lunes, 28 de noviembre de 2011

LA ESTIRPE DEL DRAGÓN

Hubo , en los lejanos tiempos ,un dragón que asolaba campos y aldeas. Se paseaba ,por aquí y por allí, provocando el mas grande de los caos y la mas cruenta de las desolaciones. Incendiaba los campos con su fétido aliento y mataba a doquier ,sin importarle a quien , si noble o mendigo, si recién nacido o anciano, si hombre o mujer.

Era tan inteligente y despiadado , que pensaron que sería imposible de vencer , pues aunque los reyes ancestrales se habían aliado para intentar su fin , ni con los mejores guerreros , ni con la élite de sus ejércitos , lograron superar su astucia y determinación. Mas , cierto día , llegó , de un reino extranjero , un asceta, alguien que solo cubría su escuálido cuerpo con una túnica y que portaba , con descuido , un misero zurrón. Los pobladores de aquellas tierras pronto supieron que había sido llamado por el Consejo de Ancianos , muy bien impresionados por sus logros de hombre sabio y negociador.

-¿Pero que podrá hacer un político para solucionar nuestros problemas con el dragón?-se preguntaron , pesarosos , unos.

-No es un político, es un hombre de paz-contestaron otros ,bien enterados.

-¿Y qué podría hacer un hombre de paz, contra un animal tan destructivo como el dragón?-se quejaron ,no flatos de razón, muchos .

Pero el asceta no escuchaba a ninguno , porque iba camino de la cueva donde moraba el dragón y no detuvo sus pasos hasta encontrar el sitio donde aquel dormía un apacible sueño. Llegado hasta ese recóndito lugar, se dispuso a hablar con el dragón, mas antes, soltó la carga de su zurrón ,justo en las fauces ,ya abiertas y dispuestas a tragárselo, del animal.

-¡Maldito mendigo!-le recriminó la bestia-¿es que acaso me has envenenado?-le preguntó, tosiendo sin parar, privado , momentáneamente , de su don de lanzar llamaradas.

-Nada de eso-le contestó el asceta, despojando su cara de la capucha de la túnica-pues solo te he invitado a compartir mi más preciado tesoro

-¿Tesoro?-se indignó aún más el dragón,llorando y sin poder parar de toser , por el mucho polvo que se había desprendido –si no ven mal mis ojos milenarios –aseveró-no es mas que basura y podredumbre lo que ahí atesoras ,pobre hombre.

El asceta, fue escogiendo cuidadosamente entre los muchos legajos y papiros que ahora besaban el suelo pétreo de la cueva y los separó , con el mismo amor que una madre cubría a sus hijos en la anochecida.

-Mira éste-le decía al dragón-mira que ilustraciones tiene este otro-le indicaba-¡oh, éste es de los mejores!-aseguraba-¡no , éste aún más!-continuaba, emocionado.

Y el dragón que nunca había sido tratado así, sin poder salir de su asombro , fue mirando lo que se le ofrecía , y ni uno ni otro se dieron cuenta de cómo pasaba el tiempo ,suave y dulcemente , como solo transcurre cuando dos amigos se encuentran.

Durante mucho tiempo no se supo nada del dragón, mas que de largo en largo era visto sobrevolando capillas o casonas ,donde se decía se guardaban los saberes antiguos, saqueándolas con el mismo afán que antes lo hiciera con las cosechas y las doncellas.

No se preocuparon ni los aldeanos de las cercanías ,ni los lugareños de otras poblaciones , mas que cuando fueron desapareciendo personas de las que nunca se volvía a saber nada mas. No eran jóvenes ,ni hermosas, los que nunca volvían, sino padres de familia ,estudiosos ancianos, gente enferma y principales o vasallos, pues de todo se supo que había...No había nada que relacionase aquello con el dragón, mas la sabiduría popular pronto supo que algo tenía que haber y sin palabras ,pero hombro contra hombro, hermanados como siempre habían hecho cuando algo les afectaba como pueblo ,se acercaron ,hasta la cueva del dragón , a pedirle cuentas .Pero ya no era la antigua cueva del dragón la que allí vieron, ni había olores a azufre ,ni ese tufo característico de los animales ,pues había sido sustituido por papiros y pergaminos , amontonados por cualquier parte, con el olor al papel viejo y nuevo invadiéndolo todo ,con mujeres y hombres, ancianos y niños, sentados leyendo , tantos y en tan gran número , que los del pueblo quedaron asombrados de la mucha gente que allí se escondía ,en un lugar que siempre habían creído tan pequeño .

“Los hijos del dragón” dieron por llamar a aquellos que allí se quedaron para siempre , perdidos entre pergaminos y papiros , y a los muchos que tras ellos, celebraban el encuentro con el conocimiento y la vida a través de unas hojas de papel, a todos aquellos que celebraban el día que el dragón había visto la sabiduría y la bondad gracias al ese hombre de paz, que se llegó a su cueva , gracias a ese asceta llamado Jorge que le regaló la posibilidad de abrir los ojos a la verdad.

miércoles, 23 de noviembre de 2011

PRIMER PREMIO RELATO AYUNTAMIENTO DE POLA DE LAVIANA

CADA DIA TRAE SU PAN

La luna se disuelve en los cielos,llevandose con ella su corte de estrellas plateadas,para dar entrada al nuevo dia,que se presenta sin nubarrones ni heladas,pero si,acompañado,por una estela de frio que va envolviendo los corazones de los que lo aguardaban.

Los arboles deslucen el paisaje,pelados por las inclemencias de un invierno que pesa en las almas

Las lomas ,hoy sin el manto blancuzco que regala la helada,se ven amarillentas y palidas,como el rostro de una niña mal alimentada.

Juana se levanta temprano,son muchas las cosas por hacer y poco el tiempo que da el dia.

Nada mas salir de la casa,el frio la saluda quemandole la cara,una vez mas desde que las heladas mañaneras se llevaron al calido otoño,aquel que creyó que nunca pasaria con su brotar de frutos maduros y sus hojas marrones volanderas.

No es muy alta,pero su figura es estilizada como un junco de los muchos que bailan al pie del río.

El traje negro que usa desde la muerte de su hermana-aquella que le dejó en herencia una sobrina esmirriada y blancucha,con ojos azules de espanto y permanente pañuelo negro de luto en la cabeza-se nota raido por varias partes,cosido y vuelto a recoser,y ya no tardará mucho en pasar a mejores manos,las de la chiquilla que la sigue cabizbaja en la lucha diaria de dar de comer a los animales.

Juana no es mala persona ni excesivamente dura,solo es realista con la vida que le ha tocado vivir junto a un marido que no la quiere y unos hijos que no ha querido engendrar ni acoger su vientre seco.

Guzman-su marido-heredó el nombre del militar aquel de Tarifa ,que perdió a su hijo pero creyó ganar su honor ,aquel al que su madre admiraba sin conocer cuando aun el no habia nacido,cuando las noches se hacian de largas,eternas, en el campo, y las familias,los amigos,y los ancianos,seguidos de la chiquilleria ,se aunaban junto a las hogueras donde daban calor al cuerpo- con las migas y el porron- y fuego a la imaginacion,con los cuentos y las historias mas soñadas que vividas,entremezclando una realidad que nunca habian visto con unas fantasias que los visitaban cada noche no mas cerrar los ojos e intuir el sueño reparador.

Este marido impuesto por sus padres-este hombre recio y profundo que nunca la supo entender,pero que antes muerta que deshonrarlo o dejarlo en mal lugar-marcha todos los dias bien temprano a la labor del campo,dura jornada de sol a sol,en un tiempo duro y crudo,en el que ni quieren ni pueden quejarse de lo dura que es su situacion.

No lo hacen porque viven y comen mal que bien todos los dias y la vida tras haber conocido tanta muerte es cien veces mas agradable y querida que el mas horrible de los trabajos que lleve aparejada.

Y es que son del parecer que la suerte por muy esquiva que se muestre a veces nunca les ha abandonado porque se pasaron toda la guerra con penas,hambres y amarguras,pero juntos, para sobrellevarlas el uno al lado del otro,ayudados por el entuertamiento de Guzman producido por una vara de olivo,que lo apartó de los trabajos de confianza del amo,pero tambien de los peligros de una guerra que no conocia de familias ni amigos,una guerra que partió el corazon de un pueblo en dos mitades muy dificiles de volver a pegar

Y ya al final, cuando los rojos-aquellos que de vez en cuando llegaban gritando sus consignas ,uniformados con sus colores rojos y negros,alistando a hombres que cada vez tenian menos ese nombre ,y en cambio ,eran mas chiquillos-un mal dia montaron a Guzman en su camion desvencijado requisado a sabe Dios quien,no lo trataron como un inutil sino con amabilidad y paciencia ,viendo la inocencia de un pobre hombre que nada mas supo pegar dos tiros al cielo hiriendo de muerte a una estrella fugaz.

Cuando se hizo la paz y fue libre de marcharse a su casa,trotó tan rapido como pudo,entre montes y lomas bajas,hasta llegar a los olivares verdes,que le regalaron su fruto amargo,que con las hambres atrasadas le supo a pan del Señor.

Juana cada dia antes de salir de la casa,ya ha preparado el desayuno a su marido-unas gachas aguadas-le ha colocado con cuidado en su zurron el sustento para pasar el dia- un mendrugo de pan y un trozo pequeño de tocino-ha limpiado la casa barriendola y dandole un agua hincada de rodillas -con un cubo y un paño viejo-y arreglado el camastro de ellos y el jergon de paja donde duerme su sobrina.

Despues de dar de comer a las bestias-unas cuantas gallinas-que desde el racionamiento de trigo,casi no ponen nada-un pollo -que solo Dios sabe con que apuros sigue vivo-y varios pollitos nuevos-que el guardia civil de la Comandancia ya ha echado el ojo-mas un burrito joven y dorado como el oro viejo-que es su unico amor y el dueño de sus desvelos,irá a echar una mano en la recogida de la aceituna,llevandose a la cria,que no contará mas de ocho años- y se acordará en silencio de que solo tres contaba cuando su madre la dejó a su cuidado para marcharse para siempre de unas fiebres locas que la debilitaron y empequeñecieron hasta hacerla morir- para que la ayude,a ver si entre las dos pueden sacar algunas perrillas para troquelar por un poco de harina para hacer unas migas,o algo de pan para toda la semana.

¡Pobre de la Jacinta –piensa en ella,como ahora, Juana de higos a brevas-que joven que era y que rapida vivió la vida!

Primero se quiso marchar del pueblo para,segun decia ,vivir mejor,no como los animales que nos creemos,decia la pobrecilla,enfurruñada, que nadie nos conoce fuera de estas tierras ni a nadie le importamos.Y alla que se marchó,por esos caminos, que como decia el bueno de Don Miguel ,el parroco,no guarda otro que el mas negro de los demonios y bien que volvió ,como medio pueblo profetizó en su dia,pero ya avejentada y con el alma rota ,enferma y con una hija en los brazos sin padre que la mantuviera.

Cuando se fue debia tener,piensa Juana al ritmo que le imponen las labores del dia,no mas de dieciseis o diesiciete años

Ella era aun una cria y no se acuerda mas que por lo que le contaba la Quiteria que era la que la seguia en edad,pero lo que si se le gravó en el alma fue la imagen triste y derrotada que tenia en su regreso ,quince años despues.

Cuando fue a caer medio reventada por la vida bajo el porche de cañizo que custodiaba la entrada de su casa,Juana ni siquiera la reconoció como su hermana mayor,pero al auxiliarla y verle los mismos ojos de bondad de la Quiteria,pero sembrandos por su propia rebeldia y mal humor,supo sin dudarlo mas quien era aquella desgraciada que ni sostenerse en pie podia.

No lo dudo ni por un instante, la entró en su casa,la desvistió,cuidó de su hija y de ella ,hasta que una noche de lluvia y luna de plata su espiritu se fue cavalgando sobre las estrellas,dejando alli sembrado el cuerpecillo pequeño y esmirriado de una hija blanquecina y de ojos azules que nada tenia que ver con los tiacos mas que la sangre heredada de su madre.

Guzman no era muy amigo de recibir en su casa a nadie y menos aun a una enferma y a su hija pequeña ,pero como Juana cuidó de su padre y hasta de un tio solteron,que a nadie mas que a el tenian,siendo aun recien casados, hasta que ambos murieron de viejos y estando hasta entonces requetebien servidos y regalados,no se atrevió a negarse a lo que los ojos aceitunas de su mujer pedian sin que su boca se atreviera a hablar.

Y es que muy largos nunca andaban y por mas que Juana se afanaba en las mil tareas,nunca conseguian deshacer el nudo fuerte que les tenia agarrado la vida.

No eran gastadores,ni Guzman gustaba de beber o fumar,mas que los dias de paguilla,mala cosa esa,se decia Juana ,una y otra vez en voz callada, de fumarse un liadito, tomando un tragito del porron con los cuatro amigotes de la siembra.

Pero es que ademas su marido cobraba,la mayor parte de las veces en aceite,garbanzos y patatas,aunque esta noche,que era la de fin de mes,le darían cuatro perras gordas que ya tiene apalabradas,que le vendrían de perlas para comprar algo de tela a Dña Marisa,la tendera,y asi hacer un traje a la chiquilla que pronto se acercaría el Corpus,pagarle lo que le debían atrasado y aun puede que quedara algo para aprovisionar la hueca despensa,donde solo duerme el polvo y la esperanza muerta.

Estando en los olivares,vareando como un hombre,o de rodillas sin rezar,recogiendo el grano negro,que enriquece a unos pocos y da de comer a muchos,la llaman para que acuda a casa de la Señá Maria,que prontamente va a parir y quiere de su consuelo y ayuda.

Con la chiquilla siguiendola a traspies,se dirige a las afueras del pueblo,donde la pobreza se hace aun mayor y la miseria la espera escondida tras la puerta.

Un camino polvoriento y retorcido lleva hasta las afueras del pueblo,lo mas lejos donde nadie se atreve a vivir,donde la noche no se viste con velas,ni el dia con las voces de los vecinos.

Alli una casa medio abandonada,delata la pobreza y dejadez de aquellos que deben de vivir en ella.

Las paredes hace mucho que recibieron el ultimo encalado,las puertas se despegan de sus ejes -mas diestras en colgarse hacia un lado,en posicion de rebeldia-las ventanas sin cortinas asemejan ojos huecos y el techo lucha una guerra desigual contra el viento y las heladeras,que ya pronto le dejará derrotado y cabizbajo.

Juana al verla una vez mas,se repite el mismo pensamiento mil veces callado,mil veces escondido a una amarga realidad de que la casa de la Seña Maria es pequeña y humeda,con desconchones y boquetes que la falta de un marido no pueden quitar

Los niños,con los mocos caidos y las caras sucias,los pies descalzos a pesar del frio y la ropilla estrecha y vieja,juegan en la entrada,cuidando los mayores de los pequeños,llorando ahora, uno ahora otro.Con ellos,cuidandolos,deja Juana a su sobrina,que medio lela se queda quieta sin saber que hacer,mientras los chiquillos le hacen un corrillo burlandose de su cara de niña vieja.

Entra en la casa pidiendo un permiso que le es prontamente dado,desde una oscura habitacion al fondo de un pasillo estrecho.En el pasillo no hay muebles ni enseres,solo poca cal y boquetes en un techo condescendiente que le muestran un cielo azul plata y el correr de un viento frio a su libre albedrio.

Tras el pasillo dos piezas ,hermanadas en una sola entrada separada por una pared.En la primera está la enferma,en la otra una mesa de tres patas apoyada a una pared,una ventana sin cortina y un fogon que no quiere empezar a arder.

Juana llama a su sobrina,a gritos,para que acuda a su llamamiento,sin decir como siempre;

-Chacha es que no la escuché

Y le pide,con cara de mala-que si la pone de buena no hará nada bien- que corte de los arboles de fuera leños,maderos,lo que sea,con las manos,con los pies,pero que le traiga,rapido, que le hace falta,algo para que encienda el fogon para poner agua a hervir en el.

Cuando sale la niña -que pronto se hará mujer,a traspies mal dados y sueños rotos en un jergon de paja prestado-Juana entra en la habitacion contigua,en la que solo hay,tirados en el suelo y sin tapar, camastros viejos y sucios para la madre y los niños poder dormir.

Y se fija en el cuerpo tumbado de lado,en las ojeras que visten sus ojos y en el dolor que le ciñe el vientre,hinchado y fertil,y presa de la frustracion de no haber sido madre,la envidia habla por su boca diciendo,lo que su corazon jamas osaria hablar;

-Pero,Maruja,mujer,como se ha dejado usted hacer otro hijo,no ve que no los puede criar bien.

Y la otra llora cabizbaja,mas por la humillacion de ser madre sin tener de quien,que por el dolor tan grande,que no por ser tan comun ya la quiere bien,del hijo que sus entrañas guardan y que ya quiere nacer.

Cuando Juana ve sus lagrimas,se muerde los labios y se clava las minimas uñas en su propia piel,¿quien es ella,para dañar asi a aquella pobre mujer,no tiene ya bastante desgracia de ver a sus hijos pedir por hambre y con su maltrecho cuerpo no tener ni para darles de comer?

Y cuando su sobrina se presenta con la leña,la manda de nuevo al hogar,para que traiga la gallina vieja,esa que guardaba con tanto afan,para un acontecimiento esperado,para cuando la vida les quisiera ,por fin,mirar bien.

Y sin decir nada,como es su costumbre, atiende a la madre,la consuela y apoya, hasta que de su vientre mana el fruto de la desilusion,otro bebe rosado y fuerte,al que la miseria y orfandad de padre,matará poco a poco de hambre,de enfermedades y de soledad,abandonado por todos en un mundo al que no pidió llegar.

Juana lo baña con manos maestras en el arte de cuidar hijos de otras y se lo entrega rapido a su madre para que lo amamante-si es que la naturaleza le regala esa prenda- y ni quiere ni tiene tiempo de mirar su carita morena,de ver sus ojilos cerrados,porque sus manos expertas le ciñen la cara y le notan la tiña y ya queda con la madre para venir otro dia con unas hierbas y aceites para curarlos a él y a sus hermanos mayores,como ya hiciera en otras ocasiones.

La madre quiere levantarse para agradecerselo con palabras ya que con otra cosa no puede, pero ya Juana esta saliendo en busca de su sobrina para tomar la gallina vieja y hacer con ella un caldo de puchero que a la madre y a los hijos despegará de la raspa pegajosa de la muerte y dará una pequeña esperanza en un futuro mejor.

Malaña ,la cuñada de Juana,que ya ha salido de su trabajo de limpieza en el Matadero,lleva bajo su ropa escondidos mondingas y pellejos que en cuanto llegue a su casa,freirá con el poquillo aceite que ayer mismo sisó a su cuñada y llamará a todos los chiquillos de los alrededores,como le gusta hacer,para que con sus gritos y suspiros,con sus risas de hambre calmada y carrillones a reventar,alimenten ese espiritu tan roto que le quedó desde que le fusilaron a su Julian.

Puede olvidar el hambre,de hecho, la delgadez la persigue como una condena porque ya nada le sabe igual que antes y hasta el ultimo mendrugo de pan que tiene lo da a los

que piensa que sufren aun mas que ella,pero lo que no puede olvidar es la falta de su marido,de su voz ronca,de sus manos recias,que la tienen medio loca o medio lela,como dice mas de uno,a sus espaldas, en el pueblo.

Cuando Juana regresa a su casa con la chiquilla dos pasos mas atras,ya huele en el ambiente la fritanga de los martes,que invade hasta la quietud del Camposanto donde reposa su pobre hermano,que muerto lo tuvieron que llevar a que le echara las aguas el señor cura,porque de vivo ni amarrado lo hubieran conseguido.Y listo si que era,recuerda Juana al compas de sus pasos,que aprendió a leer el solito cuando cuidaba las cabras y mira que le cogió empeño a la lectura que no habia libraco al que no le hincara el diente.

Despues con el tiempo siempre acuestas, se metió en politica y eso es malo y malamente le fue,sentencia en su mente Juana,por eso solo las flores y el dolor de los suyos le hacen compañia en el Camposanto ,que mejor hubieran preferido que no hubiera sabido leer y en cambio estuviera en los campos segando,sembrando o recogiendo la cosecha del amo.

Malaña con el brazo en alto y al final de el la mano extendida como un plumero de bienvenida,en la puerta de su casita encalada y vestida con macetas de colorines como para acudir a la romeria,llama a la sobrina de Juana para que se acerque a probar la fritanga.La niña mira a su tia con esos ojos azules de desesperacion y le dice con voz finisima;

-Chacha ¿me puedo acercar?

Juana mira malamente a su cuñada,de la que piensa que mejor le iria si guardara los cuartos que con tanto trabajo gana en el Matadero,pero,sonrie a la niña que se asusta pues nunca antes ha visto el brillo de sus dientes,ni el balancearse de sus labios.

Entra en su casa en silencio para preparar el fogon y limpiar y ordenar,planchar,recoser o hacer lo que sea,antes de escuchar la voz servicial de Malaña invitandola a entrar en su casa,donde todo le recuerda al hermano que se fue,al unico que la comprendia,al unico ser humano con el que se sentia persona por completo.

Malaña la esperará con la puerta abierta hasta que se acabe la fritanga,hasta que el ultimo de los chiquillos se marche,para cerrar despues por dentro la puerta,envoviendo en la oscuridad interior su pena a solas,sin compañia ni reservas.

Quiteria,la unica hermana que le queda viva a Juana,termina a esa misma hora sus labores en el Camposanto,donde barre los caminos de piedra y limpia las lapidas y tumbas de aquel que se lo pide,y tambien-con mas cariño y respeto si cabe-las de aquellos que no tienen a nadie que velar por su recuerdo, a los que pone unas florecillas del camino que atraviesa el cementerio.

En el pueblo se la quiere y se la respeta,por trabajadora y cabal,como todos los” tiacos”,de los que procede.

Desde la mañana a la noche,vela por su casa, trabajando en el campo bien temprano,despues barriendo y limpiando el mercado,donde recoge y tira los restos que nadie usará.Alli, le dan el costo para que alimente a su larga prole.Despues se marcha al camposanto y entre ratos cuida a sus hijos con la ayuda de su hija mayor,la Pepa,que ya esta en edad casadera y que pronto dejará el bullicio de su casa para marcharse a la del novio,con quien vivirá hasta que puedan casarse como Dios manda.

Son tiempos dificiles para todos,que se le va a hacer,se lamenta sin decir palabra.A ella bien que le gustaria que la Pepa se casara como una señorita, pero lo que no puede ser ,no puede ser y suerte tiene que el chaval con quien ha apalabrado su boda sea cabal y decente y trabajador como el que mas.Ahora le queda lo mas dificil llevarse bien con la Maria Dolores,la suegra, que esa es harina distinta,de otro costal,y ahorrar lo que sea para tener su casa y pasar por el altar.

Y que conste que la Maria Dolores no es que sea mala del todo,que si fuera asi ni por todo el oro del mundo dejaria ella que su hija se fuera a su casa-piensa Quiteria,mientras da un agua por el camino de tierra para asentarla -sino que como el marido es el capataz del cortijo de Don Ginés y dicen que su mano derecha pues ella anda con esos humos que para qué,pero otra cosa no tiene.

Seguro que la Pepa,que es muy buena niña se hace con ella con esos ojitos negros y dulces que gasta y ese corazon a flor de piel-razona Quiteria,mientras barre la lapida de el que fue el antiguo parroco del Santuario de Nuestra Señora de las penas.

Cuando termine la faena en el cementerio se pasará por el mercado que como hoy es fin de mes ,alli le han guardado un buen costo de verduras frescas y fruta buena,que meterá en un capacho que hizo en un rato libre trenzando cañamo que cogió Nicasio,su marido, del campo,secandolo en el techo de la casa al sol de mediodia y al calor de la candela del fogon en los dias de humedera.

Con esta preciosa carga se dirigirá a casa de su hermana Juana a la que quiere mas que a sus hijos pues la crió ella cuando a los tres,el Julian –pobrecillo- ya casi era un hombrecillo,les faltó la madre,a la que no supieron curar ni las pocas sabidurias del herrero que habia entonces en el pueblo-haciendo las veces cuando asi lo requeria la clientela de sacamuelas o curandero,segun el caso- ni las oraciones del señor cura-que tosia entre Padre nuestro y Ave maria ya el pobrecillo con muy buena voluntad,pero con un pie en la tumba por una tisis mal curada y peor llevada en una casa parroquial con mas boquetes y humedades que un barco a pique

Y asi , la pobre de su madre-que no contaba mas que treintiocho años de vida trabajada y gastada en la labor eterna,sin risas ni cantos,ni romerias ni verbenas- se fue yendo poco a poco-en silencio de ojos que lloran sin lagrimas y lamentos que no salian de una boca seca- al ritmo de la sangria que le imponia sin querer el ultimo de sus hijos, muerto en su vientre, que la iba debilitando poco a poco caminito del Camposanto,donde ,por fin,reposaba tranquila junto a su hijo Julian desde ,ya ni se acordaba Quiteria,cuantos años hacia.

Juana la recibe con el fogon encendido y caldo de cafe sin azucar ni aderezos,tendiendole a modo de bienvenida una taza mellada,de liquido negro,humeante y oloroso,que impregna el fogon reluciente por la cal,la plancha metalica sobre la lumbre frotada con arena y estropajo,hasta dejar la superficie mas nueva que el dia que fue comprada y las pocas cazuelas y cucharones de madera que cuelgan de la pared de color canela dorado por la sosa y los trabajos de Juana que limpia como si en ello le fuera la vida,clamando asi en parte el dolor de una sangre que nunca ha manado de su vientre,la esterilidad y niñez perpetua de una mujer que se sabe bien su oficio de hembra pero a la que la naturaleza la detesta y desprecia escupiendole en el corazon.

Quiteria le muestra risueña el capacho,pero Juana -que no se puede quietar de la cabeza la imagen de la Señá Maria tumbada sin fuerzas,incapaz siquiera de amamantar a su hijo recien nacido y aun menos de cuidar como debiera a los tres infelices que trotan a sus anchas en la puerta- se encoge de hombros como diciendole en silencio;¿y a mi qué?

Quiteria ya conoce el caracter dificil de Juana,su buen corazon y el dolor que esconde por la falta de hijos sin los que las mujeres como ellas son incapaces de vivir felices.

Se marcha,cabizbaja como tantas otras veces, tras beber el cafe y charlar de mil cosas vanales,quedando para mas tarde en su casa donde tiene algo muy importante que quiere enseñar a Juana.Esta la mira con desconfianza porque Quiteria no ha sido nunca amiga de chismes ni cuentos,pero como la respeta como la madre que para ella fue,se compromete a ir,pensando en llevar un pollito de entre los mas fuertes y crecidos y un poco de aceite que de seguro a su hermana con tanto chiquillo le vendrán bien.

Nada mas cerrarse la puerta de su casa y desaparecer esa figura que para ella es mas que la de su madre a la que casi no recuerda,ya se arrepiente de su mal corazon y su poca cabeza que la han hecho estar callada y antipatica con su hermana,cuando su deseo habria sido abrirle el dique fortificado de sus penas y muchos desvarios,contarle abrazada a sus rodillas con la cabeza escondida entre sus piernas -como hacia cuando aun era una niña- las lagrimas que guarda para ella sola,los sueños que esconde a todos incluso a si misma y la fortaleza fingida de la que debe hacer acopio para enfrentarse a la vida un dia mas de dolor.Pero solo le dura la afliccion unos segundos,porque en cuanto ve la faena que le queda por hacer y el dia que aun aguarda por consumirse,le nace de su fuerte pecho la esperanza y la rebeldia,sabe que las palabras no son necesarias entre ellas y que Quiteria habra entendido su desazon.De todas formas,dentro de un rato se acercará con la niña como quedó a llevarle el pollito y ayudarle en todo lo que pueda.

Este trasiego de ir y venir entre las casas de las hermanas es diario ,porque desde que Quiteria se ocupó,aun siendo una chiquilla, de sus dos hermanos,de su padre y del abuelo Marcos,se produjo un nexo de union tan grande entre ellas que, aunque lo nieguen ,son incapaces de estar un solo dia separadas

Juana casi todos las mañanas se pasa bien temprano por la casa de Quiteria,con la niña chica a rastras,que siempre se queja de estos madrugones y que mas de una vez ha hecho reir a su Chacha Juana dieciendole que ella de mayor lo que quiere es ser rica.

En la casa de Quiteria ayuda a levantar a la chiquillada,limpia al abuelo Marcos,que en su mayor edad,tras una vida trabajada y al servicio de su familia ,se ha vuelto niño chico y se orina en el camastro sin saber ni entender.

Da el desayuno al padre-que aun trabaja el hombre en lo que puede a pesar de estar manco y cojo desde que una burra lo tiró del camino- y al marido de su hermana-un buen hombre donde los haya que ni habla el pobrecillo por no ofender- y luego marcha rapida a su casa a hacer lo propio con el suyo.

Los dias que como hoy se rezaga unos minutillos en la cama ya todo lo lleva mal y sabe que Quiteria habra tenido que luchar mas fuerte y con mas saña contra esa zancadilla invisible que tan bien les ha puesto la vida.Pero Juana es incapaz de hablar por su corazon y decir lo que su pecho siente, por eso calla y escucha o lo mas se esconde de la verdad en los ojos de los que la conocen o de la verguenza de no hacer mas por los suyos,porque si por ella fuera la vida seria poca para entregarsela a los que ama.

A la hora del almuerzo-con la mirada azul de la chiquilla fija en sus manos callosas,justo cuando esta preparando un tomatillo,de los que apartó cuando la cosecha fue buena para cocerlo ,pelarlo y envasarlo junto a unos compañeros igual de rojos y enteros que este en unos botes que previamente habia hervido,para freirlo ahora que ya no es fecha de tomates,con ajos tiernos de su sembradillo y perejil robado al borde del rio,envolviendoles unos huevos revueltos de los que no venderá en el pueblo-oye voces de alarma,gritos de mujer que no conoce en el ajetreo,pero que demandan ayuda y rapido.

Asoma la cabeza por la ventana siempre abierta a pesar del frio del invierno,pero buena para chuparse el humo del fogon que arde violento y pregunta al aire;

-¿Quién va?

Y el aire le trae su nombre envuelto en auxilio y prisas;

-¡Juana por Dios dese prisa,mujer,que la Seña Maria se ha puesto muy malita y nada mas espera para morirse el verla a usted!

Con la niña a sus talones y el tomate ,olvidado,quemandose en la cazuela,sale con una toquilla envolviendo su figura y los pies volando al encuentro de su destino.Por el camino sigue los pasos de aquella voz que la alertó,pensando en que no debió dejarla sola,que la veia triste y cansada,que debió consolar su agonia y no sangrarle mas con la herida de los hijos sin padre.

Y clama al cielo para que se lleven su lengua maldita que la hace decir aque llo de lo que despues se arrepentirá durante tanto tiempo sin poder ya remediar su falta

Llegando a casa de de la Señá Maria ve a la mitad del pueblo amontonados a su puerta con los chiquillos de la enfrema revoloteando inquietos ante tan desacostumbrada muchedumbre.

-¿Pero que haceis aqui,pasmarotes?les increpa Juana que no soporta a los buitres sean de la familia que sean

La gente le hace sitio para que pase,pero se esperan a ver que ocurrirá sin importarle sus gritos ni insultos,porque quieren ver como muere la mujer que le dió la espalda a todos,la que tiró libre por el monte para hacer su vida,y ese espectaculo bien vale un par de insultos de Juana,la de los tiacos,que de todas formas ya todo el mundo sabe los genios que se gasta esta mujer ,que bien que lo dice el Guzman cuando el dia de paga se toma dos copas,apunta uno entre las risotadas de los demas

.La cria se emboba mirando la falda roja de terciopelo viejo- regalada por el ama -que lleva la Maria Dolores,la mujer del capataz .Su tia le jala de las orejas para llevarla con ella ,mas por su propia impotencia ante la falta de humanidad de estos que las acosan que por la falta natural de la chiquilla.

Dentro se escucha el llanto de un chiquillo fuerte que clama de hambre y los suspiros de una buena mujer que lamenta el marcharse de esta mala vida.

Juana recorre una vez mas el mismo camino ese mismo dia para llegar hasta el camastro que acoje a la enferma,cuando ella se fue ,limpio y ordenado, ahora lleno de sangre,rojo y humedo como un mar de coral,donde la Señá Maria ,se muere,blanca como la nieve ,con los ojos negros perfilados por las ojeras violetas,y las manos implorando la llegada de Juana.

Los labios amoratados e hinchados,quieren hablar pero la voz no sale de ellos.

Juana -con el crio recien nacido acunado en su pecho-se pone en cuclillas para acercar su oido a la boca de la madre que agoniza.

Las palabras van saliendo lentas,suaves ,de una boca que no quiere callar por mas tiempo,de unos labios que saben el destino que les aguarda,para hundirse en el corazon de una mujer que los escucha,mientras acuna mecanicamente al crio,y se muerde de rabia e indignacion,los labios propios,haciendolos sangrar al igual que ya sangra su corazon.

Y asi solas las dos le darán la bienvenida a la muerte,sin sacramentos ni compasion,porque nadie vendrá a dar la extremahucion a esta pobre perdida de la vida ,porque desde que murió el bueno de Don Miguel por la tisis y la soledad,ya nadie de la parroquia valora las almas torcidas,los caminos ingratos y las deudas habidas a la fuerza a la vida.

La parroquia la guarda desde entonces don Lucas,alto y enjuto,con mal caracter e incansable predicador,con una voz que clama desde su pulpito por los pecados de los campesinos,pero que se niega a dar el perdon que Dios le brindó a la Magdalena.Por eso no correrá con las faldas bien arriba,enseñando los pantalones gastados y las botas nuevas,para llegar a tiempo a confesar los últimos pecados a esta moribunda,como cuando se murió el viejo amo,Don Gines,quien le habia regalado amen de las botas,dos candelabros de plata y una imagen del angel Gabriel,sino que con calma degustará su chocolatillo ardiente y su bollo de leche,mientras escucha el viento correr.

Cuando la Señá Maria muere,Juana mira al techo desnudo,sin darse cuenta que por sus mejillas tersas y enjutas,corren mansas lagrimas de lluvia.Es en esa quietud de despues de la muerte,con los sollozos silenciados y los suspiros camino del cielo,cuando nota el sonido que llega de fuera,de las chacharas sin sentido que distraen a los que alli se congregan,bien dispuestos a asistir ,sin ver ni tocar o sentir de cerca,el sepelio de una condenada en vida,de alguien que se escondió de las normas porque la vida le dictaba una dura sentencia.

Furiosa con todo y con todos,ya se dispone a salir y a echarlos como sea,cuando el bebe que acunaba empieza a llorar,berreando por el hambre atrasada.

-Niña,llama a la Chacha Quiteria y a la Chacha Malaña,que las dos vengan a ayudarme,que aqui hay mucho que hacer.

La niña que reposaba quieta a la entrada de la habitacion -asistida por sus perpetuos ojillos azules de pajaro asustado y con su pañuelillo negro tapandole la mitad de la frente-corre con las babuchas raidas y agujereadas,subiendose el traje negro tachonado de remiendos que heredó de su Chacha Juana,que aun le queda pelin largo y mas que ancho,haciendole una figura de lechuga podrida,hinchada y apretada por la mitad.

Por mas que corra y aunque el aire no llegue a sus pequeños y maltrechos pulmones,nunca estará la Chacha contenta con ella y ya se teme una regañina o unos azotes si se entretiene en algo o se para un rato a jugar,por eso,cuando los chiquillos al cruzar el pueblo la llaman para meterse con ella,”Mariquilla pelentona,curatiñas y meona”,solo les enseña la lengua de pasada mientras corre y requetecorre hasta llegar a casa de la Chacha Quiteria,quien la besa en ambas mejillas ,abrazandola y achuchandola como hace siempre que la ve.Ya esta a punto de dejarse querer y olvidarse de todo con lo poco acostumbrada que esta a una caricia cuando recuerda la cara de la Chacha Juana,llamandola en la distancia,con amenazas veladas en sus ojos de aceituna negra brillando de colera ,y rapido, para que no se le vaya a olvidar nada,da los mensajes de su hermana a la Chacha Quiteria,que apenas tiene tiempo de apartar la olla de caldo del fuego y echar a correr tras ella.

En el camino que lleva a las afueras,se separan tia y sobrina y la niña vuelve a emprender la carrera cuesta arriba a casa de la Chacha Malaña

Quiteria se dirige lo mas rapido que la guian sus pies a la casa de la Seña Maria donde se encuentra una muchedumbre que no esperaba que la mira de arriba a abajo como si estuviera sucia o en pecado ,ante los que su voz enmudece y sus ganas de ayudar se tornan en agachar la cabeza y entrar rapido a la casa

Dentro ,en la habitacion del fondo, encuentra a su hermana afanada en vestir lo mejor que puede a la difunta,arreglarle la cara y el cabello ,para que se presente decente entre los angeles caidos como ella ante el Redentor.

Quiteria,que conoce a Juana como la hija que para ella es,no le hace falta hablarle para saber lo que piensa y sin preguntas que no hacen falta cuando hay verdadera comunion,la ayuda a ponerle las medias de Juana que son viejas,pero no estan rotas,como las que han encontrado en un rincon.

La pobre de la Señá Maria se irá al otro mundo vestida con una bata y un mandilon,que es lo unico que ha podido encontrar Juana,despues de trastear por toda la pequeña casa

Los pies- por falta de zapatos decentes que ponerle- los envuelven en un pañuelo que Quiteria llevaba como pañoleta de abrigo.Con un poco de barro seco,tiñen las mejillas palidas para darles un mejor color y asi poco a poco con entrega,van transformando una pobre muerte en una muerte serena.

Cuando han acabado,se presenta Malaña con la niña y entre ambas traen unas pariguellas en las que tienden a la difunta.entre todas,procurando no estropear su ultimo acicalo.

La cargan en silencio en ellas y asi la sacan de la casa

En el dinten de la puerta,encuentran a los chiquillos de la Señá Maria,que perdiditos de mocos y con lagrimas, mas de frio que por la perdida de una madre que no comprenden,colocan ante las andas para custodiar a la madre a la que ya nunca mas veran.

Desde su puesto -dirigiendo a su hermana,a la niña y a su cuñada-Juana llama a Salvador,que cabizbajo junto a su madre,la Maria Dolores,la mira con sorpresa y estupor.

-¡Ven para aca,Salvadorillo,que nos vas a yudar a llevar hasta el cementerio a la difunta!

La Maria Dolores,engallada y mirada arriba,estirandose dentro de su blusa de encajes pasados y la falda heredada de su ama,se acerca a Juana a pedirle explicaciones,pero ya esta cediendo su vara a Salvador le sale al encuentro y la separa del grupo,para hablar con ella en voz baja,sin que nadie por mucho que afinen el oido,pueda saber de que estan hablando.

Los que las observan, que son todos,solo ven a dos mujeres muy distintas; la una grande,gruesa y atildada,dandose maneras de señora pero sin serlo ni de prestado y la otra larga y delgada,con mirada valiente y gestos austeros,cien veces mas mujer que ninguna que se precie como la que mas de serlo.

Las ven discutir sin levantar la voz y luego meterse dentro de la casa,para salir al rato con el niño mas pequeño de la Seña Maria en los brazos generosos de Maria Dolores,que sin mirar a nadie ,excepto a su hijo-el que dentro de muy poco le llevará a casa una nuera para que le haga compaña-que la priva de la honradez de su mirada

Juana ,cogiendo a la niña mas pequeña de la Señá Maria en brazos,se encamina,seguida por los hijos que aun le quedan ,los que llevan las pariguelas con la difunta dentro,y el resto de los que alli estaban,hasta el camposanto,colina arriba,tras una larga y empinada cuesta.

A la entrada del camposanto los recibe Don Luis con su mejor sotana y su estola de extremahucion,quien con su voz de levantar muertos,les ordena que dejen en el suelo a la difunta para proceder a los sacramentos a que Dios da lugar.

Los que hasta alli han llegado,mas llevados por la curiosidad que por compasion o amistad,no pueden salir de su asombro,pues por todos es sabida la enemistad y persecucion enfurecida mas alla de la muerte de Don Luis con todo aquel que considera fuera de las reglas que manda la Santa iglesia.

Nadie se da cuenta de la mirada velada de Juana al parroco,ni de la despectiva que este regala a Salvador el hijo protegido y mimado de la Maria Dolores,a quien debe su amistad con los amos y muchos pollos capones y dulces de miel,que vienen a convidar su seca despensa cuando mas falta le hacia.

Cuando la muerta está enterrada como Dios manda y ya la muchedumbre se dispersa como la levastica antes de la tormenta,Juana aun saca riñones para acercarse al cura-al que desprecia por sobrebio y juez sin cuartel,casi tanto como ama al Padre Dios en el cree con verdadera fe-seguida del chiquillo mediano de la Seña Maria,cuchicheandole algo,mientras le empuja al chiquillo ,de mirada triste,pies descalzos y redondo vientre.

Quiteria que espera a su hermana,con la cria pequeña de la difunta cargada en sus brazos y la sobrina sentada a sus pies,observa como el parroco se echa las manos a la cabeza,queriendo empujar a Juana para huir de alli,pero esta le para con una mirada,y con una sola palabra lo hace volverse para coger al niño de la mano y llevarselo con el.

Juana camino de la salida,se para junto a la tumba recien cerrada,aquella que no hace tanto que recibiera el cuerpo acribillado de su hermano,para darle la mano y levantar a Malaña,a quien no le ha importado compartir su pena y su dolor con la Seña Maria,que descansará con su Julian,pero a quien ahora por revivido le duele mas que nunca la agonia de verlo de nuevo perdido.

Y lo que mas le duele que el mismo dolor es no tener a quien contarle sus penas ni con quien compartir su vida,alguien de la misma sangre que Julian,que ni tiempo tuvo en infeliz de sembrar su vientre virgen.

Mira a Juana que la ayuda a levantarse y mira los ojos del chiquillo que la acompaña,ese que estaba sentado junto a la tumba igual que ella,derramando lagrimas de la misma triteza que ella por esa persona a la que tampoco volvera a ver mas,y por primera vez se fija en el,en sus ojos azules que le recuerdan al que amaba,en esa barbilla tan picuda y en los barzos y piernas largos y delgados de todos los tiacos,y mira a Juana y esta le sonrie ,abrazandola y besando sus lagrimas que por fin tienen a quien querer.

Juana con la niña en brazos,que se acaba de quedar dormida,y la sobrina siguiendola como siempre a traspies,se despide de la Malaña que se lleva al niño de ojos azules a comer fritanga fria que sobró para el,y Quiteria camina contenta hacia su casa porque tiene algo que contarle a la Pepa que sabe que le hará bien,porque la Pepa es todo corazon y a Salvador lo quiere al perder,cómo podria no querer a su hijo,si cuando se casen sera de ella tambien.,va pensado Quiteria,un paso tras otro ..

Cuando llega a su casa Juana se encuentra dentro del cercado del pollino a un hombre alto y poco hablador,que la saluda con un “buenas”tosco.

-¿Que hace usted ahi,no ve que me va a asustar el pollino y le va a a dar una coz ?

El burrito,que parece con la luz del atardecer de oro,reconoce a su dueña y rebuzna contento.Ella le palmea el lomo sin soltar a la pequeña,dejando de sonreir cuando ve como el hombre enjaeza al animal para llevarselo

-¿Pero que hace usted hombre de Dios,es que quiere robarme el burro en mis propias narices?

-No señora,nada mas lejos de mi,lo que pasa es que el Guzman me lo ha vendido para pagar las perras que se ha gastado jugando a las cartas

Juana lo ve todo negro,escucha sin oirlos los rebuznos quejosos del animal que no quiere marcharse de donde tan bien lo tratan,pero no es consciente de nada hasta que escucha a la niña llorar de hambre,que es cuando su corazon se rompe en mil pedazos de dolor,por aquel animal perdido que habian criado sus manos con un cubo de hojalata y leche de la vaca de la Seña Paca,que la burra que lo parió murio de sobreparto y hecho una pelusilla de patas largas y hocico ancho se lo trajeron a Juana envuelto en una saca con el cordon umbilical aun colgando a rastras.

Y le duele la traicion de su marido que no ha reparado en ella,ni en su corazon al malvender a un animal que no es suyo,le duelen hasta los huesos que no la quiera ni respete,pero lo que mas le duele es la niña que acunan sus brazos ,mientras llora de hambre con vozarron grave como su padre.

Ya bien entrada la noche regresará Guzman a la casa,encontrará el fogon apagado y su mujer y la sobrina dormidas y en un jergon de paja en el cuarto de atras,oirá unos lloros de niño,que con el sopor de la borrachera se le asemejaran los de un animal abandonado y creyendo que ya la Juana ha recogido otro animal herido se dispone a coger la escopeta de detras de la puerta para acabar de un tiro con todos sus sufrimientos,cuando ya Juana se espabila como sonambula y se presenta ante el como alma en pena con la cara palida y los ojos llorosos,con el camison enterizo que usa desde que se casaron,y los pies descalzos a pesar del frio y la helada que cae fuera

-¿Que ibas a hacer ,maldito?,le increpa la mujer

-¿Como te atreves a hablarme asi?,le contesta el con voz gangosa de borracho

Ella le mira con ojos como carbones encendidos y le dice muy bajito;

.-¿No te has enterado de que hoy ha muerto la Seña Maria?

-Bueno y a ti esa ...¿qué?

-A mi nada,pero en cambio a ti...,le escupe ella a la cara

El levanta la mano zurda con intencion de dejarla caer sobre su rostro,pero es tal la dignidad que ve en el que le es imposible cumplir su amenaza.Deja la escopeta tirada en el suelo y se dirige a zancadas desiguales y cortas hasta su jergon donde se desploma vestido.

Juana coge a la niña y la envuelve en una toquilla con mucho cuidado.Sentada en una vieja mecedora que le hizo su padre cuando se casó,la acuna entre sus brazos mientras le canta una cancion que le enseñó su madre de niña y que su hija enseñará a la suya cuando se haga mayor.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Diana

lunes, 14 de noviembre de 2011

NOVAMORTEM


El camino se abre lento, trabajoso, aunque caliente y húmedo.

Mi cuerpo se agita, escondiéndose de la nada que lo espera al final de la luz.

Gritos que desgarran mi piel, identidades que nacen, en la asepsia de un hospital.

Mi cuerpo se agita, los ojos llorosos al acoso de la luminosidad,

que preside el ciego techo.

La boca sin dientes, el frio y el destino incierto, me impulsan a llorar,

a gemir , por el paraíso perdido.

A sollozar, inconsolable, por la paz y amor, dejados a la fuerza,

en aquel Edén del que he sido expulsada, y en el que me sentía acogida en la inigualable inmensidad de un océano de inopia, creado solo para mí.

Me separan de mi esencia, del ser que me lo ha dado todo,

de aquel espíritu confortable y atento, que suspiraba si yo suspiraba,

y que soñaba al igual que yo, con un espacio infinitamente pleno de variabilidades.

La luz me hiere, vislumbró , con la claridad cegadora de un rayo,

la negación material de la realidad que me acecha, que en años postreros me atenazará, con esposas de miedo y muerte, de temporalidades y agonía de certezas, de verdades sin consignas, de muerte en vida y vida sin muerte.

Y me siento sola, me daña, me mata y me estafa, la soledad que me inunda,

la bondad que no llega, la inexistencia de la calidez suprema,

que me allegaba a la vida y que me escondía de la miseria.

Y me siento sola, para mi propia entrega, para enfrentarme a mi propia existencia.

Las hojas abandonaran los arboles, los perros desenterraran viejos huesos,

el sol sacará mellas en las calaveras raídas, la luz nacerá y morirá

cien veces miles, y seguiré doliéndome de una soledad infinita,

de una orfandad de orígenes y compañías.

La blancura cubrirá mi cráneo, primero ralo ,

después, negrura de cuervos maldecidos.

La blandura llegará a mis miembros, antes tersos y activos,

ahora de titiriteros, material renacido, pero en el corazón, seguiré sintiendo la soledad…soledad de aquel primer gemido, de aquella primera separación ,

de aquel primer suspiro.

Y cuando el sol llegue a su cenit, cuando la mano caiga herida por la flecha maldecida, cuando el tiempo se pare y el reloj pierda su antiguo ritmo,

,mi corazón parado, aun renacerá del olvido, para confiarme callado,

su soledad que ahoga, su negación a entregarse al abismo.

lunes, 7 de noviembre de 2011

PREMIO ATENEO ONDA Y PREMIO ATENEO DE PATERNA




OJOS DE LLUVIA

Muchas historias se han contado bajos los cielos eternos del desierto, bajo la mirada quieta de miles de estrellas , que ya estaban allí cuando esta tierra era fértil y fecunda , cuando los mares y lagos dulces la recorrían de punta a punta , atravesándola como el filo de una espada de guerra

.De ellas , unas son ciertas , y otras , fruto de la imaginación de unos hombres , que deben luchar contra la magnitud de los elementos , únicamente , para intentar conservar la vida un día mas.

¿Qué otra cosa podrían hacer aquellos infelices, que se ven obligados a sobrellevar un calor que ni los mismos demonios del infierno cristiano soportarían , y que son capaces de considerarse dichosos por encontrar, cuando la suerte les es grata , un agua hedionda y podrida , que ni el mas infecto de los seres vivos osaría probar.?

Qué cosa mas natural sería que uno de estos hombres , llevados a la desesperación por el calor, la sed , el hambre y el acoso de las alimañas , terminara por perder la fe en los hombres, y solo en ese instante, en que ya se encomendaba a la justicia de Alá , en el que confesaba , mentalmente , todas sus culpas y pasados rencores , despojado casi por completo del ultimo aliento de vida , encontrara , la esperanza.

Qué soledad embargaría su corazón de piedra , mientras agonizaba , en su prisión carnal, escondido tras una duna de arena , con los ojos resecos y escocidos por la inigualable fuerza del sol , con la lengua arrastrándole fuera de la boca , en busca de un agua fresca que jamás llegaría a probar.

Su cuerpo , casi desnudo , cubierto de pústulas sangrantes y llagas abiertas a los elementos, estaría presidido por una cúpula mortal de pájaros de mal agüero , que sobrevolarían , casi mecánicamente, su triste estampa, en círculos cada vez mas reducidos, deleitándose, las malas bestias, anticipadamente, con un convite en el que eran invitados obligados. Quien sino estas alimañas henchidas con la sabiduría que les da la naturaleza ,gritándoles desde su nacimiento que sin ellos era imposible concebir aquella fiesta, aquel ágape que se preparaba en silencio, en honor de aquel moribundo, de aquel desgraciado entre los desgraciados, que se perdió en el lago sin olas de las estrellas del desierto.

Qué diríais ,si aquel hombre, mil veces maldito por su suerte perra, encontrara ,cuando no lo esperara ya, cuando había desesperado de todo y de todos, la hospitalidad, la bendita hospitalidad que todo aquel corazón que se precie de haber sobrevivido al desierto sabe que existe entre aquellos seres ,nobles, que lo pueblan, y que quizá, solo gracias a esas normas que han sobrevivido a generaciones enteras, puedan seguir conservando la vida.

Qué diríais ,si en aquel momento de esperanza, de sosiego después de la tempestad, de absoluta calma ,disfrutando de la comodidad de una lujosa jaima a la que lo conducirían en semiinconsciencia unas manos amigas ,lograra ese infeliz naufrago de la vida ,sobrevivir incluso, al acoso mas cruel del destino, la locura. Qué pensaríais cuando ,pasados unos días, en los cuales lo atenderían como al príncipe que nunca había sido, deseara agradecer sus múltiples atenciones, y enterándose ,por labios de una criada, de que el señor al que debía su vida ,estaba por llegar a interesarse por su salud, decidiera complacer a todos los miembros del campamento con la narración de una historia en la que intentaría devolverles el gran favor de su vida renacida.

¿Creéis que aquellos pasajeros del desierto, aquellos nómadas de la vida misma, no desearían quizás con mas pasión que un largo trago de agua fresca, un sueño que recordar en las largas noches ,en que el viento aullaba perdido y triste, una historia que sus oídos, sus bocas, sus manos y mentes absorberían como lluvia cálida sobre sus vidas resecas de ilusión?

Tal vez, si estuvierais luchando contra los elementos que Ala ha puesto ,allá en los mares de arenas, para probar el corazón de sus seres mas amados, no os sorprenderías de cómo deseaban aquellos hombres, mujeres y niños oír una historia de labios de un narrador. Tampoco seria de extrañar que en aquel campamento no quedara rincón ni sitio, por pequeño que fuera, que no recibiera la buena nueva de que el huésped se había ofrecido a contar una historia, y así, sin precipitación, pero con ese nerviosismo cauto que se capta en el ambiente cuando un acontecimiento esperado, pero tardío, llega a nuestras vidas , todos se irían acercando a la jaima donde el huésped reposaba.

Es posible, que desde allí, los criados ,sirviéndose de una alfombre que elevarían entre varios ,transportaran con sumo cuidado al huésped, seguidos de niños y mujeres con expectación ,hasta llegar a la gran jaima de reuniones donde ya lo esperarían los demás convenientemente sentados y quietos

Podría ser que aquella historia comenzara contándose entre los cuchicheos de las criadas que rodearían a su señora, una figura femenina tapada de los pies a la cabeza, solo con una rendija pequeñísima ,libre de ataduras, por la que se podría vislumbrar la hermosura de un par de ojos de azabache.

Las mujeres, que rodeaban a su ama como gallinetas protegiendo a un único polluelo crecido, recordarían a las palomas alrededor de unas migajas de pan ,todas juntas revoloteando, uniéndose y separándose en un baile continuado, sin olvidarnos que ,desde un rincón, una severa mirada de halcón ,procedente de una vieja criada vestida de negro, se clavaría sobre ellas, reprochándoles ,en mortal silencio, la algarabía festiva que formaban. Y cómo, para dar cuenta a los presentes de su poder, con tan solo un rechinar de sus amarillentos dientes, las haría callar de golpe, entre aspavientos de temor por parte de las chicas, sedimento fresco del orden establecido, al cual habrían llegado tras años de obedecer sin rechistar a las ordenes recibidas, años de socavar voluntades a través del poder del superior sobre aquel, que de sobra, se sabe inferior.

Los críos, apiñados como racimo de dátiles, sin separación preestablecida entre el que en el futuro seria el señor y los que emplearían su vida en atender hasta sus últimos deseos, estarían atentos al narrador ,sentados sobre sus piernas, con los ojos inquietos y brillantes, esperando impacientes el momento en que empezara la historia, pues es sabido que no existe oyente mas fervoroso ni entusiasta que el que no sabe cuando podrá volver a escuchar de nuevo otra historia .También estarían allí , en un rincón lateral , alejados de los demás por un velo invisible ,aquellos criados o esclavos que ejercerían la misión privilegiada de proteger el campamento y a todas las personas y enseres que lo conforman. Pero estos últimos, a pesar de igualar , o incluso sobrepasar , en interés al resto , no abandonarían su posición marcial , ni de vigilancia por mucho que les gustara la historia , pues sabían de cierto ,que la vida les iba en cumplir fielmente ese empeño

Quizás esa historia pudiera empezar narrando como cada una de las criaturas que pueblan los grandes mares de arena , que cubren el desierto , conocen la importancia del agua desde su nacimiento , porque de encontrarla y hacer que dure hasta el infinito , depende su existencia.

En este inicio de la historia se produciría un momento de unión , instantáneo , entre el narrador y los que lo escuchaban , pues todos reirían como de común acuerdo y se complacerían en las palabras escuchadas , ya que las historias en que se reflejaban sus propias ilusiones y penas eran las que mas les gustaban así , el narrador , con su voz elevándose entre las alfombras , las telas , los tapices y los mullidos cojines , intentando competir con el silbar sibilino del desierto, les explicaría como la caravana, una de las mas grandes que se habían visto en muchas lunas, se desplazaba lenta , pero infatigablemente , a través del fino manto de arena que desplazaba el viento ;Los hombres se cubrían los rostros con sus mantos azulados ,imperturbables en sus altos camellos; Las mujeres los seguían con las cabezas bajas , llevando a sus hijos , tras ellas, atados con la fuerza que imprime la maternidad ; Los fardos y el resto del equipaje seria transportado por los esclavos , etíopes en su mayoría , que sufrirían en sus carnes las inclemencias del tiempo , sobreponiéndola como una segunda piel , al dolor siempre presente de su falta de libertad

Bien podrían pensar que Ala había alejado su mirada benefactora de ellos , porque desde hacia mas de seis lunas , allá donde se dirigiesen , fuera al norte o al sur , al este o al oeste , siempre los esperaba agazapado como un asaltante , tras los montículos dorados de arena , un viento que una vez iniciado , los envolvía en la locura de su fuerza salvaje , acompañándolos como un alma en pena , en ese camino que comenzaba a hacerse eterno.

Hacia dos idas que se habían quedado sin agua , y en el desierto ese era demasiado tiempo para que una caravana siguiera adelante su curso como si no hubiera ocurrido nada.

Habían sacado el ultimo tesoro , la ultima porción de agua de vida , ya hedionda y apestando , del buche de los camellos ,que debieron ser sacrificados durante la tormenta de arena .Gracias a ella , pudieron dar de beber a los mas débiles , a los niños y a los enfermos , aunque pareció , que en esta ocasión , el rito de salvar la vida de los hombres a costa de los animales que mas los ayudaban , no era origen de una renovación de vida , como había ocurrido tantas otras veces ,sino que ahora , flotaba en el aire un temor oculto , un tufo de fatalidad o tal vez , solo un débil presagio que les decía , saliendo desde lo mas profundo de sus huesos , que si pronto no encontraban un pozo lleno , donde extraer el agua que tan ansiosamente necesitaban, estarían perdidos , definitivamente perdidos. El Rachid Hadmed El Bahari , jamás se había perdido en el desierto , era capaz de seguir un rastro sobre las piedras y a través de las mismas estrellas . Siempre había sabido encontrar el destino final de los pozos henchidos de agua , que habían surtido de vida a su familia durante generaciones , como si tuviera los mapas de su posición sobre las arenas , gravado a fuego en su cabeza.

Ahora , se sentía abatido , al estar desorientado por este viento tenaz y traicionero , que le hacia padecer como el hombre mas infeliz de la tierra , con la certeza de estar abocado , si Ala no lo remediaba , a ver morir a su familia de sed , y perder todo aquello , por lo que sus antepasados había luchado tan duramente , mano a mano con la fatalidad propia del desierto.

Por eso permanecía en silencio , con la mirada perdida , en el horizonte de aquel cielo sin estrellas , abatido por la imposibilidad de descifrar un rumbo cierto , aplastado por este cielo mil veces contemplado con orgullo y pasión por el Rachid , que ahora lucia desdibujado como a través de un tamiz , a causa de la bruma que formaba la arena en constante movimiento.

Sus temores eran solo suyos , nadie los escucharía ni los compartiría , pues el Rachid era el hombre mas callado que hubiera pisado la arena del desierto . Es sabido , que los señores de las arenas , se enorgullecen de ser parcos en palabras y explicar sus sentimientos con acciones , pero el Rachid llevaba estos principios al limite , habiéndose dado el caso de que su propia esposa , tras celebrarse sus esponsales , no volvió a escuchar palabra salida de sus labios , mas que para dar una orden seca a los criados o para responder con monosílabos a sus constantes preguntas.

La joven mujer , sintiéndose perdida y asustado por lo que consideraba el desamor de su reciente esposo , ya se disponía a abandonarlo , con la consiguiente deshonra , que ello conllevaría para su familia y ella misma , cuando el Rachid , con solo un gesto entre autoritario y burlón , la condujo a sus aposentos.

Tras esta noche en sus brazos , ninguna duda volvió a anidar en el alma de Rasmira con las quemazones del desamor ; su corazón valiente había luchado por el amor de un hombre noble y salió vencedor. Las arenas del desierto fueron testigos de esta victoria que despojo a la mujer de la coraza que le había robado la vida , sin saberlo , provocando , con su nacimiento , la amargura que solo el desamor puede depararnos.

Desde aquel momento , no hubo un instante de silencio entre sus corazones , ni distancia entre sus pensamientos , como dos almas unidas mas allá del tiempo o las palabras , el Rachid y su joven esposa Rasmira , se comunicaban como solo sabían hacerlo las criaturas de Ala , con la verdad de sus corazones , dejando hablar su alma inmortal y acallando las inútiles palabras que inventaron los mortales . Ella , aprendió a interpretar cada uno de sus gestos , cada uno de sus múltiples silencios , como el brillo secreto de sus ojos negros , o la dulzura y generosidad , que se encerraban en el alma del Rachid.

Por ello , fue ella la única , que después de vagar mas de veinte años , allá donde los conducía la sabiduría del Rachid ,comprendió , al instante , la tortura por la que pasa a su alma ; fue ella la que sintió , como si su propia carne la padeciera , la crueldad que le imponía el destino , al saber interpretar la amargura que desprendían los ojos del Rachid , intuyendo el fin desgraciado de todos aquellos que dependían de el. Nadie mas que ella , sabia los pensamientos que aleteaban como cuervos traicioneros en la mente de su esposo , ningún otro comprendería , viéndolo altivo e imperturbable en su camello , el dolor que podía llevar escondido su corazón.

El Rachid dudaba de todo ; dudaba de su capacidad como jefe , dudaba de haber perdido la sabiduría para leer un rumbo en las estrellas , y dudaba de que ese viento de los infiernos no acabara mas que al llevarse con él el alma de todos los integrantes de la caravana.

En las noches de luna llena , circulaba un rumor entre los muchos esclavos que nacían y morían , dejando su huella , en el rumor constante de vida de las caravanas . Un rumor se transmitía como la pólvora seca tras serle prendido fuego , de campamento en campamento , de esclavo en esclavo , de viejo a joven , creciendo y fortaleciéndose con la seguridad , de aquello que conoces de bocas de quienes mas temes y respetas . Ese rumor aseguraba que de la sangre de los esclavos vertida a las arenas del desierto , había nacido un vengador , un ser mitad monstruo , mitad viento y sol , que se complacía en destrozar caravanas completas , con su acoso sin limites , para así suministrarse nuevas almas a las que esclavizar en las entrañas de las arenas calientes

Rasmira sabia que esas historias que el Rachid y ella misma habían oído junto al fuego de niños rozaban ahora , inconscientemente, el pensamiento confuso de todos ,aunque , afortunadamente , aun nadie las había relacionado con los rumbos perdidos , ni con la infructuosa búsqueda de agua . Pero de seguro , pronto lo harían , alguno de los esclavos o la mirada asustada de las chicas , prendería el fuego que alimenta el terror , y entonces , si que estarían perdidos , entonces , si que ni la magia eterna del desierto conseguiría salvarlos de morir tragados por la insaciable voracidad de las arenas calientes , perdidos en su propia locura y desesperación.

Rasmira para prevenir mas que probables incidentes posteriores , tomó la determinación de mostrarse mas fuerte y decidida que nunca , con una entereza que estaba muy lejos de sentir , y así , después de un día agotador , de lucha constante contra el calor , la sed y el viento , llegado el frío del atardecer , ordenó una vez mas , igual de fría e inaccesible que en los veinte años pasados , montar el campamento . Esperando al amanecer , que tras las suplicas constantes a la bondad de Ala , Este se compadeciera de ellos y les enviara una aire cargado de lluvia, que borrara para siempre aquella malla tupida de arena ,que los envolvía causándoles lentamente la muerte.

La violencia de ese viento asesino , hacia que los pequeños granos de dorada arena , tantas veces admirados por los habitantes del desierto y acariciados como un tesoro por las manos de sus mujeres , se convirtieran ahora en pequeños proyectiles capaces de dañar a personas y animales , causándoles , incluso , la muerte.

A causa de esta maldad personificada en dorada arena , en el tiempo transcurrido desde que empezó , habían perdido tres camellos , cuatro cabras , además de dos esclavos asustados y extraviados para siempre , por no seguir las sabias indicaciones del Rachid, que obligó a cada uno de los integrantes de la caravana a atarse entre si y a los camellos, para no perderse entre la niebla dorada que escocía los ojos con mas intensidad que el calor del sol y que hubiera sido capaz de tragarse a un ejercito de guerreros con su voracidad insaciable . A mitad de la noche , Rasmira , la esposa del Rachid , aun no había podido conciliar el sueño , escuchando los aullidos fieros del viento , en contraste con la respiración agitada de su esposo , dormido a su costado . Desvelada , lo miró durante unos minutos y comprendió, como propio, su dolor al no poder luchar contra unos elementos que siempre habían sido sus aliados y amigos.

Los hombres de las arenas saben ,en el mismo instante de su nacimiento, lo difícil que es la vida para aquellos que tienen que combatir al sol y la falta de agua , pero asimismo ,intuyen, que por ello, solo algunos de entre los miles de seres creados por la bondad de Ala , son sus escogidos para gozar con la maravilla de su obra , admirando la hermosura de una puesta de sol en el desierto o haciéndose los amos de la libertad de andar por donde hombre alguno, jamas ha osado pisar . Eso lo saben bien los hombres de las arenas , su vida es difícil , pero nunca tanto como para perecer tragados por la furia de un viento ,que levantaba miles de granos de arena a su paso , conduciéndolos hasta una muerte segura.

Cuando esta a punto de cabecear ,con el peso de los acontecimientos batiéndose como guerreros furiosos en su cansada cabeza , escucha claramente el llanto de un bebe . Al principio, piensa que sus sentidos después de la agotadora jornada la traicionan , pero al poner mas cuidado ,repara en que el llanto se repite con fuerza, imponiéndose ,incluso, a la ferocidad del viento

No reconoce en el ,el llanto familiar de ninguno de los niños que forman la caravana le quema como una daga traicionera hundiéndose en su pecho , el latido de dolor que siempre la acompaña cuando echa en falta al hijo que tanto deseaba el Rachid . Antes de que pueda volver a pensar en ello , escucha otra vez , el llanto vigoroso, de lo que aseguraría gracias a sus años de comadrona , ayudando a traer al mundo a los críos que pueblan su campamento , que es un vigoroso varón , casi recién nacido

.Una vez mas ,sin poderlo evitar , piensa en el hijo tan deseado que Ala no quiso entregarles, al mismo tiempo que se levanta con cuidado para no despertar a su señor . Lentamente , se acerca hasta la salida de la jaima , donde pone especial atención , dirigiendo su oído a la zona donde duermen los esclavos, y con ellos , los niños mas pequeños del campamento. A sabiendas de que, en los últimos meses ,ningún bebe ha venido a llenar con la alegría de su nacimiento, la cotidianeidad de sus vidas.

Al sentir la fuerza del viento contra su cuerpo, se ve envuelta en un mágico hechizo que la conduce mas allá de la seguridad del campamento, donde, nunca en su sano juicio, se hubiera atrevido a adentrarse en cualesquiera otras circunstancias.

Las arenas, como dotadas de vida propia, celosas por la intrusión de una mujer en su territorio sagrado, le golpean con fiereza el cuerpo y el rostro, negándose a que un extraño se adentre en el territorio que dominan.

Intenta no caer, ni sucumbir a su violencia, confiando ,casi ciegamente, en que la misma fuerza misteriosa que la ha impulsado a salir del campamento ,en plena noche, con la tormenta de arena descargando toda su furia, la protegerá de sufrir daño alguno. Y como escuchando una suplica elevada al cielo con sus callados labios, suena una melodía celestial, el berrido vital del bebe que la llama, implorando su ayuda para seguir atado a la vida.

Resbaló estuvo a punto de dar con sus huesos contra las arenas varias veces, pero en ese mismo momento que ya caía ,unos brazos alados la condujeron ,de nuevo, al camino correcto, que parecía llevarla hasta el sueños por el que tantas veces había implorado a Ala; el hijo que el Rachid tanto había anhelado en sus veinte años de matrimonio. Ese hijo que tanto daño había hecho a su corazón con su falta, el que la había obligado, amando al Rachid mas que a su propia vida ,a entregarle como concubina a su propia sobrina, a la hija de su único hermano, para que tuviera con ella el hijo que sus entrañas secas se negaban a engendrar.

Subió y bajó dunas que se interponían en la meta que se había fijado, hasta llegar, finalmente, a un recóndito lugar que no consiguió reconocer ,a pesar de haber recorrido el desierto miles de veces.

La zona estaba cubierta de ariscas piedras, grises y negras, que se enfrentaban al cielo, desafiándolo en silencio, con sus puntiagudas esquirlas.

Llegando allí, con el cuerpo palpitando por la intensa emoción, el viento acalló su rugido ,la arena volvió a ocupar su lugar en la quietud del suelo, y el cielo ,antes cegado por la tormenta, encendió con su intensa luminosidad cada una de las estrellas que poblaba su bóveda celestial. La luna redonda y plena , se engalanó con un dorado traje de seda , llevando su luz abajo de esos riscos , descubriendo a los ojos de la mujer, una hondonada mas profunda que el cuerpo de un hombre de pie. Del mismo centro pétreo, emergía la voz alta y vigorosa del bebe que había desvelado su corazón y su pensamiento; el bebe por el que ahora rogaba a la indulgencia y al poder de Ala, para que fuera tan real ,como aquel nuevo cielo plagado de todos los prodigios que el Creador había atesorado en las arenas del desierto.

Fácilmente, podría haberse caído y herir su ya maduro cuerpo ,con las rocas afiladas que custodiaban la hondonada donde lloraba el bebe, también podría haber perdido la vida tropezando y precipitándose al vacío, que ni siquiera la fogosidad de la luna era capaz de deslumbrar. Pero una vez mas, su suerte, su hado mágico, o el destino ese que aguarda a cada mortal en la tierra, la salvó y la hizo llegar con bien al fondo, que ,alabando el nombre de Ala , ahora que lo pisaba y tocaba con sus propias manos ,le parecía aun mas profundo y ciego de lo que en un principio hubiera llegado a pensar.

La oscuridad allí abajo era tan total , que ni un perdido rayo de luna se había atrevido a llegar hasta allí , iluminando el terreno con su luz . Por ello, debió servirse de sus manos, para tocando aquí y allá, descubrir el bulto cálido y carnoso , que escondía el mismo centro de la piedra.

Hasta que salió a la superficie con el cuerpecillo oculto en su pecho , bajo la protección de su túnica , no descubrió que sus manos sangraban abundantemente. Supuso que en la bajada y búsqueda del bebe , sus manos al rozarse con las rocas cortantes ,que defendían aquel escondite pétreo , habían salido heridas sin que su dueña lo hubiera percibido, por estar inmersa en la alegría del hallazgo.

De vuelta al campamento , corriendo y riendo , sintiéndose la mas feliz de la mujeres , no se entretuvo en curarse las heridas , sino que todo su afán estaba puesto en llegar hasta la jaima donde había dejado al Rachid durmiendo y mostrarle al crío que Ala , jamás sordo a las suplicas de sus fieles mas devotos, había tenido por bien enviarle.El Rachid atrapado en las redes de un mal sueño que lo llevaba hasta las mismas puertas de la muerte , se despertó sobresaltado ante los gritos de su esposa .Casi sin entreabrir los ojos ,ya pudo apreciar la sangre que manchaba la túnica de Rasmira , su cara pálida y el cuerpo tembloroso . Y de un salto , el Señor de las arenas, se puso de pie , pensando que los jinetes de las sombras , los bandidos del desierto ,se habían adueñado del campamento, mientras el dormía.

Rasmina ,reía feliz , reía como una loca que hubiera encontrado al fin el sueño de toda una vida , con esa risa profunda ,que sale del sus brazos acunaba un bulto , pequeño y tembloroso , que atesoraba como el mas preciado de los regalos de los cielos. El Rachid creyó volverse loco , sin entender nada , ni comprender la nueva aptitud de su esposa , cuando en todos sus años de vida juntos siempre había sido tan comedida , tan respetuosa y callada. Ya estaba a punto de zarandearla fuertemente para intentar hacerla entrar ,así ,en razón , cuando escuchó naciendo de todas partes , de cada una de las rendijas que rasgaban la jaima, el silencio. El mas profundo silencio que hombre alguno hubiera escuchado , invadiéndolo todo , destruyendo la tormenta que lo había perseguido durante días, la que estaba seguro que lo conduciría directamente a la muerte.

Sin dejar de observar a su esposa por el rabillo del ojo, se dirigió al exterior de la jaima para investigar ese prodigio que estaba ocurriendo. Pudo notar como Rasmina , sonriente y calmada ,l e seguía despacio . Desde la entrada de la jaima ,supo que la grandeza de Ala los acompañaba y se dignaba a mostrarse a ojos mortales con uno de sus muchos prodigios: un cielo plagado de estrellas , con una luna redonda y plena , presidiéndolo , como una reina en su trono . Después de tantas pesadumbres , de estar a las mismas puertas de la locura , apreció aun mas las maravillas con las que el Creador del universo premia a los hombres sumisos recordando la oración aprendida de niño”...Condúcenos al camino recto , camino de aquellos a los que has favorecido , que no son objeto de tu enojo y no son los extraviados...”.Henchido por la gratitud se hincó en el suelo , clavando la frente en una arena , que ahora dormía tranquila, y así calladamente , oró a aquel Dios que tantos dones regalaba a unos humildes siervos , sin notar que a sus espadas su esposa elevaba al bebe sobre su cabeza , ofreciéndoselo al cielo.

La cúpula celeste estaba plagada de estrellas , con nubes blancas de algodón , que desfilaban en comitiva hacia el este , llevadas por una suave brisa, cargada de humedad.

El Rachid, cual perro bien entrenado en el arte de seguir un rastro, que nunca descansara en sus deberes cotidianos , cesó por un instante en sus oraciones para elevar la cara al cielo , comprobando con este simple gesto, que sus instintos como perseguidor de agua no habían desaparecido totalmente , tragados por la desesperación. Sin vacilar, fue dando fin a sus oraciones , agradeciéndole con ellas ,una vez mas , a Ala , la dicha de indicarle un sendero cierto hacia el agua que seria su salvación , terminando con un susurro las oraciones aprendidas de niño ; “El es Dios . No hay Dios sino El . El conoce lo desconocido y el testimonio . El es el Clemente , el misericordioso . El es Dios . No hay Dios sino El . El es el Rey , el Santísimo , el Pacificador , el Creyente , el Presente , el poderoso , el Terrible , el Soberbio . !Gloria a Dios!

Tras ello , con solo una mirada de poder , ordenó a Rasmira que desmontase el campamento , haciéndose cargo ésta , como venia siendo su cometido en los últimos veinte años ,de ejercer la vigilancia y control ,para que todos y cada uno de los componentes de la caravana realizara la función que le había encomendado el Rachid a su llegada

Ya montado en su camello , erguido y con la mirada vagando de aquí a allá , pudo reparar en cómo su esposa cumplía diligentemente los preparativos que el mismo había ordenado ,con el acelero propio de esa situación, en que el campamento aprecia gozar de vida propia , en que las mujeres se apresuraban en guardar los enseres y el trajín tan conocido de los hombres reuniendo el ganado para la larga marcha . Pero asimismo , observó como de la figura esbelta y ceñida de Rasmira emergía una forma extraña , como si su corazón se hubiera engrandecido hasta no caberle dentro del pecho . Junto con la visión de esta insólita imagen , llegó a su mente, como un rayo en mitad de la tormenta, el mal sueño que padeció durante la noche, en el cual toda la expedición moría a manos de los jinetes de las sombras, y creyó recordar, como salida de entre las brumas, la silueta de Rasmira riendo alocadamente, mientras de su túnica manaba sangre.

Cogió fuertemente las bridas del camello para dirigirlo hacia donde se encontraba su esposa con la intención de interrogarla ,arrancando así de su mente confusa, lo que no podía ser otra cosa que los velos cegadores que acompañan al despertar desorientado , tras un mal sueño . Pero en ese instante, su mano derecha , Yiobar , un beduino adoptado por su abuelo ; Un hombre sabio y creyente , que supo sustituir ,a su muerte , el lugar de su padre , en su corazón dolido , sin usurpar el que le correspondería al Rachid ,como jefe de la tribu ; Aquel que lo protegió con su vida de todo mal , le hacia ahora la señal convenida, para indicarle que todos estaban preparados para seguirle, allí donde el tuviera por bien llevarles . Este gesto tan familiar , tan repetido en multitud de ocasiones , lo condujo de nuevo a la realidad , haciéndose cargo de la importancia que tenia para todos aquellos que dependían de el , hombres , mujeres ,niños y animales , que su olfato de cazador de lluvias no fallase esta vez ,y que , como jefe de la caravana, los llevara allí donde las nubes de lluvia descargarían su benefactora cosecha , otorgándoles ,de este modo, el don de la vida.

Seguir a las nubes cargadas de agua era un arte para el que se debía nacer , porque solo un olfato privilegiado podía intuir si la nube ,que se balanceaba coqueta sobre sus cabezas, iba cargada de benefactora lluvia ,capaz de saciar su sed y prolongar sus vidas en ese desierto cruel , o por contra, su vientre rastrero ,únicamente, cargaba un polvo amarillento y seco que cegaría sus pulmones , cercenando sus vidas y sus posibilidades de futuro, en una tierra que no perdonaba los errores

El Rachid sabia ,que aquella nube, redondeada y rebosante ,estaba cargada de un agua pura y cristalina ,que los fecundaría con su caída, ofreciéndoles , los dones que tan celosamente guardaba en su interior . En su persecución, no dudó en recorrer dunas y senderos trazados en la arena por pies invisibles , no escatimó esfuerzos en subir y bajar laderas doradas, en busca del lugar exacto donde esa nube decidiría alumbrar esa agua de vida ,que tanto necesitaban . Ya alli , solo Rasmira, reconoció el lugar como aquel donde había encontrado al bebe . Solo ella pudo hacerlo , porque únicamente sus ojos mortales lo habían visto, desde los tiempos en que esas arenas secas , eran ríos cristalinos dotados de vida propia . Tiempos gloriosos ,en que esas rocas filosas y rasgantes ,eran montañas pobladas por animales y plantas tan diversos en formas y colores ,que ni tan siquiera podían llegar a imaginarlos las mentes mas fantasiosas, .Tiempos felices, en que las laderas y dunas de arena ,eran vergeles del paraíso y mares saturados de existencia.

Solo Ella sabia donde se encontraban , pero no quiso empañar la magia del lugar arrancando una palabra a sus labios, sino que dejó que ese mismo poder creador que a ella la había poseído, llegase hasta el corazón del Rachid, haciéndolo suyo.

Cuando comenzó a caer una fina lluvia sobre sus cabezas ,el Rachid mandó parar la caravana y montar las tiendas , que firmemente sostenidas por sus palos de madera en los que habían tallado incisiones y motivos geométricos contra la mala suerte , enfrentarían cualquier peligro . Sus techumbres de piel de cabra , habían sido embadurnadas en arcilla oscura para aislar el interior de las extremas temperaturas del exterior , los 70 grados del día , y los dos grados bajo cero de la noche . Cuando estuvieron dispuestas , se fueron sacando de todos los lugares , odres vacíos y resecos , cubas preñadas por el polvo amarillento , y cualquier cacharro por pequeño o insignificante que fuera ,que pudiera albergar en su interior el agua que tan generosamente manaba del cielo. Después, cuando desde la saca mas grande hasta el cubilete mas pequeño estuvieron saciados por la bondad de Ala que los premiaba con su gloria en forma de agua de lluvia , el Rachid levantó sobre su cabeza ambas manos , para permitir benevolentemente que hombres, mujeres y niños ,integrantes de una caravana que le pertenecía por entero , gozaran con el prodigio de sentir sobre sus cuerpos la fecunda lluvia.

Era un placer contemplar como los cuerpos y rostros , antes cubiertos por el polvo y la suciedad ,pasaban a convertirse ,por fin , en humanos , perdiendo gota a gota ,la arcillez borrosa que los cubría. El polvo , la suciedad y la miseria del largo camino que parecía haberse pegado hasta mas allá de sus almas , quedaban ahora borrados paulatinamente , gracias a la inocencia purificadora del agua.

Los griteríos de los críos , seguidos de los de sus madres , por la alegría de una vida vertida sobre sus cabezas , elevaban su jubilo al cielo , que los recibía mandando mas agua con que saciar su sed.

Los animales, cabras, camellos y ovejas ,extendían sus resecas lenguas para no perder ni una sola gota de agua ,y los cachorrillos ,nacidos en la sequedad del desierto , sacudían sus pieles de esa intrusión desconocida hasta ese momento , no sabiendo como sus progenitores , por la sabiduría que da la experiencia , que esa sustancia ,l limpia y sin color , les llevaba directamente al origen de la vida.

Rasmira , con el bebe sobre su pecho ,intentaba ayudar en todos los quehaceres ,igual que había hecho desde que entró a formar parte de la vida del Rachid , pero un grito ,procedente de su seno , se elevó en el cielo con fuerza , haciéndola parar bruscamente. El bebe , el hijo por el que tanto había suplicado su corazón, lloraba con dolor , debatiéndose con fiereza , intentando liberarse de la cobija en que ella lo había envuelto con tanto amor . Sintiendo ,como solo es capaz de hacerlo una madre , en sus carnes su dolor y su desesperación ,Rasmira lo mas rápidamente que pudo , mostrando su cuerpo plateado a la frescura de una lluvia cálida, que por momentos iba fortaleciéndose . Bajo este manto de agua , cada vez mas espesa, que emergía del cielo , el recién nacido , abrió unos ojos azules como el cielo del verano y levantó sus pequeñas manos , elevando las palmas hacia arriba , como en una silenciosa plegaria ,i intentando recoger agua de lluvia con la que mojar sus pequeños y pálidos labios.

Cuando el crío gritó al cielo , todos cesaron en la actividad que estaban realizando , pues sabían que ningún niño había nacido en los últimos años en la caravana , y no pudieron por menos que asombrarse de que aquel bebe estuviera ,precisamente , en los brazos de Rasmina , la mujer que había sido incapaz de concebir un hijo del Rachid. Tal vez ,su esposo , como dueño y señor de la vida de todos aquellos que formaban parte de la caravana o el sabio Yiobar , siempre tan atento a todo , se hubieran acercado a ella , para informarse del extraño hallazgo de ese bebe , pero antes que nadie tuviera tiempo de hacer un solo movimiento , ya una persona de entre ellos , soltándose de la mano de su madre , se había dirigido ,con paso seguro, hasta donde el bebe continuaba bebiendo agua de lluvia , con la clara intención de descubrir quién era aquel intruso que se colaba de improviso en sus vidas.

Como solo son capaces de hacerlo los niños , con esa naturalidad y tozudez que les son propias , el hijo nacido de la unión del Rachid y Ashia , la sobrina de Rasmira , Abu , con sus tres años recién cumplidos , tiró insistentemente de la túnica de Rasmira hasta que ,ésta, cansada de luchar contra el, llevó al bebe hasta su altura, para que lo viera ,como al parecer era su ferviente deseo.

Abu, de piel canela oscura, y ojos profundos y negros como la noche sin luna ,a pesar de su corta edad ,no pudo dejar de admirar los ojos azules del bebe ,y mirando la cara sonriente de Rasmira ,le dijo en tono de confidencia;

-Tiene ojos de lluvia

En la Aqiqah ,celebrada siete días después, al bebe ,se le impuso el nombre de Hadmed , pero ,a pesar de ser ese el nombre musulmán por el que seria llamado en el mundo en el que crecería y se haría un nombre ,para Abu y muchos de los que después contarían su historia a hijos y nietos, siempre seria conocido como “Ojos de lluvia”.

La vida de la caravana ,aparentemente, siguió su curso normal con la integración del nuevo hijo del Rachid, que fue adoptado con la misma normalidad que años antes lo fuera Yiobar, el beduino que ahora pasado un año del hallazgo de Ojos de lluvia ,y teniendo Abu ya cumplidos los cuatro ,se había convertido en su Marabut ,tutor de gran sabiduría, maestro de gran cultura tanto laica como religiosa.

En ese mismo espacio de tiempo ,el pequeño Abu, ya había recibido su primera lección; Yiobar le había leído la basmala, con las primeras palabras que le fueron reveladas al profeta, iniciándolo así en la devoción a Ala ,su único Dios;..”!Predica en el nombre de tu Señor ,el que te ha creado!....!Predica! El, a su vez, como alumno bien dispuesto e instruido, debería haberlas recitado ante la presencia de su familia que se honraría con ello, felicitándolo y haciéndole variados regalos ,por su inclusión en el reino de los temerosos de Dios.

Pero antes de que Abu, presa del nerviosismo ,al sentir la fuerza de los ojos de águila de su padre clavados en el, pudiera comenzar lo que anteriormente había practicado hasta la saciedad con su maestro ,ya el pequeño y pálido , Hadmed , con voz clara a pesar de tener solo un año, había recitado, sin incurrir en un solo error, las palabras que no le habían sido enseñadas y que nadie pudo entender como había sido capaz de aprender el solo

.Esta fue la segunda vez que Abu deseó ,con toda la fuerza de su corazón, que el niño desapareciera tragado por las calientes arenas del desierto.

La primera ni siquiera recordaba cuando la sintió palpitando muy dentro ,escondida ,en la calidez de su corazón ,porque Abu era pequeño, pero sabia con certeza que su padre no lo amaba, del mismo modo que sabia, sin que nadie tuviera que decírselo al oído, que tampoco amaba a su madre, a pesar de su extremada belleza eso le dolía ,le escocía en el alma, como la mas profunda de las ofensas que hombre alguno le pudiera infringir.

.Ashia, la hermosísima Ashia, considerada entre familiares y vecinos como una de las mujeres mas extraordinarias que hubieran visto jamás, con sus ojos negros pintados ,cuidadosamente, con antimonio y la cara ,levemente, cubierta de polvo de ocre, se consumía de rabia, al no ser capaz de despertar en su maduro esposo, la ternura y pasión, que envolvían sus ojos cuando miraban a Rasmira.

La mujer, sufría despechada y amargada , pagando su odio y frustración con aquel ser que mas la amaba bajo el cielo azul ,Abu, que a su vez trasladaba ese amargor contra quien ,auspiciado por su madre, creía firmemente que era el culpable ,su hermanastro Hadmed.

Ashia, odiaba aquella caravana y aquel esposo que le habían aconsejado tomar ,no por amor o por pasión ,como ella hubiera deseado para así lograr el dominio de su espíritu fogoso sino nacido en la conveniencia de engendrar un heredero que continuase los designios del Rachid en la tierra.

Tras noches en blanco ,revolviéndose sola en su tienda, se asqueaba ,odiando a todo y a todos, al comprobar como el marido que había pensado que cegaría con sus encantos, era inmune a ellos, mientras que prefería ,poniéndola en ridículo ante todo el campamento, a su tía Rasmira, la hermana de su padre :una mujer, que la doblaba en edad ,y que sin su belleza ni sus cuidados encantos ,había sido capaz de interponerse entre ella y un hombre, al que incluso había dado un hijo ,que podría haber deformado su cuidado su cuerpo, y que solo la pago despreciándola, sin acudir a su tienda ni una sola vez mas ,tras consumarse la ceremonia nupcial

Ella sabia, como cualquier esposa musulmana, que su esposo estaba obligada por las sagradas leyes del Corán a respetar a sus esposas con la igualdad y equidad, no favoreciendo a una por encima de las demás . Solo de este modo ,les estaba permitido a los creyentes musulmanes gozar del privilegio de tener hasta cuatro esposas .Ella lo sabia y podría haber acudido a las autoridades y conocidos para que remediasen su situación de despechada ,pero en que posición quedaría entonces,¿no se convertiría ,acaso ,en el hazmerreír de toda la comunidad? Para ella que siempre había estado acostumbrada a los halagos de amigos y parientes ,esta situación era peor que la propia muerte, la peor de la deshonras. Era mas que inconcebible verse obligada a ejercer un papel secundario en la caravana ,principalmente porque la actividad imparable de Rasmira era imposible de imitar ,pero sobre todo porque, aunque no lo reconocería jamás, el estado natural de Aisha era la pereza y dejadez mas absolutas, que la hacían pasar horas enteras tumbada sobre mullidos cojines ,soñando y haciendo conjeturas con los galanes que había rechazado solo para conseguir la proeza de unirse a un hombre mudo y concentrado como el Rachid, que parecía ciego ante los encantos que ella sabia bien que volvían locos a otros hombres ,por ejemplo el jefe de los esclavos Mujad, un etiope musculado por el duro trabajo ,que prefería sufrir mil veces los latigazos de Yiobar para hacerlo volver al trabajo ,antes que perderse una lánguida mirada de Ashia.

Abu era demasiado joven para darse cuenta de que su madre envenenaba su corazón cada vez mas con la envidia que sentía hacia Rasmira y su bastardo, como solía llamar ella ,al niño a espaldas de sus padres. No podía saber que su madre malintencionaba su corazón con historias falsas sobre el amor que le dispensaba el Rachid antes de llegar el niño pálido a sus vidas ,ni podía comprender como las ambiciones de su madre de ser la figura central en la vida del Rachid se habían visto cegadas con la llegada de un niño que amando a su esposa mas que a su vida ,había aceptado como propio, mermando con ello las posibilidades de herencia de Ashia en caso de muerte del Rachid ,tampoco podía llegar a su entendimiento como un hombre como el rachid todo corazón lo amaba sin palabras ,solo veía los logros del pequeño y sentía la sal del odio royéndole las entrañas al recordar el orgullo que expresaba la cara del rachid al escuchar la plegaria en la voz de Ojos de lluvia..

La caravana siempre vagaba de un rumbo a otro, por ello hasta pasado mas de un año no regresaron al lugar donde Rasmira había encontrado a Hadmed.

El rachid, como siempre, guiaba su caravana a lomos de su camello, siendo el primero en cruzar dunas y senderos para llegar al lugar que su mente ya siempre recordaría como el del nacimiento de la prodigiosa lluvia que los salvó de las garras de la muerte .el sabia que la lluvia duro mas tiempo del que solían hacerlo en el desierto ,tanto que incluso los viejos pensaron que pronto llegaría una inundación que segaría sus vidas, pero pasado un tiempo tan sorprendentemente como había aparecido la primera nube en el cielo a las que siguieron otras muchas, desaparecieron dejándolos como faltos de una gloria que por un lapso feliz de tiempo pensaron que siempre les acompañaría. Después de aquello recogieron sus enseres y regresaron a su comercio ,a su vagar constante de un lado a otro llevando sus productos hasta mercados donde los permutarías por bienes que ellos eran incapaces de proveer sede otras manera.

Al cruzar la ultima duna de arena antes de llegar ,el rachid se paro en seco sobre el montículo de arena pensando ser victima de un espejismo ,pues ,el lugar que ellos habían dejado y que era un pasaje rocoso, donde la arena dorada recubría las rocas ,puntiagudas y filosas, que parecían emerger del interior de la tierra, se había transformado en un paraje mágico ,donde docenas de árboles con poco mas de la altura de su hijo Abu ,se mecían aquí y allá al compás de una brisa cargada de humedad que su olfato le decía que tardaría poco en manar agua de su fértil vientre .A simple vista creyó reconocer higueras y palmeras ,junto a otros árboles que sus ojos jamás habían visto y que ,por ello, no podía identificar.

El suelo sobre el que se asentaban confiados era de un verde intenso ,un color tan insólito en mitad del desierto que le hizo estar seguro de que allí vivían espíritus maléficos que esperaban la llegada de la caravana con todos sus miembros para alimentarse con sus almas.

No quiso acampar en aquel lugar misterioso hasta estar seguro de lo que ocurría en aquel lugar misterioso ,prefiriendo situar las tiendas tras los montículos dorados ,que parecían el limite fijado por la sabia naturaleza para acotar aquel extraño oasis, y vigilar lo que sucedía, estableciendo un turno de guardias ,con un control riguroso hasta socavar su secreto.

Se sintió orgulloso de no errar en su olfato de cazador, al observar como una fina lluvia se deslizaba sobre el oasis, bañando los árboles y la yerba de gruesas gotas de humedad ,nutriéndolas ,de este modo, de vida y fecundidad. Si en verdad su corazón se sintió contento al poder presentir esa agua redentora, que estaba seguro también manaba de algún lugar oculto de allá abajo, se lo decía su olfato de cazador de lluvias , y el eco lastimero de los animales ,atados y cegados con vendas para intentar acallar sus instintos que detectaban la cercanía de agua. El Rachid odiaba verse obligado a atajar las voluntades de los hombres y de los animales que estaban a su cargo negándoles el agua que tanto necesitaban y que tan cerca estaba, pero antes de asentarse en lo que a simple vista parecía en el mas grande de los oasis jamás conocido por hombre alguno que se hubiese adentrado en aquel desierto que los blancos llamaban la boca del infierno, tenia que asegurarse de que era lo que parecía y no una trampa de los espíritus sin nombre .Así esperaba pacientemente a que se hiciera de noche y tras ella se renovase el día ,para observar si había cambio alguno trampa que poder desenmascarar.

Y como el hombre aquel que por desobedecer los mandatos de su Dios se vio condenado a privarse de la entrada en la tierra prometida, el Rachid se deleitaba a la puerta de su tienda con esta visión sin atreverse a adentrarse en ella. permanecía en silencio como era su costumbre, sentado sobre sus piernas cruzadas, sobre una alfombra tejida por las pacientes manos de su primera esposa ,tan abstraído en la belleza que lo hechizaba, que no sintió que Rasmira se acercaba a su espalda ,portando un te oloroso y azucarado ,en una tetera que había pertenecido a sus antepasados y que ahora ,gracias a la bondad de Ala ,pasaría a manos de su hijo y de los hijos de sus hijos.

-No se ve la grieta,.....No puede haber desaparecido....dijo ella, casi sin entreabrir los labios, con la mirada fija en el horizonte, después de haber servido a su esposo la caliente infusión

Cuando escuchó estas palabras de boca de la única mujer que amaba sintió, sin saber por qué, un escalofrío que recorrió su espalda con la misma rapidez y sinuosidad que las culebras viajan ,haciendo surcos, sobre las arenas del desierto, pero por mas que su pecho estallaba de impaciencia por saber a que se refería, no dejó a su boca la libertad de indagar lo que tal vez hubiera asentado su espíritu inquieto. Porque el Rachid deseaba saber donde y como había sido hallado el que ahora consideraba hijo de su carne y su sangre ,aquel que en tan corto espacio de tiempo había dado muestra de henchir su pecho con el orgullo de ser su padre. Deseaba saberlo

desde que vio a Rasmira con el bebe firmemente asentado en sus brazos, dando desde aquel momento por hecho que el crío les pertenecía como un miembro mas de la tribu, y siendo poco dado a las preguntas ni a las charlas, nunca indagó lo suficiente para saber con certeza su procedencia, pues lo único que le había importado era que el gran regalo que les había ofrecido Ala por medio del niño que había sosegado el confuso y triste corazón de Rasmira dándole una poderosa razón para reír .El adoraba la risa callada de su esposa, adoraba sus labios formando esa mueca deliciosa, que transformaba su rostro en una imagen celestial . En cada uno de esos momentos en que la veía atender al recién nacido procurándole la mejor leche de cabra para su alimentación y grandes raciones de agua pura y cristalina, que requería con briosos chillidos, el creía palpar en el ambiente la santidad que la familia de Rasmira juraba haber heredado del santón del que procedían. Si porque aunque Rasmira se había a adaptado a la perfección al modo de vida tawarek, como eran llamados por sus enemigos, y hablaba perfectamente el tamashek, como si se lo hubiera enseñado su madre al darle el pecho, ella no había nacido en el seno de su tribu sino en un poblado tunecino donde para sobrevivir los hombres se veían abocados a sacar agua de los pozos, roturar la tierra y sacudir los olivos para que cayeran las aceitunas que mas tarde recogerían las mujeres. De esta cultura venia su habilidad tejedora ,que con el tiempo se había convertido en un arte, cada vez mas admirado en todos los mercados a los que llegaban y que les hacia permutar con grandes ganancias, las hermosas alfombras, por cosas que no eran capaces de proveerse ellos mismos ,como te y azúcar. También de las raíces tunecinas de Rasmira provenía su origen divino ,por obra del santón del que su familia juraba descender.

A los santones, personajes legendarios, se les sabia dotados de la gracia divina o baraka, y así mismo gozaban de la facultad de ayudar a aquellos que les ofrecían velas o incienso en la quietud de su santuario. Cada santón tenia sus rasgos propios, pero aquel del cual procedía la saga de Rasmira era Sidi Ameur, uno de los mas poderosos, por atesorar el don de producir encantamientos, frente a otros santones que solo tenían riquezas u honores.

El Rachid era musulmán, como la misma Rasmira y como todos los miembros de su tribu, y creía en el poder mágico de los santones, pero también sabia del poder que podían disfrutar los espíritus bondadosos o andgelousen, así como el de los demonios que vivían en las rocas y los árboles a apartados y solitarios, reflujo de una época en que los tawarek creían solo en aquello que veían ,y lo que no comprendían, porque se escapaba al orden natural establecido, lo achacaban a obra de espíritus relacionados con el medio hostil en que debían sobrevivir.

No pudiendo conciliar el sueño, decidió permanecer reposando fuera de la tienda con los ojos en permanente vigilia ,fijos en el horizonte, que se le revelaba con la caída de la noche aun mas hermoso que con la fogosidad del sol iluminándolo todo

.Para protegerse de la frialdad de la noche ,se había pertrechado tras el kashabir de lana con franjas de color negro, sobre el que había superpuesto un enorme capote de piel de camello. Bajo ellos, solo cubría su desnudez con los característicos pantalones bombachos de algodón azul y la amplia camisa blanca ,que le sobresalía hasta las caderas, indumentaria propia de los hombres importantes de su tribu. Sintiendo calambres en las plantas de los pies, se libró de las sandalias de cuero, finamente decoradas ,que siempre llevaba consigo, para dar reposo a unos aliados que jamás le defraudaban en sus largas marchas por las arenas del desierto, sobre su fuerte pero rebelde camello, que debía recibir mas de una buena patada en sus flancos, y algún que otro latigazo, para obedecer con presteza las ordenes de su amo.

Se tocó la pequeña bolsa de cuero, que llevaba colgada del cuello, con los versículos del Corán gravados a modo de amuletos y la entrecerró en la fortaleza de su puño ,dándose ánimos para lo que podría llegar .

Por un momento, creyó que tal vez el sueño lo hubiera conquistado con la suavidad de sus brazos ,sin tener consciencia de ello, porque bajo la luna plena, que iluminaba la inmensidad arenosa del desierto, veía bultos en movimiento, que se aproximaban por todas partes en dirección a la verde explanada, que parecía dormir a sus pies. Se restregó los ojos una y mil veces y el resultado siempre era mismo :a cada sitio que dirigía sus ojos de halcón donde miraba, sobre la arena, ahora teñida de luz platino, se desdibujaban formas de animales reunidos en manadas ,acercándose lentamente hacia allí.

Fijándose bien, pudo distinguir rebaños de cabras, de camellos, gacelas, y hasta creyó vislumbrar una leona hembra con sus cachorrillos correteando seguros tras ella. Tentado estuvo, de hacer despertar a todos y cada uno de los miembros de la caravana, para que con sus propios ojos vieran el prodigio que estaba sucediendo, pero razonando desde su soledad, pensó que si estaba equivocado y su mente había empezado a enloquecer, sin el darse cuenta de ello, seria mejor que nadie fuera testigo de ello. Así que, con el corazón emocionado por lo que parecía un milagro a sus ojos, siguió allí, en lo alto el montículo de arena, sin perder de vista los animales que paso a paso ,trote a trote, parecían aproximarse a un común destino con ellos.

Al día siguiente, cuando los ruidos propios del campamento despertaron al Rachid aun fuera ,tendido sobre la alfombra tejida por Rasmina, notó que los animales habían desaparecido, pero, Ala es grande, sus huellas inconfundibles en la arena y cerca del lago, donde abrevaron, atestiguaban que la razón aun permanecía firme en el corazón del Rachid.

También con la luz del día invadiéndolo todo, pudieron acercarse al que comprobaron ciertamente que era un oasis, nacido de la acumulación de agua subterránea que manaba a través de las rocas afiladas ,por la boca de un cono invertido en el interior del desierto, que al contrario que un embudo en vez de derramar agua por su boca inferior y mas pequeña la expelía, aspirándola del centro de la tierra, llenando todo su interior hasta la embocadura máxima con su frescura y pureza.

Rasmira, mas acostumbrada que el Rachid a la agricultura ,humildemente, le pudo indicar el nombre de algunos árboles que él n o conseguía identificar por desconocerlos como el olivo, el ciprés, y arbustos que ella solo recordaba, gracias a las laminas que un día le enseñara su abuelo de un libro de ilustraciones, de lo que le parecieron una parra y un rosal sin flores.

Nadie comprendía cómo habría podido llegar allí toda esa maravillosa vegetación, tan extraña en el desierto ,solamente Yiobar, notable entre los sabios, rectificando la hipótesis del Rachid que creía firmemente que los vientos, ayudados por los espíritus beneficios habían transportado las semillas desde tierras lejanas, aventuró que lo mas probable fuera que aquellas semillas ya estuvieran allí, dormidas, hasta que encontraron el agua necesaria para fructificar. Solo con ella, con su pureza de vida, habían despertado de su letargo y realizado la función vital para la que habían nacido.

Nunca se había visto hombre mas feliz que el Rachid que con este hallazgo que sabia solo pertenecía a la humanidad ,pero que ya por siempre llevaría su nombre por ser su descubridor. Sin notar el paso de un tiempo que era tan feliz, dejaban correr alegremente los días en los que los niños se bañaban en las aguas limpias del lago y las mujeres lavaban y cocinaban con aquel agua de vida que los transportaba a un paraíso donde nunca faltaba a que liquido elemento, aunque es sabido que la felicidad total nunca es permanente y no faltó quien tras las pieles de su tienda, conspirase para traicionar al Rachid, condenando con el a todos los miembros de su caravana, a cambio de la riqueza que se atesoraba allí.

Ashia, astuta como un chacal, vio la posibilidad de librarse del Rachid, de su yugo de indiferencia, de la perfección de Rasmina y de la sabiduría que parecía encerrar el pequeño Hadmed, todo al mismo tiempo, pactando con los Jinetes de las sombras sus muertes, solo a cambio de la riqueza que generaba aquel oasis, que ellos podrían convertir en su fortaleza y refugio .

La codiciosa muchacha, tenia en la cabeza miles de planes, pero el principal ,el que la hacia despertarse en mitad de la noche sudorosa y asustada, era librarse del Rachid y enriquecerse rápidamente, para conseguirlo no permitiría que nada ni nadie se interpusiera en su camino.

Nadie supo lo que tramaba Ashia, mas que el esclavo Mujad, comprado por su belleza y sus promesas de amor, y su hijo Abu, que notaba como su madre ,día a día, estaba mas feliz sabiendo que las vidas de aquellos que mas odiaba estaban a punto de acabar. Pero, por contra, Abu estaba cada vez mas confundido, roto entre la lealtad que debía a su padre y el amor que sentía su madre.

Una noche en que se dilató mas tiempo del debido en dormirse, descubrió como en la tienda de su madre entraba el esclavo negro Mujad, enorme y de tan mal carácter, que era temido por todos menos por su padre y Yiobar ,su maestro, que no dudaba en azotarlo por su indisciplina. Pensando que iba a causarle daño a su madre, estuvo a punto de descubrir que no dormía y abalanzarse sobre el, pero en ese mismo instante su madre ,con el cuerpo descubierto, lo abrazó con impúdica desvergüenza.

Abu había sido bien instruido por Yiobar en las leyes coránicas y sabia que aquello estaba mal, muy mal ,y que su deber inexcusable era informar a su padre, pero aun sabiéndolo, dudaba de entregar a su madre al castigo que de seguro llevaría a aparejado el repudio y el destierro. Por esa vacilación , pudo escuchar como entre los planes del esclavo estaba aprovechar el ataque de los jinetes de las sombras para hacerse el amo de la caravana ,matando, con inusitada crueldad a su padre y a Yiobar .

Abu difícilmente pudo resistir ,el impulso de acudir a su padre con la narración de esa horrible historia, hasta que el esclavo se despidió de su madre ,y varias veces creyó que su corazón galopante lo descubriría, haciéndolo merecedor de la muerte mas cruel, aquella que se dispensa a los espías y soplones. Pero una vez se hubo ido Mujad ,lo venció el sueño, y llegando la claridad del día ,vio a su madre, tan hermosa y buena como siempre lo fue para el, y ante esta visión, dudó de todo lo que habían visto sus ojos y escuchado sus oídos, decidiendo esperar para asegurarse bien, antes que proferir acusaciones tan graves y que tanto comprometerían a aquella que significaba para el , mas que su propia vida.

Los días pasaban entre la codicia de Ashia , que ya se veía dueña de todo el oro del mundo, cobrando tributo por lo que nunca había tenido precio en el desierto, pues los oasis al venir dados por la mano de Dios y no del hombre, jamás son atribuidos a un dueño concreto, sino que aquel viajero, caminante o vagabundo de la vida que tiene la suerte de acercarse a uno de ellos, ya sabe que por el momento, por muy pobre que sea ya tiene asegurada, el agua que necesitara para su supervivencia.

Ella sabia ,después de llevar vagando por esos mares de la muerte mas de cinco años tras su matrimonio con el Rachid, que en el desierto una gota de agua es puro oro , porque de ella depende toda la vida , pero, ¿ y si en vez de una gota de agua, había una fuente inacabable que manaba del suelo, invadiéndolo todo con su fertilidad, haciendo crecer la yerba, las semillas, los árboles ancestrales y toda clase de arbustos, de los que venían a alimentarse y saciar su sed desde parajes recónditos, los mas extraños animales , nunca vistos por un nómada del desierto? . ¿Es que una maravilla así , no valdría mas que todo el oro del mundo?

.Mujad tampoco tenia problemas de conciencia por traicionar al amo que tan bien lo había tratado desde su infancia , y al igual que Ashia , pasaba los días pensando en la fortuna que iba a atesorar y en satisfacer un deseo que quemaba su alma , y que hasta entonces , le había parecido inalcanzable.

Abu , se dejaba engañar por la aparente felicidad que lo rodeaba todo y que parecía combinar a la perfección con aquel lugar magico, que los envolvía en su inocencia. Miraba escondido tras los arbustos a su padre, a Rasmina y a su hermanastro, mientras se reían bajo la sombra de lo que en un futuro serian enormes palmeras capaces de saciar el hambre de una enorme caravana, con sus ristras de dátiles, dulces y jugosos .Se veían felices, tan felices que a Abu le dolió, que lo fueran sin el, que no notaran su ausencia, y en ese momento , si que los odió y creyó que se merecían lo que les iba a suceder. Aunque inmediatamente de nacer, este mismo pensamiento atroz causado por los celos , le hizo estremecerse de terror , seguro en la certeza que se encerraba en su corazón ,de que lo que sabia, estaba en la obligación de confesárselo a su padre, si no quería ser responsable de la muerte de inocentes, pero era demasiado pequeño y estaba demasiado confundido por los acontecimientos para hablar en ese momento de culpabilidad , así que calló hasta que fue demasiado tarde..

En este punto de la historia , el narrador pararía por un instante para mirar a su alrededor y notar , orgulloso , como el auditorio le era fiel , y la solemnidad callada ,que presidía el acto , sin que ningún ruido turbara el prodigio de su voz ronca , batiéndose solitaria por todos los rincones . Solo una vieja criada serviría humeante te, con pasos sigilosos, quebrando la inmovilidad general, por que ni aun los niños, que de sabido es que son tan traviesos e incapaces de estar entretenidos tan largo tiempo ,habrían sido incapaces de escapar a las inflexiones hechiceras de su voz.

Cuando notó fijos todas las pupilas en el , siguió adelante con la historia con voz potente, explicando como la desgracia que teje con hilo negro maldito , propició que antes que Abu pudiera llegar a un acuerdo entre su conciencia y su amor filial , los jinetes de las sombras ,como era su costumbre ancestral , atacaron en mitad de la noche , sin previo aviso , ni tan siquiera a sus posibles aliados.

Abu , pudo notar su presencia antes que nadie , porque desde que el secreto de la traición dormía en su corazón su alma inquieta no le era capaz de reposar tranquilo . Así , tras los pasos cautos sobre la arena que le parecieron en un principio ocasionados por el viento ,pudo sentir con pánico, los gritos de las mujeres ,los aullidos de dolor de los hombres, seguidos del llanto el llanto de los niños .Arrastrándose por la tienda , con el corazón encogido por el miedo, se acercó a su madre , que dormía profundamente e intentó despertarla, pero antes de conseguirlo ya la figura del enorme Mujad se balanceaba en la entrada ,llamándola a gritos .Su madre se tiró de la cama ,asustada, pero con ese orgullo que presidía todos sus actos por muy innobles que pudieran ser. Antes de que llegara al lado del esclavo, este se derrumbó como una montaña asolada por un viento de muerte .Solo entonces pudieron apreciar que de su negra y robusta espalda sobresalía el puño y la mitad del cuerpo de una espada que le había arrebatado la vida .Ashia , por primera vez desde la conocía Hadmed , perdió los nervios llorando y suplicando la clemencia de Ala ,pero cuando la muerte ha soltado sus cadenas nada ni nadie se ve libre de su locura .Mientras la mujer intentaba meter apresuradamente las pertenencias mas valiosas en una saca de cuero , para huir con ellas, tras su espalda se rasgo la piel de cabra que cubría la tienda, por la punzante crueldad de un puñal con doble filo .La mujer gritaba y suplicaba por su vida, implorando aquella sombra esquiva que se cernía ante ella , pero el puñal asesino busco como solo un buen conocedor es capaz de hacer la senda de su pecho , clavándose en el centro de la vida que quería arrebatar.

Abu nunca pudo recordar como logro salir de la tienda ni consiguió acercarse hasta la de su padre , que permanecía en silencio, altiva ante la noche . Busco en ella a su progenitor , pero solo encontró a Rasmira , herida de muerte , con un gran corte en el cuello como un collar de coral , custodiando con la poca vida que le quedaba , un viejo baúl que había pertenecido a su familia . Al verlo aparecer , sus ojos mortecinos se iluminaron con la luz de la esperanza , y con un suave aleteo de su mano le ordeno acercarse .Al estar junto a ella ,sus labios sonrieron ,y el le contó entre lloriqueos que su madre había muerto. Ella lo miro fijamente y le confió unas palabras que se gravarían en su alma;

-Todos moriremos , si es el deseo de Ala , pero tu intenta salvarte y salvarlo a el.

En ese momento , probablemente con las ultimas fuerzas que le quedaban ,abrió el baúl y saco de allí a Hadmed, que se abrazo a su madre ,manchándose con la sangre que manaba de su pecho.

-!Llévatelo ,ahora!,le ordeno la mujer con la mirada ,y Abu la obedeció cogiendo fuertemente a su hermano de la mano y alejándose de allí.

Pensó en adentrarse en el lago y resguardarse en sus aguas hasta que el ataque y bandidaje posterior ,hubieran acabado ,e iba a hacerlo ya, cuando desde detrás de unos arbustos pudo observar como su padre se batía a muerte con el sable y la lanza ,armas rituales entre los nobles de su tribu. El corazón se engrandeció en su pecho al verlo abatir al primer contrincante y a otro que sustituyo al primero, hasta que lo rodearon entre varios, cercándolo como a una fiera rabiosa . Sin embargo , aun en esas condiciones de inferioridad, siguió combatiendo con ferocidad , hasta que le derribaron cosido a heridas.

Antes de que pudiera darse cuenta , sus pies habían tomado la voluntad de todo su cuerpo, llevándolo al lado del cuerpo tendido de su padre ,donde se arrodilló, llevando la mano hasta su frente, llorando con su dolor .Junto a el ,Hadmed de pie , enfrentaba con la rabia impresa en sus ojos azules , la ferocidad de los asaltantes que los rodeaban como chacales hambrientos.

-Llevadme con vosotros ,yo sé hacer lluvia ,se oyó claramente la voz de niño saliendo de la garganta de Hadmed

Los hombres lo miraron incrédulos, empezando a temer a aquel pequeño ser tan diferente a ellos y que hablaba la lengua aprendida de sus antepasados, mejor que sus propios hijos.

El Rachid agonizante ,agarró la túnica de Abu y mirándole con sus ojos perdidos le ordeno ;

-No abandones a tu hermano, permanece a su lado y Ala será uno contigo.

Tras esas palabras ,murió en brazos del hijo que tanto lo había amado y que había deparado con su inconsciencia ,su propia muerte.

Antes que el rastro de las lagrimas se borrara de las mejillas de Abu , los jinetes de las sombras atraparon al pequeño mago, que creían que era Hadmed ,y saltaron a sus camellos , ágiles y veloces ,refugiándose en la noche ,que les era protectora y amiga.

Abu nunca volvió a ver los ojos azules de su hermano ,pero, en cambio, en su lugar , siempre le acompañó la agónica culpa de haber entregado sin luchar a ese ser de corazón noble que dio su vida cambio de la suya.

Vagó por los desiertos en su búsqueda desesperada ,contando siempre con la ayuda fiel de Yiobar , que se convirtió en su segundo padre ,colmándole de atenciones y enseñanzas. Pero, nunca ,ni en los mejores instantes de su vida, recobró la propia estima que se extinguió la noche que traiciono a las personas que mas quería.

El sabio Yiobar ,antes de morir, le aconsejo, dándole un brote de esperanza, que tal vez recobraría la calma de su espíritu cuando volviera a abrazar a su hermano , cumpliendo de esta forma , los designios de sus padres , pero Abu sabia bien que ese empeño era imposible : nadie podía escapar del poder de los Jinetes de las sombras , mas que atravesado por las garras de la muerte.

En los años transcurridos ,Abu había escuchado comentarios sobre un joven de mirada azul y piel pálida que recorría el desierto con una caravana fantasma , que allí donde se asentaba , manaba el agua para ayudar aquellos que mas lo necesitaban, pero Abu no creía en los cuentos de vieja que se forman alrededor de los fuegos durante la noche. El sabia con certeza , que nunca volvería a ver a su hermano, esa era su maldición, su castigo eterno , pena perpetua...

Inesperadamente ,el narrador siente una mano generosa que se asienta placida en su espalda e interrumpe inquieto el final de la historia , aprovechando la oportuna interrupción para limpiar con el dorso de su mano la humedad de sus ojos negros.

Al volver la vista atrás , esperando encontrar a uno de los criados que le ofrecería un humeante tazón de te, que calmar la angustia de su corazón ,ve unos ojos azules que reconoce de inmediato

-Hadmed , Ojos de lluvia , mi querido y buscado hermano , Ala por fin ha perdonado mis faltas , clama el narrador mientras cae, profundamente afectado por la emoción , en brazos del jefe de la caravana.

Cuando despierta, esta seguro de haber soñado ,la historia que ha contado miles de veces, que en tantas ocasiones le han aplaudido ,no puede haberse convertido en realidad ,llevando su dolido corazón al lado de aquel al que tanto ha añorado y buscado. Pero ,nada mas, incorporarse en el lecho , ve sentado a su lado un hombre pálido ,de ojos azules, que le sonríe mientras le da la mano derecha , en señal de hermandad.

Su corazón , salta de la cárcel de su pecho y de sus ojos , como dotadas de vida propia , saltan lagrimas de agradecimiento al Dios bondadoso , que ha permitido al fin , tal prodigio.

Mirando al oeste , donde se encuentra la Meca , dos hombres inclinan sus cuerpos ante su Dios , sendas frentes se apoyan en la calida arena y voces hermanadas se elevan al cielo , recitando , agradecidos ; “ No seáis como quienes , habiendo olvidado a Dios , creen que Dios los ha olvidado a ellos mismos...No son iguales los huéspedes del fuego y los huéspedes del paraíso. Los huéspedes del paraíso son los triunfadores....El es Dios . No hay Dios sino El . El conoce lo desconocido y el testimonio . El es el Clemente , el Misericordioso . El es Dios . No hay Dios sin El . El es el Rey , el Santísimo , el Pacificador , el Creyente , el Presente , ,el Poderoso , ,el Terrible , el Soberbio . ! Gloria a Dios por encima de lo que le asocian !.

Sobre ellos una redonda nube de lluvia escucha sus plegarias , mientras descarga los frutos de su fecundo vientre , llevando la vida allá donde los corazones son igual de limpios y puros que el agua que brota de ella.