miércoles, 23 de noviembre de 2011

PRIMER PREMIO RELATO AYUNTAMIENTO DE POLA DE LAVIANA

CADA DIA TRAE SU PAN

La luna se disuelve en los cielos,llevandose con ella su corte de estrellas plateadas,para dar entrada al nuevo dia,que se presenta sin nubarrones ni heladas,pero si,acompañado,por una estela de frio que va envolviendo los corazones de los que lo aguardaban.

Los arboles deslucen el paisaje,pelados por las inclemencias de un invierno que pesa en las almas

Las lomas ,hoy sin el manto blancuzco que regala la helada,se ven amarillentas y palidas,como el rostro de una niña mal alimentada.

Juana se levanta temprano,son muchas las cosas por hacer y poco el tiempo que da el dia.

Nada mas salir de la casa,el frio la saluda quemandole la cara,una vez mas desde que las heladas mañaneras se llevaron al calido otoño,aquel que creyó que nunca pasaria con su brotar de frutos maduros y sus hojas marrones volanderas.

No es muy alta,pero su figura es estilizada como un junco de los muchos que bailan al pie del río.

El traje negro que usa desde la muerte de su hermana-aquella que le dejó en herencia una sobrina esmirriada y blancucha,con ojos azules de espanto y permanente pañuelo negro de luto en la cabeza-se nota raido por varias partes,cosido y vuelto a recoser,y ya no tardará mucho en pasar a mejores manos,las de la chiquilla que la sigue cabizbaja en la lucha diaria de dar de comer a los animales.

Juana no es mala persona ni excesivamente dura,solo es realista con la vida que le ha tocado vivir junto a un marido que no la quiere y unos hijos que no ha querido engendrar ni acoger su vientre seco.

Guzman-su marido-heredó el nombre del militar aquel de Tarifa ,que perdió a su hijo pero creyó ganar su honor ,aquel al que su madre admiraba sin conocer cuando aun el no habia nacido,cuando las noches se hacian de largas,eternas, en el campo, y las familias,los amigos,y los ancianos,seguidos de la chiquilleria ,se aunaban junto a las hogueras donde daban calor al cuerpo- con las migas y el porron- y fuego a la imaginacion,con los cuentos y las historias mas soñadas que vividas,entremezclando una realidad que nunca habian visto con unas fantasias que los visitaban cada noche no mas cerrar los ojos e intuir el sueño reparador.

Este marido impuesto por sus padres-este hombre recio y profundo que nunca la supo entender,pero que antes muerta que deshonrarlo o dejarlo en mal lugar-marcha todos los dias bien temprano a la labor del campo,dura jornada de sol a sol,en un tiempo duro y crudo,en el que ni quieren ni pueden quejarse de lo dura que es su situacion.

No lo hacen porque viven y comen mal que bien todos los dias y la vida tras haber conocido tanta muerte es cien veces mas agradable y querida que el mas horrible de los trabajos que lleve aparejada.

Y es que son del parecer que la suerte por muy esquiva que se muestre a veces nunca les ha abandonado porque se pasaron toda la guerra con penas,hambres y amarguras,pero juntos, para sobrellevarlas el uno al lado del otro,ayudados por el entuertamiento de Guzman producido por una vara de olivo,que lo apartó de los trabajos de confianza del amo,pero tambien de los peligros de una guerra que no conocia de familias ni amigos,una guerra que partió el corazon de un pueblo en dos mitades muy dificiles de volver a pegar

Y ya al final, cuando los rojos-aquellos que de vez en cuando llegaban gritando sus consignas ,uniformados con sus colores rojos y negros,alistando a hombres que cada vez tenian menos ese nombre ,y en cambio ,eran mas chiquillos-un mal dia montaron a Guzman en su camion desvencijado requisado a sabe Dios quien,no lo trataron como un inutil sino con amabilidad y paciencia ,viendo la inocencia de un pobre hombre que nada mas supo pegar dos tiros al cielo hiriendo de muerte a una estrella fugaz.

Cuando se hizo la paz y fue libre de marcharse a su casa,trotó tan rapido como pudo,entre montes y lomas bajas,hasta llegar a los olivares verdes,que le regalaron su fruto amargo,que con las hambres atrasadas le supo a pan del Señor.

Juana cada dia antes de salir de la casa,ya ha preparado el desayuno a su marido-unas gachas aguadas-le ha colocado con cuidado en su zurron el sustento para pasar el dia- un mendrugo de pan y un trozo pequeño de tocino-ha limpiado la casa barriendola y dandole un agua hincada de rodillas -con un cubo y un paño viejo-y arreglado el camastro de ellos y el jergon de paja donde duerme su sobrina.

Despues de dar de comer a las bestias-unas cuantas gallinas-que desde el racionamiento de trigo,casi no ponen nada-un pollo -que solo Dios sabe con que apuros sigue vivo-y varios pollitos nuevos-que el guardia civil de la Comandancia ya ha echado el ojo-mas un burrito joven y dorado como el oro viejo-que es su unico amor y el dueño de sus desvelos,irá a echar una mano en la recogida de la aceituna,llevandose a la cria,que no contará mas de ocho años- y se acordará en silencio de que solo tres contaba cuando su madre la dejó a su cuidado para marcharse para siempre de unas fiebres locas que la debilitaron y empequeñecieron hasta hacerla morir- para que la ayude,a ver si entre las dos pueden sacar algunas perrillas para troquelar por un poco de harina para hacer unas migas,o algo de pan para toda la semana.

¡Pobre de la Jacinta –piensa en ella,como ahora, Juana de higos a brevas-que joven que era y que rapida vivió la vida!

Primero se quiso marchar del pueblo para,segun decia ,vivir mejor,no como los animales que nos creemos,decia la pobrecilla,enfurruñada, que nadie nos conoce fuera de estas tierras ni a nadie le importamos.Y alla que se marchó,por esos caminos, que como decia el bueno de Don Miguel ,el parroco,no guarda otro que el mas negro de los demonios y bien que volvió ,como medio pueblo profetizó en su dia,pero ya avejentada y con el alma rota ,enferma y con una hija en los brazos sin padre que la mantuviera.

Cuando se fue debia tener,piensa Juana al ritmo que le imponen las labores del dia,no mas de dieciseis o diesiciete años

Ella era aun una cria y no se acuerda mas que por lo que le contaba la Quiteria que era la que la seguia en edad,pero lo que si se le gravó en el alma fue la imagen triste y derrotada que tenia en su regreso ,quince años despues.

Cuando fue a caer medio reventada por la vida bajo el porche de cañizo que custodiaba la entrada de su casa,Juana ni siquiera la reconoció como su hermana mayor,pero al auxiliarla y verle los mismos ojos de bondad de la Quiteria,pero sembrandos por su propia rebeldia y mal humor,supo sin dudarlo mas quien era aquella desgraciada que ni sostenerse en pie podia.

No lo dudo ni por un instante, la entró en su casa,la desvistió,cuidó de su hija y de ella ,hasta que una noche de lluvia y luna de plata su espiritu se fue cavalgando sobre las estrellas,dejando alli sembrado el cuerpecillo pequeño y esmirriado de una hija blanquecina y de ojos azules que nada tenia que ver con los tiacos mas que la sangre heredada de su madre.

Guzman no era muy amigo de recibir en su casa a nadie y menos aun a una enferma y a su hija pequeña ,pero como Juana cuidó de su padre y hasta de un tio solteron,que a nadie mas que a el tenian,siendo aun recien casados, hasta que ambos murieron de viejos y estando hasta entonces requetebien servidos y regalados,no se atrevió a negarse a lo que los ojos aceitunas de su mujer pedian sin que su boca se atreviera a hablar.

Y es que muy largos nunca andaban y por mas que Juana se afanaba en las mil tareas,nunca conseguian deshacer el nudo fuerte que les tenia agarrado la vida.

No eran gastadores,ni Guzman gustaba de beber o fumar,mas que los dias de paguilla,mala cosa esa,se decia Juana ,una y otra vez en voz callada, de fumarse un liadito, tomando un tragito del porron con los cuatro amigotes de la siembra.

Pero es que ademas su marido cobraba,la mayor parte de las veces en aceite,garbanzos y patatas,aunque esta noche,que era la de fin de mes,le darían cuatro perras gordas que ya tiene apalabradas,que le vendrían de perlas para comprar algo de tela a Dña Marisa,la tendera,y asi hacer un traje a la chiquilla que pronto se acercaría el Corpus,pagarle lo que le debían atrasado y aun puede que quedara algo para aprovisionar la hueca despensa,donde solo duerme el polvo y la esperanza muerta.

Estando en los olivares,vareando como un hombre,o de rodillas sin rezar,recogiendo el grano negro,que enriquece a unos pocos y da de comer a muchos,la llaman para que acuda a casa de la Señá Maria,que prontamente va a parir y quiere de su consuelo y ayuda.

Con la chiquilla siguiendola a traspies,se dirige a las afueras del pueblo,donde la pobreza se hace aun mayor y la miseria la espera escondida tras la puerta.

Un camino polvoriento y retorcido lleva hasta las afueras del pueblo,lo mas lejos donde nadie se atreve a vivir,donde la noche no se viste con velas,ni el dia con las voces de los vecinos.

Alli una casa medio abandonada,delata la pobreza y dejadez de aquellos que deben de vivir en ella.

Las paredes hace mucho que recibieron el ultimo encalado,las puertas se despegan de sus ejes -mas diestras en colgarse hacia un lado,en posicion de rebeldia-las ventanas sin cortinas asemejan ojos huecos y el techo lucha una guerra desigual contra el viento y las heladeras,que ya pronto le dejará derrotado y cabizbajo.

Juana al verla una vez mas,se repite el mismo pensamiento mil veces callado,mil veces escondido a una amarga realidad de que la casa de la Seña Maria es pequeña y humeda,con desconchones y boquetes que la falta de un marido no pueden quitar

Los niños,con los mocos caidos y las caras sucias,los pies descalzos a pesar del frio y la ropilla estrecha y vieja,juegan en la entrada,cuidando los mayores de los pequeños,llorando ahora, uno ahora otro.Con ellos,cuidandolos,deja Juana a su sobrina,que medio lela se queda quieta sin saber que hacer,mientras los chiquillos le hacen un corrillo burlandose de su cara de niña vieja.

Entra en la casa pidiendo un permiso que le es prontamente dado,desde una oscura habitacion al fondo de un pasillo estrecho.En el pasillo no hay muebles ni enseres,solo poca cal y boquetes en un techo condescendiente que le muestran un cielo azul plata y el correr de un viento frio a su libre albedrio.

Tras el pasillo dos piezas ,hermanadas en una sola entrada separada por una pared.En la primera está la enferma,en la otra una mesa de tres patas apoyada a una pared,una ventana sin cortina y un fogon que no quiere empezar a arder.

Juana llama a su sobrina,a gritos,para que acuda a su llamamiento,sin decir como siempre;

-Chacha es que no la escuché

Y le pide,con cara de mala-que si la pone de buena no hará nada bien- que corte de los arboles de fuera leños,maderos,lo que sea,con las manos,con los pies,pero que le traiga,rapido, que le hace falta,algo para que encienda el fogon para poner agua a hervir en el.

Cuando sale la niña -que pronto se hará mujer,a traspies mal dados y sueños rotos en un jergon de paja prestado-Juana entra en la habitacion contigua,en la que solo hay,tirados en el suelo y sin tapar, camastros viejos y sucios para la madre y los niños poder dormir.

Y se fija en el cuerpo tumbado de lado,en las ojeras que visten sus ojos y en el dolor que le ciñe el vientre,hinchado y fertil,y presa de la frustracion de no haber sido madre,la envidia habla por su boca diciendo,lo que su corazon jamas osaria hablar;

-Pero,Maruja,mujer,como se ha dejado usted hacer otro hijo,no ve que no los puede criar bien.

Y la otra llora cabizbaja,mas por la humillacion de ser madre sin tener de quien,que por el dolor tan grande,que no por ser tan comun ya la quiere bien,del hijo que sus entrañas guardan y que ya quiere nacer.

Cuando Juana ve sus lagrimas,se muerde los labios y se clava las minimas uñas en su propia piel,¿quien es ella,para dañar asi a aquella pobre mujer,no tiene ya bastante desgracia de ver a sus hijos pedir por hambre y con su maltrecho cuerpo no tener ni para darles de comer?

Y cuando su sobrina se presenta con la leña,la manda de nuevo al hogar,para que traiga la gallina vieja,esa que guardaba con tanto afan,para un acontecimiento esperado,para cuando la vida les quisiera ,por fin,mirar bien.

Y sin decir nada,como es su costumbre, atiende a la madre,la consuela y apoya, hasta que de su vientre mana el fruto de la desilusion,otro bebe rosado y fuerte,al que la miseria y orfandad de padre,matará poco a poco de hambre,de enfermedades y de soledad,abandonado por todos en un mundo al que no pidió llegar.

Juana lo baña con manos maestras en el arte de cuidar hijos de otras y se lo entrega rapido a su madre para que lo amamante-si es que la naturaleza le regala esa prenda- y ni quiere ni tiene tiempo de mirar su carita morena,de ver sus ojilos cerrados,porque sus manos expertas le ciñen la cara y le notan la tiña y ya queda con la madre para venir otro dia con unas hierbas y aceites para curarlos a él y a sus hermanos mayores,como ya hiciera en otras ocasiones.

La madre quiere levantarse para agradecerselo con palabras ya que con otra cosa no puede, pero ya Juana esta saliendo en busca de su sobrina para tomar la gallina vieja y hacer con ella un caldo de puchero que a la madre y a los hijos despegará de la raspa pegajosa de la muerte y dará una pequeña esperanza en un futuro mejor.

Malaña ,la cuñada de Juana,que ya ha salido de su trabajo de limpieza en el Matadero,lleva bajo su ropa escondidos mondingas y pellejos que en cuanto llegue a su casa,freirá con el poquillo aceite que ayer mismo sisó a su cuñada y llamará a todos los chiquillos de los alrededores,como le gusta hacer,para que con sus gritos y suspiros,con sus risas de hambre calmada y carrillones a reventar,alimenten ese espiritu tan roto que le quedó desde que le fusilaron a su Julian.

Puede olvidar el hambre,de hecho, la delgadez la persigue como una condena porque ya nada le sabe igual que antes y hasta el ultimo mendrugo de pan que tiene lo da a los

que piensa que sufren aun mas que ella,pero lo que no puede olvidar es la falta de su marido,de su voz ronca,de sus manos recias,que la tienen medio loca o medio lela,como dice mas de uno,a sus espaldas, en el pueblo.

Cuando Juana regresa a su casa con la chiquilla dos pasos mas atras,ya huele en el ambiente la fritanga de los martes,que invade hasta la quietud del Camposanto donde reposa su pobre hermano,que muerto lo tuvieron que llevar a que le echara las aguas el señor cura,porque de vivo ni amarrado lo hubieran conseguido.Y listo si que era,recuerda Juana al compas de sus pasos,que aprendió a leer el solito cuando cuidaba las cabras y mira que le cogió empeño a la lectura que no habia libraco al que no le hincara el diente.

Despues con el tiempo siempre acuestas, se metió en politica y eso es malo y malamente le fue,sentencia en su mente Juana,por eso solo las flores y el dolor de los suyos le hacen compañia en el Camposanto ,que mejor hubieran preferido que no hubiera sabido leer y en cambio estuviera en los campos segando,sembrando o recogiendo la cosecha del amo.

Malaña con el brazo en alto y al final de el la mano extendida como un plumero de bienvenida,en la puerta de su casita encalada y vestida con macetas de colorines como para acudir a la romeria,llama a la sobrina de Juana para que se acerque a probar la fritanga.La niña mira a su tia con esos ojos azules de desesperacion y le dice con voz finisima;

-Chacha ¿me puedo acercar?

Juana mira malamente a su cuñada,de la que piensa que mejor le iria si guardara los cuartos que con tanto trabajo gana en el Matadero,pero,sonrie a la niña que se asusta pues nunca antes ha visto el brillo de sus dientes,ni el balancearse de sus labios.

Entra en su casa en silencio para preparar el fogon y limpiar y ordenar,planchar,recoser o hacer lo que sea,antes de escuchar la voz servicial de Malaña invitandola a entrar en su casa,donde todo le recuerda al hermano que se fue,al unico que la comprendia,al unico ser humano con el que se sentia persona por completo.

Malaña la esperará con la puerta abierta hasta que se acabe la fritanga,hasta que el ultimo de los chiquillos se marche,para cerrar despues por dentro la puerta,envoviendo en la oscuridad interior su pena a solas,sin compañia ni reservas.

Quiteria,la unica hermana que le queda viva a Juana,termina a esa misma hora sus labores en el Camposanto,donde barre los caminos de piedra y limpia las lapidas y tumbas de aquel que se lo pide,y tambien-con mas cariño y respeto si cabe-las de aquellos que no tienen a nadie que velar por su recuerdo, a los que pone unas florecillas del camino que atraviesa el cementerio.

En el pueblo se la quiere y se la respeta,por trabajadora y cabal,como todos los” tiacos”,de los que procede.

Desde la mañana a la noche,vela por su casa, trabajando en el campo bien temprano,despues barriendo y limpiando el mercado,donde recoge y tira los restos que nadie usará.Alli, le dan el costo para que alimente a su larga prole.Despues se marcha al camposanto y entre ratos cuida a sus hijos con la ayuda de su hija mayor,la Pepa,que ya esta en edad casadera y que pronto dejará el bullicio de su casa para marcharse a la del novio,con quien vivirá hasta que puedan casarse como Dios manda.

Son tiempos dificiles para todos,que se le va a hacer,se lamenta sin decir palabra.A ella bien que le gustaria que la Pepa se casara como una señorita, pero lo que no puede ser ,no puede ser y suerte tiene que el chaval con quien ha apalabrado su boda sea cabal y decente y trabajador como el que mas.Ahora le queda lo mas dificil llevarse bien con la Maria Dolores,la suegra, que esa es harina distinta,de otro costal,y ahorrar lo que sea para tener su casa y pasar por el altar.

Y que conste que la Maria Dolores no es que sea mala del todo,que si fuera asi ni por todo el oro del mundo dejaria ella que su hija se fuera a su casa-piensa Quiteria,mientras da un agua por el camino de tierra para asentarla -sino que como el marido es el capataz del cortijo de Don Ginés y dicen que su mano derecha pues ella anda con esos humos que para qué,pero otra cosa no tiene.

Seguro que la Pepa,que es muy buena niña se hace con ella con esos ojitos negros y dulces que gasta y ese corazon a flor de piel-razona Quiteria,mientras barre la lapida de el que fue el antiguo parroco del Santuario de Nuestra Señora de las penas.

Cuando termine la faena en el cementerio se pasará por el mercado que como hoy es fin de mes ,alli le han guardado un buen costo de verduras frescas y fruta buena,que meterá en un capacho que hizo en un rato libre trenzando cañamo que cogió Nicasio,su marido, del campo,secandolo en el techo de la casa al sol de mediodia y al calor de la candela del fogon en los dias de humedera.

Con esta preciosa carga se dirigirá a casa de su hermana Juana a la que quiere mas que a sus hijos pues la crió ella cuando a los tres,el Julian –pobrecillo- ya casi era un hombrecillo,les faltó la madre,a la que no supieron curar ni las pocas sabidurias del herrero que habia entonces en el pueblo-haciendo las veces cuando asi lo requeria la clientela de sacamuelas o curandero,segun el caso- ni las oraciones del señor cura-que tosia entre Padre nuestro y Ave maria ya el pobrecillo con muy buena voluntad,pero con un pie en la tumba por una tisis mal curada y peor llevada en una casa parroquial con mas boquetes y humedades que un barco a pique

Y asi , la pobre de su madre-que no contaba mas que treintiocho años de vida trabajada y gastada en la labor eterna,sin risas ni cantos,ni romerias ni verbenas- se fue yendo poco a poco-en silencio de ojos que lloran sin lagrimas y lamentos que no salian de una boca seca- al ritmo de la sangria que le imponia sin querer el ultimo de sus hijos, muerto en su vientre, que la iba debilitando poco a poco caminito del Camposanto,donde ,por fin,reposaba tranquila junto a su hijo Julian desde ,ya ni se acordaba Quiteria,cuantos años hacia.

Juana la recibe con el fogon encendido y caldo de cafe sin azucar ni aderezos,tendiendole a modo de bienvenida una taza mellada,de liquido negro,humeante y oloroso,que impregna el fogon reluciente por la cal,la plancha metalica sobre la lumbre frotada con arena y estropajo,hasta dejar la superficie mas nueva que el dia que fue comprada y las pocas cazuelas y cucharones de madera que cuelgan de la pared de color canela dorado por la sosa y los trabajos de Juana que limpia como si en ello le fuera la vida,clamando asi en parte el dolor de una sangre que nunca ha manado de su vientre,la esterilidad y niñez perpetua de una mujer que se sabe bien su oficio de hembra pero a la que la naturaleza la detesta y desprecia escupiendole en el corazon.

Quiteria le muestra risueña el capacho,pero Juana -que no se puede quietar de la cabeza la imagen de la Señá Maria tumbada sin fuerzas,incapaz siquiera de amamantar a su hijo recien nacido y aun menos de cuidar como debiera a los tres infelices que trotan a sus anchas en la puerta- se encoge de hombros como diciendole en silencio;¿y a mi qué?

Quiteria ya conoce el caracter dificil de Juana,su buen corazon y el dolor que esconde por la falta de hijos sin los que las mujeres como ellas son incapaces de vivir felices.

Se marcha,cabizbaja como tantas otras veces, tras beber el cafe y charlar de mil cosas vanales,quedando para mas tarde en su casa donde tiene algo muy importante que quiere enseñar a Juana.Esta la mira con desconfianza porque Quiteria no ha sido nunca amiga de chismes ni cuentos,pero como la respeta como la madre que para ella fue,se compromete a ir,pensando en llevar un pollito de entre los mas fuertes y crecidos y un poco de aceite que de seguro a su hermana con tanto chiquillo le vendrán bien.

Nada mas cerrarse la puerta de su casa y desaparecer esa figura que para ella es mas que la de su madre a la que casi no recuerda,ya se arrepiente de su mal corazon y su poca cabeza que la han hecho estar callada y antipatica con su hermana,cuando su deseo habria sido abrirle el dique fortificado de sus penas y muchos desvarios,contarle abrazada a sus rodillas con la cabeza escondida entre sus piernas -como hacia cuando aun era una niña- las lagrimas que guarda para ella sola,los sueños que esconde a todos incluso a si misma y la fortaleza fingida de la que debe hacer acopio para enfrentarse a la vida un dia mas de dolor.Pero solo le dura la afliccion unos segundos,porque en cuanto ve la faena que le queda por hacer y el dia que aun aguarda por consumirse,le nace de su fuerte pecho la esperanza y la rebeldia,sabe que las palabras no son necesarias entre ellas y que Quiteria habra entendido su desazon.De todas formas,dentro de un rato se acercará con la niña como quedó a llevarle el pollito y ayudarle en todo lo que pueda.

Este trasiego de ir y venir entre las casas de las hermanas es diario ,porque desde que Quiteria se ocupó,aun siendo una chiquilla, de sus dos hermanos,de su padre y del abuelo Marcos,se produjo un nexo de union tan grande entre ellas que, aunque lo nieguen ,son incapaces de estar un solo dia separadas

Juana casi todos las mañanas se pasa bien temprano por la casa de Quiteria,con la niña chica a rastras,que siempre se queja de estos madrugones y que mas de una vez ha hecho reir a su Chacha Juana dieciendole que ella de mayor lo que quiere es ser rica.

En la casa de Quiteria ayuda a levantar a la chiquillada,limpia al abuelo Marcos,que en su mayor edad,tras una vida trabajada y al servicio de su familia ,se ha vuelto niño chico y se orina en el camastro sin saber ni entender.

Da el desayuno al padre-que aun trabaja el hombre en lo que puede a pesar de estar manco y cojo desde que una burra lo tiró del camino- y al marido de su hermana-un buen hombre donde los haya que ni habla el pobrecillo por no ofender- y luego marcha rapida a su casa a hacer lo propio con el suyo.

Los dias que como hoy se rezaga unos minutillos en la cama ya todo lo lleva mal y sabe que Quiteria habra tenido que luchar mas fuerte y con mas saña contra esa zancadilla invisible que tan bien les ha puesto la vida.Pero Juana es incapaz de hablar por su corazon y decir lo que su pecho siente, por eso calla y escucha o lo mas se esconde de la verdad en los ojos de los que la conocen o de la verguenza de no hacer mas por los suyos,porque si por ella fuera la vida seria poca para entregarsela a los que ama.

A la hora del almuerzo-con la mirada azul de la chiquilla fija en sus manos callosas,justo cuando esta preparando un tomatillo,de los que apartó cuando la cosecha fue buena para cocerlo ,pelarlo y envasarlo junto a unos compañeros igual de rojos y enteros que este en unos botes que previamente habia hervido,para freirlo ahora que ya no es fecha de tomates,con ajos tiernos de su sembradillo y perejil robado al borde del rio,envolviendoles unos huevos revueltos de los que no venderá en el pueblo-oye voces de alarma,gritos de mujer que no conoce en el ajetreo,pero que demandan ayuda y rapido.

Asoma la cabeza por la ventana siempre abierta a pesar del frio del invierno,pero buena para chuparse el humo del fogon que arde violento y pregunta al aire;

-¿Quién va?

Y el aire le trae su nombre envuelto en auxilio y prisas;

-¡Juana por Dios dese prisa,mujer,que la Seña Maria se ha puesto muy malita y nada mas espera para morirse el verla a usted!

Con la niña a sus talones y el tomate ,olvidado,quemandose en la cazuela,sale con una toquilla envolviendo su figura y los pies volando al encuentro de su destino.Por el camino sigue los pasos de aquella voz que la alertó,pensando en que no debió dejarla sola,que la veia triste y cansada,que debió consolar su agonia y no sangrarle mas con la herida de los hijos sin padre.

Y clama al cielo para que se lleven su lengua maldita que la hace decir aque llo de lo que despues se arrepentirá durante tanto tiempo sin poder ya remediar su falta

Llegando a casa de de la Señá Maria ve a la mitad del pueblo amontonados a su puerta con los chiquillos de la enfrema revoloteando inquietos ante tan desacostumbrada muchedumbre.

-¿Pero que haceis aqui,pasmarotes?les increpa Juana que no soporta a los buitres sean de la familia que sean

La gente le hace sitio para que pase,pero se esperan a ver que ocurrirá sin importarle sus gritos ni insultos,porque quieren ver como muere la mujer que le dió la espalda a todos,la que tiró libre por el monte para hacer su vida,y ese espectaculo bien vale un par de insultos de Juana,la de los tiacos,que de todas formas ya todo el mundo sabe los genios que se gasta esta mujer ,que bien que lo dice el Guzman cuando el dia de paga se toma dos copas,apunta uno entre las risotadas de los demas

.La cria se emboba mirando la falda roja de terciopelo viejo- regalada por el ama -que lleva la Maria Dolores,la mujer del capataz .Su tia le jala de las orejas para llevarla con ella ,mas por su propia impotencia ante la falta de humanidad de estos que las acosan que por la falta natural de la chiquilla.

Dentro se escucha el llanto de un chiquillo fuerte que clama de hambre y los suspiros de una buena mujer que lamenta el marcharse de esta mala vida.

Juana recorre una vez mas el mismo camino ese mismo dia para llegar hasta el camastro que acoje a la enferma,cuando ella se fue ,limpio y ordenado, ahora lleno de sangre,rojo y humedo como un mar de coral,donde la Señá Maria ,se muere,blanca como la nieve ,con los ojos negros perfilados por las ojeras violetas,y las manos implorando la llegada de Juana.

Los labios amoratados e hinchados,quieren hablar pero la voz no sale de ellos.

Juana -con el crio recien nacido acunado en su pecho-se pone en cuclillas para acercar su oido a la boca de la madre que agoniza.

Las palabras van saliendo lentas,suaves ,de una boca que no quiere callar por mas tiempo,de unos labios que saben el destino que les aguarda,para hundirse en el corazon de una mujer que los escucha,mientras acuna mecanicamente al crio,y se muerde de rabia e indignacion,los labios propios,haciendolos sangrar al igual que ya sangra su corazon.

Y asi solas las dos le darán la bienvenida a la muerte,sin sacramentos ni compasion,porque nadie vendrá a dar la extremahucion a esta pobre perdida de la vida ,porque desde que murió el bueno de Don Miguel por la tisis y la soledad,ya nadie de la parroquia valora las almas torcidas,los caminos ingratos y las deudas habidas a la fuerza a la vida.

La parroquia la guarda desde entonces don Lucas,alto y enjuto,con mal caracter e incansable predicador,con una voz que clama desde su pulpito por los pecados de los campesinos,pero que se niega a dar el perdon que Dios le brindó a la Magdalena.Por eso no correrá con las faldas bien arriba,enseñando los pantalones gastados y las botas nuevas,para llegar a tiempo a confesar los últimos pecados a esta moribunda,como cuando se murió el viejo amo,Don Gines,quien le habia regalado amen de las botas,dos candelabros de plata y una imagen del angel Gabriel,sino que con calma degustará su chocolatillo ardiente y su bollo de leche,mientras escucha el viento correr.

Cuando la Señá Maria muere,Juana mira al techo desnudo,sin darse cuenta que por sus mejillas tersas y enjutas,corren mansas lagrimas de lluvia.Es en esa quietud de despues de la muerte,con los sollozos silenciados y los suspiros camino del cielo,cuando nota el sonido que llega de fuera,de las chacharas sin sentido que distraen a los que alli se congregan,bien dispuestos a asistir ,sin ver ni tocar o sentir de cerca,el sepelio de una condenada en vida,de alguien que se escondió de las normas porque la vida le dictaba una dura sentencia.

Furiosa con todo y con todos,ya se dispone a salir y a echarlos como sea,cuando el bebe que acunaba empieza a llorar,berreando por el hambre atrasada.

-Niña,llama a la Chacha Quiteria y a la Chacha Malaña,que las dos vengan a ayudarme,que aqui hay mucho que hacer.

La niña que reposaba quieta a la entrada de la habitacion -asistida por sus perpetuos ojillos azules de pajaro asustado y con su pañuelillo negro tapandole la mitad de la frente-corre con las babuchas raidas y agujereadas,subiendose el traje negro tachonado de remiendos que heredó de su Chacha Juana,que aun le queda pelin largo y mas que ancho,haciendole una figura de lechuga podrida,hinchada y apretada por la mitad.

Por mas que corra y aunque el aire no llegue a sus pequeños y maltrechos pulmones,nunca estará la Chacha contenta con ella y ya se teme una regañina o unos azotes si se entretiene en algo o se para un rato a jugar,por eso,cuando los chiquillos al cruzar el pueblo la llaman para meterse con ella,”Mariquilla pelentona,curatiñas y meona”,solo les enseña la lengua de pasada mientras corre y requetecorre hasta llegar a casa de la Chacha Quiteria,quien la besa en ambas mejillas ,abrazandola y achuchandola como hace siempre que la ve.Ya esta a punto de dejarse querer y olvidarse de todo con lo poco acostumbrada que esta a una caricia cuando recuerda la cara de la Chacha Juana,llamandola en la distancia,con amenazas veladas en sus ojos de aceituna negra brillando de colera ,y rapido, para que no se le vaya a olvidar nada,da los mensajes de su hermana a la Chacha Quiteria,que apenas tiene tiempo de apartar la olla de caldo del fuego y echar a correr tras ella.

En el camino que lleva a las afueras,se separan tia y sobrina y la niña vuelve a emprender la carrera cuesta arriba a casa de la Chacha Malaña

Quiteria se dirige lo mas rapido que la guian sus pies a la casa de la Seña Maria donde se encuentra una muchedumbre que no esperaba que la mira de arriba a abajo como si estuviera sucia o en pecado ,ante los que su voz enmudece y sus ganas de ayudar se tornan en agachar la cabeza y entrar rapido a la casa

Dentro ,en la habitacion del fondo, encuentra a su hermana afanada en vestir lo mejor que puede a la difunta,arreglarle la cara y el cabello ,para que se presente decente entre los angeles caidos como ella ante el Redentor.

Quiteria,que conoce a Juana como la hija que para ella es,no le hace falta hablarle para saber lo que piensa y sin preguntas que no hacen falta cuando hay verdadera comunion,la ayuda a ponerle las medias de Juana que son viejas,pero no estan rotas,como las que han encontrado en un rincon.

La pobre de la Señá Maria se irá al otro mundo vestida con una bata y un mandilon,que es lo unico que ha podido encontrar Juana,despues de trastear por toda la pequeña casa

Los pies- por falta de zapatos decentes que ponerle- los envuelven en un pañuelo que Quiteria llevaba como pañoleta de abrigo.Con un poco de barro seco,tiñen las mejillas palidas para darles un mejor color y asi poco a poco con entrega,van transformando una pobre muerte en una muerte serena.

Cuando han acabado,se presenta Malaña con la niña y entre ambas traen unas pariguellas en las que tienden a la difunta.entre todas,procurando no estropear su ultimo acicalo.

La cargan en silencio en ellas y asi la sacan de la casa

En el dinten de la puerta,encuentran a los chiquillos de la Señá Maria,que perdiditos de mocos y con lagrimas, mas de frio que por la perdida de una madre que no comprenden,colocan ante las andas para custodiar a la madre a la que ya nunca mas veran.

Desde su puesto -dirigiendo a su hermana,a la niña y a su cuñada-Juana llama a Salvador,que cabizbajo junto a su madre,la Maria Dolores,la mira con sorpresa y estupor.

-¡Ven para aca,Salvadorillo,que nos vas a yudar a llevar hasta el cementerio a la difunta!

La Maria Dolores,engallada y mirada arriba,estirandose dentro de su blusa de encajes pasados y la falda heredada de su ama,se acerca a Juana a pedirle explicaciones,pero ya esta cediendo su vara a Salvador le sale al encuentro y la separa del grupo,para hablar con ella en voz baja,sin que nadie por mucho que afinen el oido,pueda saber de que estan hablando.

Los que las observan, que son todos,solo ven a dos mujeres muy distintas; la una grande,gruesa y atildada,dandose maneras de señora pero sin serlo ni de prestado y la otra larga y delgada,con mirada valiente y gestos austeros,cien veces mas mujer que ninguna que se precie como la que mas de serlo.

Las ven discutir sin levantar la voz y luego meterse dentro de la casa,para salir al rato con el niño mas pequeño de la Seña Maria en los brazos generosos de Maria Dolores,que sin mirar a nadie ,excepto a su hijo-el que dentro de muy poco le llevará a casa una nuera para que le haga compaña-que la priva de la honradez de su mirada

Juana ,cogiendo a la niña mas pequeña de la Señá Maria en brazos,se encamina,seguida por los hijos que aun le quedan ,los que llevan las pariguelas con la difunta dentro,y el resto de los que alli estaban,hasta el camposanto,colina arriba,tras una larga y empinada cuesta.

A la entrada del camposanto los recibe Don Luis con su mejor sotana y su estola de extremahucion,quien con su voz de levantar muertos,les ordena que dejen en el suelo a la difunta para proceder a los sacramentos a que Dios da lugar.

Los que hasta alli han llegado,mas llevados por la curiosidad que por compasion o amistad,no pueden salir de su asombro,pues por todos es sabida la enemistad y persecucion enfurecida mas alla de la muerte de Don Luis con todo aquel que considera fuera de las reglas que manda la Santa iglesia.

Nadie se da cuenta de la mirada velada de Juana al parroco,ni de la despectiva que este regala a Salvador el hijo protegido y mimado de la Maria Dolores,a quien debe su amistad con los amos y muchos pollos capones y dulces de miel,que vienen a convidar su seca despensa cuando mas falta le hacia.

Cuando la muerta está enterrada como Dios manda y ya la muchedumbre se dispersa como la levastica antes de la tormenta,Juana aun saca riñones para acercarse al cura-al que desprecia por sobrebio y juez sin cuartel,casi tanto como ama al Padre Dios en el cree con verdadera fe-seguida del chiquillo mediano de la Seña Maria,cuchicheandole algo,mientras le empuja al chiquillo ,de mirada triste,pies descalzos y redondo vientre.

Quiteria que espera a su hermana,con la cria pequeña de la difunta cargada en sus brazos y la sobrina sentada a sus pies,observa como el parroco se echa las manos a la cabeza,queriendo empujar a Juana para huir de alli,pero esta le para con una mirada,y con una sola palabra lo hace volverse para coger al niño de la mano y llevarselo con el.

Juana camino de la salida,se para junto a la tumba recien cerrada,aquella que no hace tanto que recibiera el cuerpo acribillado de su hermano,para darle la mano y levantar a Malaña,a quien no le ha importado compartir su pena y su dolor con la Seña Maria,que descansará con su Julian,pero a quien ahora por revivido le duele mas que nunca la agonia de verlo de nuevo perdido.

Y lo que mas le duele que el mismo dolor es no tener a quien contarle sus penas ni con quien compartir su vida,alguien de la misma sangre que Julian,que ni tiempo tuvo en infeliz de sembrar su vientre virgen.

Mira a Juana que la ayuda a levantarse y mira los ojos del chiquillo que la acompaña,ese que estaba sentado junto a la tumba igual que ella,derramando lagrimas de la misma triteza que ella por esa persona a la que tampoco volvera a ver mas,y por primera vez se fija en el,en sus ojos azules que le recuerdan al que amaba,en esa barbilla tan picuda y en los barzos y piernas largos y delgados de todos los tiacos,y mira a Juana y esta le sonrie ,abrazandola y besando sus lagrimas que por fin tienen a quien querer.

Juana con la niña en brazos,que se acaba de quedar dormida,y la sobrina siguiendola como siempre a traspies,se despide de la Malaña que se lleva al niño de ojos azules a comer fritanga fria que sobró para el,y Quiteria camina contenta hacia su casa porque tiene algo que contarle a la Pepa que sabe que le hará bien,porque la Pepa es todo corazon y a Salvador lo quiere al perder,cómo podria no querer a su hijo,si cuando se casen sera de ella tambien.,va pensado Quiteria,un paso tras otro ..

Cuando llega a su casa Juana se encuentra dentro del cercado del pollino a un hombre alto y poco hablador,que la saluda con un “buenas”tosco.

-¿Que hace usted ahi,no ve que me va a asustar el pollino y le va a a dar una coz ?

El burrito,que parece con la luz del atardecer de oro,reconoce a su dueña y rebuzna contento.Ella le palmea el lomo sin soltar a la pequeña,dejando de sonreir cuando ve como el hombre enjaeza al animal para llevarselo

-¿Pero que hace usted hombre de Dios,es que quiere robarme el burro en mis propias narices?

-No señora,nada mas lejos de mi,lo que pasa es que el Guzman me lo ha vendido para pagar las perras que se ha gastado jugando a las cartas

Juana lo ve todo negro,escucha sin oirlos los rebuznos quejosos del animal que no quiere marcharse de donde tan bien lo tratan,pero no es consciente de nada hasta que escucha a la niña llorar de hambre,que es cuando su corazon se rompe en mil pedazos de dolor,por aquel animal perdido que habian criado sus manos con un cubo de hojalata y leche de la vaca de la Seña Paca,que la burra que lo parió murio de sobreparto y hecho una pelusilla de patas largas y hocico ancho se lo trajeron a Juana envuelto en una saca con el cordon umbilical aun colgando a rastras.

Y le duele la traicion de su marido que no ha reparado en ella,ni en su corazon al malvender a un animal que no es suyo,le duelen hasta los huesos que no la quiera ni respete,pero lo que mas le duele es la niña que acunan sus brazos ,mientras llora de hambre con vozarron grave como su padre.

Ya bien entrada la noche regresará Guzman a la casa,encontrará el fogon apagado y su mujer y la sobrina dormidas y en un jergon de paja en el cuarto de atras,oirá unos lloros de niño,que con el sopor de la borrachera se le asemejaran los de un animal abandonado y creyendo que ya la Juana ha recogido otro animal herido se dispone a coger la escopeta de detras de la puerta para acabar de un tiro con todos sus sufrimientos,cuando ya Juana se espabila como sonambula y se presenta ante el como alma en pena con la cara palida y los ojos llorosos,con el camison enterizo que usa desde que se casaron,y los pies descalzos a pesar del frio y la helada que cae fuera

-¿Que ibas a hacer ,maldito?,le increpa la mujer

-¿Como te atreves a hablarme asi?,le contesta el con voz gangosa de borracho

Ella le mira con ojos como carbones encendidos y le dice muy bajito;

.-¿No te has enterado de que hoy ha muerto la Seña Maria?

-Bueno y a ti esa ...¿qué?

-A mi nada,pero en cambio a ti...,le escupe ella a la cara

El levanta la mano zurda con intencion de dejarla caer sobre su rostro,pero es tal la dignidad que ve en el que le es imposible cumplir su amenaza.Deja la escopeta tirada en el suelo y se dirige a zancadas desiguales y cortas hasta su jergon donde se desploma vestido.

Juana coge a la niña y la envuelve en una toquilla con mucho cuidado.Sentada en una vieja mecedora que le hizo su padre cuando se casó,la acuna entre sus brazos mientras le canta una cancion que le enseñó su madre de niña y que su hija enseñará a la suya cuando se haga mayor.

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