montón
Del altorrelieve que representa a la Junta de la defensa de Cádiz, se oyen abucheos e improperios  , que la figura de la Constitución detiene   , con un leve alzar de manos ,sujetándose con fuerza ,como hace cada vez que se enfada ,  el prendedor que agarra los pliegues de su túnica, donde se puede ver ,  claramente  , el escudo de la Nación.
-Una Constitución soy-se escucha que responde la figura – es cierto-le rechinan los dientes por la furia-pero NUNCA-le brillan los ojos negros-NUNCA ,  una más del montón
El Presidente de la Junta, con la respuesta que dará a los franceses vitorea a la Constitución, mientras que Alburquerque y Álava, Isturiz, Muñiz, Lobo, Bustamante, Aguirre, Gargollo y Garzón de Salazar la aplauden vehementemente ,dejando éste último de escribir al instante.
También se suman los diputados que juran en la iglesia de San Felipe Neri ,  del altorrelieve de la derecha ,  y el Presidente de la cámara, Pascual, no puede evitarlo y grita dos “vivas” que le salen de la pétrea alma.
El autor de proponer que se declarara que en las Cortes residía la soberanía nacional, el clérigo Muñoz Torrero, asiente con la barbilla ,  hincándola con fuerza  , en su pecho.
No son menos entusiastas ,el resto de los diputados como Capmany, Arguelles, Gallego…
La alegoría de la paz ,se ve obligada a intervenir ,  solicitando  , con su voz suave  , perlada de caricias:
-Señores ,  por favor  , comedimiento y educación en extremo  , que cualquier cosa se puede debatir con buenas maneras
-¡Será pija ,la tonta ésta!-refunfuña Marte ,espoleando a su caballo-¡guerra y más guerra  , es lo que hace falta en este patético mundo!
Pareciendo entenderle a la perfección el cañón ,  que enmudecía bajo su presencia ,a los pies de su caballo , estalla de furia  , acallándolos a todos
Pasa uno de los camiones de la recogida de basuras del ayuntamiento frente al monumento a las cortes ,serpenteando entre los coches que se alinean aparcados ,emergiendo de su metálico vientre la tos  , cascosa y apretada ,  del fuel.
-Están muy intranquilos ¿no?-le dice uno de los más nuevos en incorporarse a Pepe Vargas ,el viejo conductor
-¿Quienes?-pregunta éste ,no quitando la mirada de su recorrido
-¿Quien va a ser?-le contesta airado, con el subidón de coca  , que inhaló en la escapada  que le propició el último contenedor de basura que hincó en el útero seco de la maquina- pues esos-le indica con una mano sin guante, de uñas alargadas y negras , señalándole las figuras que disputan en mitad de la plaza
El conductor mira, a sabiendas de que no verá nada,  más por callar a ese niñato que no sabe de donde ha salido  , que le parte los turnos y le joroba por entero ,con sus ojos vacíos de vida y su nerviosismo innato.
Y es entonces  cuando Pepe Vargas que no ha tomado una copa en su vida, que no sabe lo que es la droga más que por lo que escucha en la tele ,mientras enhebra el hilo del sueño perdido en tantos, tantísimos  años  , de trabajar por la noche ,ve como el Monumento de las Cortes, ese ,  que por mucho que piense e imagine para atrás de su vida ,siempre ha estado ahí presente y quieto, se mueve ahora
Es  , en ese justo momento  , cuando el camión se estampa contra un SEAT Córdoba ultimo modelo, azul marino ,  al que le parte el capot  ,escuchándose un crujido estridente y metálico ,  que rompe el silencio de la noche en dos  , porque una alarma  , en forma de sirena chillona ,  viene a hermanarse con él y las persianas se descorren y se siente barullo ,  como de despertarse de palomas humanas
-¡la madre que me parió…que ya la jodimos ,chaval!-maldice Pepe Vargas, entre dientes
-Pero..¿qué pasa?-se siente que dicen extrañados
-¡Bajaros todos  !-ordena a su cuadrilla  -que ya la noche la tenemos hecha
-Pero jefe-le dice Paquillo Simón  , que lleva a su lado mas de cinco años-en mi vida le había visto chocarse con nada ,  ni con nadie ,  si usted es mas prudente que Dios
-¡Me voy a acordar de mi padre y de mi tía…voy a …!-vuelve a maldecir Pepe Vargas ,que mataría al novato que le han endosado en personal que lo tiene tan loco  , que creía haber visto al monumento de las cortes en pleno moverse ,  como si se tratara de una fiesta
-¡Carlos…Carlos! ¿aonde vas  , prenda?-le grita Paquillo Simón al nuevo ,  que en un despiste del jefe corre como si le persiguiera el diablo ,  en busca del monumento a la constitución  , que luce estático e impersonal, lejano y frío ,  como siempre.
-Déjalo Paquillo  , que ese me las va a pagá en cuantito vuelva-le dice Pepe Vargas al que grita ,  sumando su voz grave a la alarma y a la sirena del coche de la policía, que ya se acerca ,enardeciendo la sangre caliente de Pepe Vargas y coloreando el silencio de una estridente melodía más.
Carlos Martínez Galero ,Carlos para los compañeros, Carlitete para su gente y Cacharli para los colegas de los porros y las noches de juerga ,corre a grandes zancadas ,  sin importarle nada, con las venas llenas por el efecto de la cocaína y los ojos ensangrentados y la mirada fija en la Constitución que se ve hermosa ,con su cabello ondulado y espeso  , cabalgando sobre la firmeza de sus hombros
Sube la escalinata que los separa y se arrodilla ante ella ,besándole los blancos pies, secándose el sudor con la majestuosidad de los pliegues de su túnica ,al rozarse de su frente
-¡Bella y cien veces bella ,  entre las bellas!-la alaba en la plenitud de su cuelgue
-Lo que nos faltaba-vuelve  a estallar Ceres, desde su trono animal-un idiota ,  que ahora la adora como la diosa que no es
-¡Señora!-se atreve a interrumpir el de la casaca-que si la envidia fuera tiña ,no sé yo…
-Pero qué grosería , ¡ Dios mío! ,  qué grosería –grita a pleno pulmón Ceres ,  bajándose del buey ,que la cargaba -tratarme a mi, A MI ,   que soy hermana y esposa del mas grande de los dioses-exclama ,recogiéndose los pliegues de la túnica ,yéndose hacia la parte de atrás del monumento, donde ya se empieza a sentir movimiento
-¿Pero que pasa aquí, es que todas las noches vamos a estar igual?-se siente una voz de trueno que espanta a las pocas nubes que se habían atrevido a salir de paseo
Es Hércules ,  con su colosal figura  , que hace espantar de miedo a Carlos ,el novato barrendero ,cortándole el cuelgue de golpe y porrazo y congelándole las esperanzas de que la constitución bailara con él unos pasos
-Qué belleza ,niña ,que belleza tiene la tía-se va diciendo ,con mas miedo a retornar a una vida que no le dice nada, que a que Hércules lo estampille contra el amarillo suelo de la plaza, volviendo sus pasos a donde lo dejaron ,  al camión de la basura ,.al lío que se formó y la rutina que lo asquea ,con la boca perfumada por el embrujo de unos ojos de piedra
-¿Y cómo dice que ocurrió el accidente?-escucha nada mas llegar, que pregunta el policía local a su jefe
-Este cescerebrao agente, este y no otro es el que tiene la culpa ,  que me dijo que las estatuas se movían
El policía cabecea escribiendo algo ininteligible en su cuaderno ,frunciendo la nariz y carraspeando
Para decirle a su compañero
-Prepara prueba de tóxicos
-Pero si no tenemos aquí nada de nada ,no ves que esta noche no había previsto control  , porque es martes
-Que te he dicho que prepares la prueba de tóxicos, no te he dicho mas de dos y mas de tres veces que tu hagas delante de los detenidos lo que te digo-se chulea ante el otro agente
-Oye Rambo-le para en seco Carlos - que yo de detenido na de na,¿eh? que mi padre es guardia civil y a mi no me detiene un local por unos porros y unas líneas de na ¡eh’
-Gutiérrez  , enchiróname a este en el coche ya, pero ya-grita el policía local
-Venga tio tira pa dentro-ordena el poli local  , empujando a Carlos Mellado a la parte de detrás del coche de la policía local
-Que no , tío-se resiste de boquilla este- que yo no entro ahí ,  que yo lo que quiero es ver a mi abogao
-Anda que la que has formado-le regaña Hércules a la constitución ,con tono cansado-que ya son muchos años, niña, que ya podías tener más cuidado que sabes que algunos te ven y tú no pones nada de cuidado
-Ya estamos otra vez con lo mismo, que me tenéis todos harta-replica ella-primero me hicisteis sin preguntarme si quería ser así-los diputados de los altorrelieves se meten en sus marcos y se hacen los despistados ,afanados, parecen ,  cada uno en sus quehaceres-después me condenasteis a el estatismo y la frialdad  , cuando estoy viva y deseo una vida plena-baja la voz y parece que le tiembla por entero-y por ultimo me mostráis la vida de los demás ,que nunca será la mía
-Pero Pepita ,niña-la intenta consolar Hércules, acercándose a ella
-¡Ni Pepita ,  ni nada!-se enfada más-que sabes que detesto ese nombre que me pusieron que yo soy María José, no Pepita  , ni Pepa y tengo tantos apellidos como todos estos padres-los de los altorrelieves se miran complacidos y orgullosos-como todos estos padres , me dieron
-No  , si no le digas nada-sentencia Ceres-que hoy esta inaguantable y así lleva unos años ,será el mal de amores  , que como Fernando no le hizo puñetero el caso
-Señora- apunta de nuevo el de la casaca  , con voz aguardentosa y cachonda-que formas de hablar son esas para una diosa
-¿Ves ,  tú ves lo que yo tengo que aguantar todos los días?-chilla medio loca volviéndose a Hércules-y es por esta-señala a la constitución que la mira fija y altiva-que los tiene a todos embrujados con esa libertad, esa manía de que todos somos iguales ,que aquí vamos a votar esto ,que vamos a discutir esto otro,¿es que acaso se ha creído que somos un ateneo?
Ya estaba enjarretandose por entero la Constitución, para responderle de malas maneras , cuando se sienten los compases de una chirigota en el aire y todos aguzan el oído para escucharla bien ,porque parece que es el mismo Cádiz el que canta, ese Cádiz ,a quien todos han aprendido a querer tanto porque en el nacieron ,en él y para él, sembrándose entra las raíces de los árboles de la plaza, encastrándose de por vida a esta vieja ciudad ,sufriendo los vaivenes del tiempo ,de la indiferencia, de los cambios políticos y del mestizajes de voluntades, quedándose como únicos y perpetuos voceros de la propia alma gaditana
Ni la lluvia  , ni el sol ha destemplado sus pasos ,ni convertido en otra cosa de lo que fueron y para lo que nacieron, aunque puede que nadie les vea  , mas que  los que lo han perdido todo  , menos la ilusión de soñar
Pero a ellos no les importa , porque nacieron para pervivir en el recuerdo dormido, como los gorros de los fenicios o sus ganas de cambiar el mundo con la escritura, perviviendo en las monedas griegas, en los latinazgos de los romanos o en el ansia de libertad de los esclavos llegados desde las costas africanas , para su venta en las plazas sobre entarimados de madera ,como si fueran ganado , y que ahora ,tras el viaje, descansan en un establo , acurrucados y dormidos entre paja, soñando con que siguen en su tierra, que nunca llegó un barco de negreros  , que los privó de la libertad
Está la constitución entre ellos, siempre lo estuvo y allí siguen ,ella y todos los que la hicieron, sus ideas avanzadas, sus ideales de libertad y bienestar para todos, ahí, frescos y vivos , latentes en todos los demócratas ,en aquellos a los que no les temen a la misma esencia de la libertad
 Y, en la historia, en los orígenes y en sus consecuencias, pervivirá su recuerdo ,sus imágenes y sus sueños ,mientras la lluvia abata sus rostros eternos ,sin mojar sus corazones  , que nacieron libres y presos
Y lo que transmitieron quedó cejado ,  al pueblo en el que nacieron y del que nacieron ,  y lastraron su alma y la engrandecieron con los genes de los fenicios que ayudaron a  navegar sin mas brújula que el ingenio y la osadía ,  y amaron sus costumbres ,metiéndoselas en sus venas y en sus carnes, amarrando su espíritu en la belleza de sus velas ,en la negrura de la pez de sus barcos, en las ánforas de aceites y salazones, en la grandiosidad del pensamiento griego, en la belleza y limpieza de sus debates ,en sus obras ,en sus métodos ,aprendiendo de ellos ,vistiendo la túnica romana de sus instituciones, de su derecho, aprendiendo con todos ellos, con sus civilizaciones ,con sus vivencias ,con su paso por estas tierras, sembrándose y siendo sembrada por todos ellos
Llegando hasta el sitio al que la condenó el francés, olvidada y escarmentada por todos, para ver renacer al pueblo gaditano, sacando fuelle y empuje de donde no lo había  , asaltando calles y plazas con voluntades firmes y corazones valientes  , que solo temían ,no a la tiranía del  francés ,  sino a perpetuar la barbarie y la ignorancia
Se pagará con fuego y sangre . ,  la osadía de enfrentarse al ejercito más poderoso del momento, se pagará con ingratitud y traición los que tan pocos hicieron por tantos ,  con tan poca gloria
Y por eso la constitución llora ,como en esta ocasión algunas veces ,porque siente el paso del tiempo sobre sus anchas caderas ,madre por siempre gaditana, de hija republicana y roja, de abuela de una niña, ya casi treintañera que voltea en los pliegues de su falda la libertad y la igualdad  , con una normalidad que solo debe a su abuela
-Guapa –más que guapa-parece que corea el estribillo de la chirigota, para velar las lagrimas que se resbalan por el rostro firme ,  de quien juró amar la libertad mas que a nada ,ni a nadie.
Nada se opone ahora al silencio de la noche ,ni el barruntar ciego de las palomas dormidas ,ni las sirenas que se acallaron hace mucho, ni los que se despertaron con el ruido, que formó el camión de la basura, en su loco chocar , que yacen en sus camas roncando al mudo techo  , y sin embargo ,  se presagia en el aire pasos fugitivos que se acercan corriendo, ruido metálico de envilecimiento de papeleras ,risas que se mezclan con insultos soeces y jóvenes ,  que no ven nada en sus ojos ciegos, que ríen en la ignorancia, refugiándose en ella, viciando el arte ,la enseñanza ,la cultura, queriendo envilecer por envilecer hasta a la misma Constitución de quien se burlan con saña  , llamándola gorda y estirada, haciendo que Hércules éste a punto de saltar de su peana , a pesar de lo mucho que le recomendó a ella misma ,  silencio y paciencia
Mas , cuando los gamberros se acercan al pebetero , para calumniar su llama y apagarla ,todos se tensan, diputados y dioses ,constitución y Hércules ,ojos que ven lo que otros quieren cegar , matando lo que ilumina la libertad y la concordia, extinguiendo con su crueldad y necedad , lo que vela porque lo que respetamos y amamos siga allí presente ,guardando nuestros sueños
Por mucho que corren en auxilio de la llama  ,ésta se extingue , temerosa ante el asalto de los mas bestias ,de aquellos a los que la intransigencia y la sinrazón de su brutalidad  ,lleva a los actos más extremos  y los pasos que huyen victoriosos son mudos testigos del enfurecimiento de la cConstitución ,  de los diputados ,de los dioses y de todos los que conforman el monumento
Sin embargo, de las estrellas ,  parece provenir la  esperanza en forma de voz varonil recia y profunda que pide
-Calma hermanos míos , calma
Es la figura masculina que junto a otros preside el pilar central de 32 metros , que auspiciado por la oscuridad de la noche y envuelto en el mágico velo de la luna llena ,baja rápida y felinamente ,  portando en sus manos la antorcha que representa la verdad
Le siguen ,  como en procesión de deseos ,  la mujer que simboliza el fin de la esclavitud  , que es vitoreada por los diputados americanos y por los abolicionistas  Detrás de ella  , vienen conjuntadamente  ,como hermanas que son  , la justicia y la ley humana, ambas serias ,  pues serios a mas no poder son los hechos acaecidos esta noche
Tiemblan los corazones de piedra  , mientras el portador de la antorcha inicia su camino hacia el pebetero
No le tiembla el pulso para darle fuego a la boca que lo aguarda ,  porque sin él no es mas que un sinsentido y cierra un aplauso la consumación del hecho, una ovación cargada de solemnidad y entusiasmo, pero sin ápice de júbilo ,  sino de retorno de honra, de restitución de lo que es tuyo ,y aspiraciones a que lo que es debido ,  sea por fin recuperado.
-¡La que armó el jodio del francés!-se le escapa de los labios  , resecos por la furia ,  al de la casaca
Y es que para ellos los franceses aún andan por ahí pidiendo guerra y es malo el que maldad lleva y no pueden olvidar las bombas y los gritos ,  que quedaron gravados a fuego en la memoria colectiva del mismo pueblo gaditano ,haciendo que las viejas desdentadas y resecas ,  como pliegos vivos de la historia ,  aun escupan al escuchar el nombre del gabacho
-¿Pero abuela qué haces?-se extrañara el nieto que silbó la marsellesa sin intención alguna
-¿Y tú qué sabes Pablito-refunfuñará ella-de lo que hicieron y deshicieron esos malages en toa la sierra gaditana
Y cierto es ,y bien que lo sabe la constitución porque siempre fue buena confidente de todos aquellos que llegaban de Benalup, de Bornos ,de Villamartin, de Alcalá ,de tantos y tantos  , pueblos gaditanos ,  donde se sufrió el acoso del francés, enfrentándoseles a sangre y azadas, por campos y verdegales, por siegas quemadas y rostros de sobras conocidos, por amor a lo que es de uno y de generaciones enteras…
-¡Y lo que podía haber sido, Dios mío!-se queja en voz baja casi inaudible para todos ,la Constitución, mientras mira cabizbaja y rendida el sillón vacío que debió ocupar el tan deseado Fernando
-Pero te salió rana ,bonita-se ríe ahora Ceres ,  que sabe por muchos llantos pasados ,  de las desgracias de la Constitución
-Pero para todos, salió rana-se enrabia ella-para ti también , bonita
Una de esas noches en que la luna se ensangrentó con el rojo de los cielos, la Constitución quedó preñada de amor del pueblo, cerró los ojos y soñó con un mundo sin reyes , ni vasallos, un mundo libre para ser vivido en paz, alumbrando ,tras la larga vela , a su única hija, la constitución del 36,lozana y robusta ,coloradota y campesina ,como el propio pueblo que la engendró, republicana y progresista, porque su madre nunca pudo olvidar el desprecio que le hizo Fernando y quiso pagárselo con desdenes y negandos ,recordando lo ingratos que algunos fueron y  lo mucho  que le dolieron las afrentas y los olvidos
Y aún le queman en la sangre , a pesar de los muchos años transcurridos, y aún siente la traición y la furia ciega que corroe su blanca piedra ,mientras mira al horizonte con ojos de muerte ciega ,rencor en los parpados y mirada eterna.
Sabedora de la poca vida que suelen tener las constituciones y de las malas artes que se dan algunos para llevarlas a la muerte, aconseja en las noches de estrellas tranquilas , a su nieta en la distancia :
-Niña , tu tranquilita , que tienes mucho tiempo para cambiar, tu tranquila, que fíjate lo que has conseguido y los muchos años que llevas ahí. No lo vayas a echar a perder todo ahora y te quieran quitar para poner a otra
-Pero abuela-le dice la constitución del 78 , desenfadada e inquieta ,  como treintañera que es-que ya soy toda una mujer y necesito cambios, que los tiempos han cambiado y yo con ellos
Y a la constitución tiembla por dentro ,  porque también querían cambios los que a ella la engendraron ,esos padres del pueblo español, padres de muchos nombres y culturas, padres de muchas patrias y costumbres, pero todos avanzados de ideas, revolucionarios de sus propias vidas ,  que les llevaron a protagonizar uno de los mayores hitos de la historia.
Y los cambios son tan nobles como los sueños que los inspiraron ,pero el recuerdo la hace aún sentir el miedo ,enturbiando su siempre fuerte corazón y plegándoselo por entero
Ella antes tan valiente y ufana, tan loca y gallarda cuando nació al amparo de discursos calurosos y de oratorias seguras, ahora parece temerosa y cansina, mustiada y tristona , porque sabe que las victorias, que las metas , no llegan sino tras largos esfuerzos ,tras tantas penas y desgracias, que muchas veces mas quisiéramos habernos quedado como estábamos
-Pero es lo que tiene el progreso-se dice  , yéndose hacia su sitio en el monumento-que hay muchos  , a los que les joroba tanto  , que ,  por eliminarlo harían cualquier cosa y otros por conseguirlo matan o se dejan matar, que ,  para colmo de males, es lo mismo, llenando de sangre estas tierras, que solo querían prosperidad y cultura
Hace frío ,  ahora que la noche ya ha pasado, porque el relente del mar  , con su bocanada de salitre lo envuelve todo, se acurruca la constitución y acude Hércules en su ayuda  , galante cediéndola la piel que arrebató al león de Nimea
Regresa el joven fugado por amor, con sonrisa perenne y labios de besos apretados a la calidez de unos brazos con escamas y una amor que no conoce barreras
Se hace el día, lentamente, como se hacía el café ,hirviéndose las nubes mañaneras en un cielo, que espumea de estrellas, abriéndose paso los rosados y malvas  , sin la espesez de las semillas negras del grano, sutilmente ,  como un descubrimiento mecánico y repetido
Se abre la mañana ,  con canto de pájaros y revoloteos de ramas ,con bruñir de barcos que se van , y sirenas y coches ,  y las estatuas se recogen a una vida que no les pertenece ,  que nunca les perteneció  , porque nacieron para el estatismo y la inspiración  , para observar con ojos cerrados a cal y canto ,y solo despertar a una vida a medias ,  cuando los sueños campan alegremente por la nocturnidad de los hombres
Cierran sus ojos lentamente y ciegan sus saberes, nos condenan al olvido a todos ,caminando con precisión a sus sitios estipulados ,  a aquellos donde los anclaron para el recuerdo y la perpetuación de las ideas, ojos que no ven  , porque los cegamos con nuestra ignorancia ,ojos que no ven  , porque se ciegan en el olvido, ojos  , que con suerte  , al anochecer de las estrellas ,al oscurecerse los palomares ,al correrse de barajas y al arrebujarse de palomas, cobrarán vida ,  conociendo la vida ,abriendo ojos que saben y ven mas que muchos de los nuestros ,  que nos enseñarían con su visión ,  tantas y tantas cosas  , que mojarían nuestras mejillas y avergonzarían los saberes  , que creemos conseguidos
Ojos que no ven, en corazones de piedra.





viernes, 15 de febrero de 2013

EL CLUB DE LOS QUITAPENAS



 

Mi madre siempre cuenta que llovía insistentemente, que una gran tormenta flotaba sobre su cabeza, mientras mi hermano Jorge nacía.
Incluso, puedo recordar con toda precisión que una vez en la gran fiesta que se ofreció con motivo de la boda de uno de mis primos mayores, alguien puso en su mano una copita de anís y tras mojar sus labios en ella, le escuché contar entre dientes -casi como rezando- que, a través del cristal del paritorio vio un Ángel sentado en el alfeizar de la ventana, mirando como su niño nacía, mientras la lluvia, insistente, le mojaba las blancas alas.
Jorge era mi hermano mayor, aunque siempre lo consideré mi hermano pequeño, porque nació con una extraña enfermedad -que nuestra familia heredaba al igual que las ganas de trabajar o la poca fortuna en los muchos quehaceres que emprendíamos -que lo convertía en un eterno niño pequeño.
No les cogió a mis padres de sorpresa cuando el médico se lo confirmó, porque ya una de mis primas mayores había nacido con esta tara, esta muerte en vida que te acortaba la existencia condenándote a pasar la vida siendo un adulto encerrado en el cuerpo de un niño, sintiendo como tu interior crecía- para desesperarte sin poder hacer nada- viendo como tus huesos seguían obstinadnos en permanecer inalterables.
Y todo motivado por el amor que se profesaban los primos hermanos de nuestra familia que, una y otra vez, cruzaban su sangre sin que nada ni nadie pudiera desalentarlos a que lo hicieran.
Mis propios padres eran primos hermanos y fueron severamente advertidos por mis abuelos para que no contrajeran matrimonio e incluso les retiraron la palabra cuando se escaparon para hacer su amor realidad, pero aun así, ellos siguieron adelante y nunca sintieron pena, ni temor, ni angustia, y mucho menos dolor por el desarrollo de sus actos, porque su amor entre ellos y hacia nosotros, sus hijos, era tan fuerte que creían firmemente que nada malo podía traspasarlo.
Me enseñaron a tratar a mi hermano como un niño normal y como un niño normal lo consideré siempre, hasta que en el colegio un compañero me abrió los ojos sobre la pequeñez e indefensión que mi conciencia no quería asumir como cierta.
Entonces caí en la cuenta de las veces que le había sacado en brazos, furioso y exhausto al mismo tiempo, de peleas con gigantones de menor edad que él, que lo insultaban con crueldad, recordé de inmediato la de situaciones comprometidas en las que su cerebro audaz lo hacía adentrarse para terminar casi siempre pidiéndome el rescate a voz en grito, desde la copa de un árbol o el tejado de la casa del campo, hasta donde se había subido para rescatar a un pajarillo aun mas perdido que él o al estúpido gato del vecino.
De todas formas no me importaba, principalmente, porque a quién no le gusta ser un héroe rescatador siempre a la conquista de nuevas a venturas, pero, sobre todo, he de reconocerlo, porque si había algo bajo el cielo que yo admirase y amase por encima de todas las cosas  de seguro que era mi hermano
Pero como suele pasar con los malos momentos de la vida o los peores recuerdos, o la sinceridad que mas odiamos, que, a pesar de ser superadas se nos aparecen luego en la fatalidad de los sueños, esta verdad sin tapujos del que yo creía mi amigo hizo que desde entonces miles de preguntas me rondaran entre sueños, abordándome en mitad de la noche, que miles de veces los labios apartaran ,tragándosela con rabia, la interrogación que ya nacía en ellos ,porque la sonrisa de mi madre que lo iluminaba todo, la caricia presta de mi padre o la bondad natural en los ojos de Jorge conseguían acallar cualquier duda.
Poco a poco, casi sin darme cuanta me fui convirtiendo en su protector a tiempo completo, aquel que se especializaba cada segundo velando para que en el colegio no lo acribillaran con la curiosidad o los malos modos de unos pocos, para que en el camino a casa no lo molestaran con la ignorancia o la malicia de muchos, para que en la normalidad de su vida nadie lo ofendiera, dañara o perjudicara diciendo algo que él no quería oír y mucho menos saber.
Pero como siempre suele ocurrir, llegó un momento en que mi propia vida, mis amigos, las chicas, las motos o esa cadena que forja el destino de cada uno, me reclamaban con urgencias de necesidades nuevas, llevándome por un camino que ya no era el mismo, un camino que ya no podíamos andar los dos de la mano, como cuando éramos pequeños, aunque así lo quisiéramos.
Jorge lo entendió sin tener que decírselo, porque las palabras nunca hicieron falta entre nosotros, lo comprendió porque su propia vida que se acortaba a más velocidad que la de cualquiera, urgiéndole, llevándole a hacer múltiples cosa que entonces yo no entendía, ni me molestaba en comprender.
Porque Jorge con sus cortos ahorros había alquilado un local, que era incapaz de seguir pagando y en el que acogió a indeseables, a borrachos, a tullidos, a despojos humanos, a renegados de la vida, a drogadictos y a mujerzuelas viejas, que muchas veces en su desesperación lo vapuleaban y ofendían pidiéndole lo que él no podía darles, dinero, droga o mas comida.
Pero eso no le importaba, ni se desesperaba con los malos días, porque decía que el ser humano, la esencia del hombre puro, estaba muy por encima de cualquier mal momento pasajero.
Algunas veces- pocas he de reconocerlo-me obligó casi a que le acompañara a aquel antro ,que se mantenía a duras penas con la caridad de los vecinos, para que le echara una mano en la limpieza o aunque solo fuera escuchando las palabras de los desgraciados que por allí aparecían.
Fue mía la idea del nombre por el que se conocería entre la gente de la calle a aquel viejo antro viendo sobre un camastro a un borracho cantando, una mujerzuela jugando a las cartas con un drogata con los temblores del mono sobre una mesa astillada y vencida y una abuela tiritando de frio en un rincón.
-Joder, Jorge, le dije, aquí lo que necesitáis es un quitapenas, pero la abuela me sonrió con su boca sin dientes, la mujer perdida de la vida y el muchacho que sufría en silencio por la ausencia de droga me miraron por un momento y el borracho alzó su voz más fuerte, calentándonos el corazón con las estrofas de su canción.
Ese día aprendí algo, algo que tal vez se perdió en mi memoria hasta el día que murió mi hermano, pero que desde entonces vuelve a mí con más insistencia. Esa fe que él tenía, esa confianza ciega en que lo podemos lograr, ese creer que nuestros sueños pueden hacerse realidad algún día si lo intentamos de corazón, porque él vivía como cierto que  la lucha comienza cada vez que queramos y que la vida siempre nos puede enseñar su mejor cara si en ella confiamos con entereza.
Yo imbécil de mi, creía tener toda la suerte del mundo porque mi cuerpo crecía libre de la enfermedad que lo acosaba ,creí ser un elegido del destino porque era normal, porque mis pies y mis manos estaban donde debían estar, porque corría fuerte y sano, porque las chicas reían mis bobadas y tenía multitud de amigos.
Me sentía superior porque mis ojos veían la claridad del sol y mis oídos podían gozar con los sonidos que día a día iban naciendo a mí alrededor, auque en realidad nada viera ni oyera más que el eco de mi propia soberbia.
Ya me veía alcanzando cualquier cima porque no estaba tocado por la droga ni la miseria de la pobreza o la iniquidad, ya me sentía un poco Dios y un mucho por encima del resto de los humanos, porque mi cuerpo podía ser visto por cualquier juez imparcial sin ser tachado de lacra alguna, percibía como en una silenciosa locura que era un privilegiado, un elegido, cuando no era más que un estúpido engreído.
Pero lo que es más importante, aun sintiéndome así, tan conforme con mi sino y la vida que parecía tan bien diseñada para mí, no hacía nada para agradecer estos dones ni compartirlos con los que no podían gozar de ellos, y, tal vez, eso fue lo que me llevó a ser terriblemente infeliz, a tener un vacio permanente en mi alma, una herida sangrante que no cesaba por mas copas que bebiera o mas drogas que consumiera, porque olía mi propia insignificancia ,mi propia nada interior que me ahogaba, llevándome a sentirme mal conmigo mismo sin saber por qué.
Y empecé a vagar de aquí a allá sin rumbo y sin freno, probé de todo y nada me parecía lo suficientemente bueno para mí, solo la pendiente que me llevaba sin freno a la locura parecía mi destino y mi cruel realidad.
.En cambio, en ese mismo tiempo, como después supe, Jorge no paró ni un momento, cuando no estaba en su club quitando basuras o ayudando a un drogadicto a pasar el mono, estaba en la puerta principal de los supermercados pidiendo comida para sus quitapenas, o en la planta infantil del hospital visitando a unos niños que creían que era uno más de ellos, con su eterna sonrisa bailando en su cara y sus ojos de eterna esperanza.
No lo supe porque estaba muy lejos, perdido en la desgracia que solo yo había labrado y fecundado, hasta que recibí una carta de mi madre, con dos meses de retraso, diciendo que Jorge se moría.
Solo entonces regresé, con el alma rota y vencida.
Acercándome a su cama del hospital, me atreví a mirar sus ojos para preguntarle el porqué, el porqué de tantos esfuerzos que lo habían llevado hasta allí, el porqué de tanta lucha sin importarle el tiempo, el dinero, o el trabajo echado en lo que yo creía saco roto.
Y él me sonrió, me sonrió como siempre tomándome de la mano como cuando éramos niños para contarme en voz muy baja su secreto, su dedicación permanente a los demás que no era sino una forma de vida, una forma de entender el significado de la palabra amar sin límites, sin importarte la recompensa o el fruto de tu esfuerzo, solo lo hecho sin volver la vista atrás.
Y solo entonces me vi tan insignificante y vacio como siempre había sido, uno más de los muchos que nacen cada dia, un borrego más bien dispuesto a comer, reproducirse y morir sin haber dejado nada tras sus pasos más que vacio y desolación.
Ahora me daba cuenta que todo no era tan simple como nos parecía a los que nos creíamos especiales por haber nacido sanos y sin taras, porque mi hermano, ese pequeño ser que parecía mi pequeña sombra, mi conciencia buena, siempre inclinado a mi lado, aquel que ni un día mientras vivió se apartó de mi corazón, podría no haber crecido en apariencia, pero sus sentidos, la bondad, o esa inmensa fe que tenía en el hombre había ido cada día agradándose un poco más, hasta casi envolvernos a todos en su creencia.
Esos días que compartimos juntos en el hospital fueron el mejor regalo que podía hacerme la vida, viendo como las personas que mi hermano había ayudado pasaban por allí para ofrecerle una sonrisa, un poco de consuelo o simplemente un poco de su calor, incluso cuando me enfurecía pensando en las muchas que mi hermano había ayudado y desagradecidos y olvidadizos no pensaban en él ahora, la grandeza de su corazón aliviaba los recelos de mi ira confesándome que también en su pensamiento había un hueco para ellos ,pues habían hecho su felicidad dejándose ayudar a forjar la suya.
Y una noche, adormilado y vencido por las largas horas de vigilia, me pareció sentir un gran ave voltear junto a la ventana, así me di cuenta que llovía, que una lluvia torrencial caía sobre los tejados y las aceras, sobre los alfeizares y las tejas, y también creí ver- lo más seguro es que lo soñara-como un ángel de alas blancas esperaba sentado frente a nuestra ventana viendo como la lluvia caía.